Cerca de un millar de aficionados del Anderlecht invadieron el césped de San Mamés al finalizar el choque entre el Athletic y el equipo belga que empetaron (1-1), y se enfrentaron en una batalla campal con seguidores del equipo local en pleno césped del estadio bilbaíno. Cuatro de ellos han sido detenidos por la Ertzaintza durante los disturbios con agentes de la policía.
Los hechos comenzaron al concluir el choque y con el estadio prácticamente vacío, cuando más de la mitad de los dos mil hinchas que llenaban el fondo Sur del estadio bilbaíno entraron en el terreno de juego, en parte, para evitar el intercambio de lanzamientos que se estaban cruzando las dos aficiones.
Los más radicales cruzaron todo el campo y fueron en busca de los aficionados del Athletic que se ubican en el fondo Norte. Ahí comenzaron los golpes y las carreras, mientras los encargados de la seguridad del club intentaban impedir que la situación llegase a mayores.
Fernando Macua, presidente del Athletic de Bilbao, responsabilizó a la Policía vasca de no actuar con la celeridad precisa. "Es una pena para el fútbol. En un partido, que es un espectáculo y una fiesta, no es bueno para el fútbol lo que ha sucedido. Es una pena", opinó Joaquín Caparrós, entrenador del Athletic.
El entrenador del Anderlecht, Ariel Jacobs, manifestó que la invasión del césped de San Mamés por parte de cientos de seguidores belgas fue fruto de la "euforia" de los aficionados.
"Quiero dar las gracias a la afición del Anderlecht, que ha hecho tantos kilómetros para apoyar al equipo. Creo que (la invasión) se debió a un estado de euforia y es lamentable", comentó el técnico visitante.
Caparrós, por su parte, indicó que "es una pena para el fútbol" que pasen este tipo de acontecimientos "en un partido que es un espectáculo". "El fútbol tiene que ser una fiesta. Esto no es bueno para el fútbol y es una pena", concluyó Caparrós.
Ya antes de iniciarse el partido un grupo de aficionados del Anderlecht protagonizó hechos de vandalismo, al encender dos bengalas en la grada, que obligaron a la entrada de la Ertzaintza en el fondo del campo donde se encontraban.
Los hechos comenzaron al concluir el choque y con el estadio prácticamente vacío, cuando más de la mitad de los dos mil hinchas que llenaban el fondo Sur del estadio bilbaíno entraron en el terreno de juego, en parte, para evitar el intercambio de lanzamientos que se estaban cruzando las dos aficiones.
Los más radicales cruzaron todo el campo y fueron en busca de los aficionados del Athletic que se ubican en el fondo Norte. Ahí comenzaron los golpes y las carreras, mientras los encargados de la seguridad del club intentaban impedir que la situación llegase a mayores.
Fernando Macua, presidente del Athletic de Bilbao, responsabilizó a la Policía vasca de no actuar con la celeridad precisa. "Es una pena para el fútbol. En un partido, que es un espectáculo y una fiesta, no es bueno para el fútbol lo que ha sucedido. Es una pena", opinó Joaquín Caparrós, entrenador del Athletic.
El entrenador del Anderlecht, Ariel Jacobs, manifestó que la invasión del césped de San Mamés por parte de cientos de seguidores belgas fue fruto de la "euforia" de los aficionados.
"Quiero dar las gracias a la afición del Anderlecht, que ha hecho tantos kilómetros para apoyar al equipo. Creo que (la invasión) se debió a un estado de euforia y es lamentable", comentó el técnico visitante.
Caparrós, por su parte, indicó que "es una pena para el fútbol" que pasen este tipo de acontecimientos "en un partido que es un espectáculo". "El fútbol tiene que ser una fiesta. Esto no es bueno para el fútbol y es una pena", concluyó Caparrós.
Ya antes de iniciarse el partido un grupo de aficionados del Anderlecht protagonizó hechos de vandalismo, al encender dos bengalas en la grada, que obligaron a la entrada de la Ertzaintza en el fondo del campo donde se encontraban.
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