Al consejero de Interior, Joan Saura, le costó ayer horrores encontrar un solo fallo en la gestión de los incidentes ocurridos durante el derby que enfrentó a Espanyol y Barça hace seis meses. Los Mossos d'Esquadra actuaron "correctamente", reiteró Saura en el Parlament, y si no desalojaron a los radicales de los Boixos Nois de la grada fue "para evitar una avalancha". En apenas un minuto, diversos jóvenes lanzaron "entre seis y ocho bengalas" contra la afición blanquiazul, que fue presa del pánico. El partido tuvo que suspenderse unos minutos, cinco jóvenes acabaron detenidos y las imágenes del estadio Lluís Companys generaron un alud de críticas a Interior.
Ante la insistencia de los grupos de la oposición, CiU y el PP, Saura admitió al final de su comparecencia un error: quizá, dijo, fue demasiado tibio con el RCD Espanyol en la planificación del partido, disputado el pasado 27 de septiembre y considerado de alto riesgo. Interior debería haber sido "contundente" con el club a la hora de exigirle más seguridad privada -ésta fue "insuficiente"- y haber impuesto su criterio sobre la ubicación de los aficionados radicales: el club les quería en las gradas superiores (y allí se quedaron); los Mossos preferían controlarles en las inferiores.
Saura recordó a los diputados que los clubes deben controlar los accesos al estadio e impedir que los aficionados introduzcan bengalas como ocurrió aquella tarde. También mencionó que los responsables del Espanyol fueron incapaces de retirar una pancarta prohibida (Barcelona, neta de pericos) y que, tras el primer lanzamiento de bengalas, los antidisturbios apagaron rápidamente otros dos artefactos que acababan de encenderse.
CiU, el PP y Ciutadans criticaron la pasividad de Saura. No fueron los únicos. También el diputado del PSC David Pérez admitió que en ocasiones "se abusa" de la no intervención con la excusa de evitar males mayores y eso, a su juicio, puede "generar sensación de indefensión" entre los ciudadanos.
Ante la insistencia de los grupos de la oposición, CiU y el PP, Saura admitió al final de su comparecencia un error: quizá, dijo, fue demasiado tibio con el RCD Espanyol en la planificación del partido, disputado el pasado 27 de septiembre y considerado de alto riesgo. Interior debería haber sido "contundente" con el club a la hora de exigirle más seguridad privada -ésta fue "insuficiente"- y haber impuesto su criterio sobre la ubicación de los aficionados radicales: el club les quería en las gradas superiores (y allí se quedaron); los Mossos preferían controlarles en las inferiores.
Saura recordó a los diputados que los clubes deben controlar los accesos al estadio e impedir que los aficionados introduzcan bengalas como ocurrió aquella tarde. También mencionó que los responsables del Espanyol fueron incapaces de retirar una pancarta prohibida (Barcelona, neta de pericos) y que, tras el primer lanzamiento de bengalas, los antidisturbios apagaron rápidamente otros dos artefactos que acababan de encenderse.
CiU, el PP y Ciutadans criticaron la pasividad de Saura. No fueron los únicos. También el diputado del PSC David Pérez admitió que en ocasiones "se abusa" de la no intervención con la excusa de evitar males mayores y eso, a su juicio, puede "generar sensación de indefensión" entre los ciudadanos.
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