No fue una tarde sencilla para Fernando Miralles. El propietario del Castellón, además de ver perder a su equipo y tener dudas sobre Javier Cabello, tuvo que soportar como varios aficionados albinegros le increpaban en la segunda mitad mientras presenciaba el partido en el palco del Nou Camp de Morvedre.
Varios seguidores orelluts le invitaron de forma altisonante a que dejara la presidencia y, a raíz de ello, se produjo un cruce dialéctico entre los increpantes y aficionados favorables a Miralles.
La situación se fue calentando y el propio mandatario del Castellón pidió la presencia de efectivos de la Policía y la Guardia Civil, que pusieron paz e incluso apartaron y retuvieron a los causantes de la rencilla, y la cosa no pasó a mayores.
Varios seguidores orelluts le invitaron de forma altisonante a que dejara la presidencia y, a raíz de ello, se produjo un cruce dialéctico entre los increpantes y aficionados favorables a Miralles.
La situación se fue calentando y el propio mandatario del Castellón pidió la presencia de efectivos de la Policía y la Guardia Civil, que pusieron paz e incluso apartaron y retuvieron a los causantes de la rencilla, y la cosa no pasó a mayores.
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