El Atlético de Madrid y el Olympique de Marsella jugarán la final de la Europa League el próximo día 16 en Marsella. Una final que preocupa en los estamentos europeos. El peor escenario con el peor protagonista, el cuadro francés. Desde el punto de vista de la seguridad se plantea una de las finales más complicadas de organizar por las autoridades locales y el organismo europeo de los últimos años.
Se trata de dos equipos con dos de las aficiones más fieles del ‘Viejo Continente’. En la memoria de todos están los altercados que se produjeron en 2008, hace sólo diez años, en el Vicente Calderón, cuando el Olympique de Marsella viajó para jugar la Champions en Madrid. Entonces, 1.200 ultras del equipo provenzal la liaron en el Manzanares, con bengalas y enfrentamientos con la policía cuando ésta intentó retirar una pancarta que consideraba que estaba prohibida.
Un asunto que se enconó mucho porque el líder de los ultras, Santos Mirasierra, fue detenido por lanzar una silla a un policía nacional, y enjuiciado. Pasó seis meses en prisión y salió como un héroe para los suyos. El asunto se convirtió casi en un problema de Estado porque desde el club francés se cargó contra el Atlético y las autoridades españolas. Paralelamente, la UEFA sancionó al club colchonero por uno de los asuntos más absurdos de los últimos años. El delegado del organismo europeo recogió insultos xenófobos (gritos de mono) contra los jugadores negros del Marsella, cuando las imágenes demostraron que lo que cantaba el Calderón era “Kun, Kun, Kun”. Un grito característico de ánimo para Sergio Kun Agüero, en aquellas fechas.
A resultas, el Atlético fue sancionado duramente en lo económico y se le cerró un partido el estadio, el que disputaría a puerta cerrada ante el PSV Eindhoven. El choque de la segunda vuelta en Marsella estuvo cargado por todo esto que había sucedido y no hubo aficionados rojiblancos en él. La delegación del Atlético y la prensa, estuvieron protegidos por un dispositivo de la Gendarmería Francesa que, literalmente y reconocido por las autoridades, no se había dado ni cuando el Papa visitó la ciudad.
¿Qué tiene que ver con la actual final? Bueno, pues que es un precedente que intranquiliza a la UEFA. Pero sobre todo por el comportamiento de los ultras del Marsella en varias ciudades de Europa. Sin ir más lejos, en una española, en Bilbao, donde en los últimos años también protagonizaron escenas de violencia. Y el problema en este asunto es que desde Marsella a Lyon apenas hay 300 kilómetros y hace más de 14 años que el cuadro galo no llega a una final europea. La ciudad provenzal ha enloquecido con esta final.
El Marsella contará con algo más de 11.500 entradas, como en el caso del Atlético, pero la cercanía de la ciudad hace que miles de hinchas del equipo blanquiceleste se vayan a desplazar a la ciudad lionesa para vivir allí el partido. Sin entrada, deambulando por la ciudad. Eso es lo que más preocupa. Paralelamente, las rencillas entre grupos ultras galos, es otro barril de pólvora añadido. Los ultras de Marsella -Trop Puissant, Commando Ultra 84, Fanatics y South Winners son los grupos más destacados- son de ultraizquierda y los del Lyon son de ultraderecha. Se llevan a matar, con varias rencillas acumuladas en estos años. Otro detalle, el Frente Atlético es también de derechas y la UEFA no quiere que Lyon se convierta en un encuentro continental de ultras con rencillas, alcohol y demasiada adrenalina de por medio.
Que sea un destino al que se pueda acceder fácilmente desde España por carretera, también invita a pensar que muchos seguidores colchoneros también podrían viajar a la ciudad para verlo sin necesidad de tener entrada, otro factor a tener en cuenta desde el punto de vista de la seguridad.
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