Copian elementos de la estética, el comportamiento y los cantos de los fanáticos latinoamericanos y europeos del fútbol, pero le agregan un toque de originalidad oriental. Y lo mejor, sin violencia. Vea videos.No cabe duda de que el fútbol es el deporte más popular del mundo y el que más pasiones despierta. Para muchos, el juego es un lenguaje universal que trasciende fronteras geográficas y obstáculos culturales, y que sin importar la proveniencia o las costumbres de las personas que lo practican o lo siguen, logra ser un lugar común para todos.
Es el caso de los ‘barras bravas’ japoneses, que en los últimos años han construido una cultura propia que recoge elementos de la estética, el comportamiento y los cantos de los fanáticos de Latinoamérica y Europa, pero con un toque de originalidad oriental.
Según Julián López de Mesa, docente de la Universidad El Bosque en el área de humanidades y experto en culturas orientales, “en Japón se dan muestras que son producto de imitaciones y adaptaciones de otros lugares, desde el budismo Zen, tomado del budismo Chán chino, hasta el manga (comics), el teatro o la tecnología occidentales”.
Como parte de los principios filosóficos de su cultura, para los japoneses el concepto de ‘copiar’ no implica una connotación negativa. Por el contrario, es un reto mejorar lo hecho por otros.
Esta característica se suma a que “por su ubicación geográfica y el hermetismo social que acabó en la historia reciente, las modas llegan como una tormenta”, afirma el profesor López de Mesa.
En el caso de los hinchas del fútbol, el fenómeno puede encontrar su origen en el año 2000 tras el juego por la desaparecida Copa Intercontinental en el Estadio Olímpico de Tokio. En esa oportunidad se enfrentaron el Real Madrid contra Boca Juniors. Los sudamericanos trasladaron más de 10.000 personas al otro lado del mundo y celebraron la victoria como si estuvieran en su feudo, el barrio de La Boca en Buenos Aires.
Luego, los fanáticos japoneses que en 2002 recibieron junto a Corea del Sur el Mundial de fútbol con escepticismo sobre la aceptación de un deporte poco tradicional en su país, comenzaron a organizar sus barras para apoyar a sus equipos como si estuvieran en el Camp Nou de Barcelona o en la Bombonera de Buenos Aires.
La estética y los cantos
Los hinchas japoneses han adoptado elementos estéticos, formas y maneras de los ‘ultras’ europeos y los ‘barras’ latinoamericanos para apoyar a sus equipos (vea videos al final del artículo).
Por ejemplo, para adornar la tribuna suelen utilizar banderas en asta, tiras que caen desde la tribuna superior, sombrillas y ‘trapos’ o banderas largas con máximas o mensajes de aliento. Para los cantos, tocan bombos, platillos y redoblantes, todo al mejor estilo de las murgas argentinas y uruguayas.
Así mismo, al igual que los europeos, realizan coreografías con las palmas para acompañar las canciones, forman banderas humanas para mostrar una imagen o un mensaje en toda la tribuna y durante los himnos o actos protocolarios levantan y estiran sus bufandas.
El ‘barrismo’ es para muchos parte fundamental de la fiesta del fútbol, pero a raíz de diferentes hechos lamentables suele relacionarse con la violencia. Es probable que debido a la filosofía Zen, esta característica haya sido descartada por los ‘barras’ japoneses.
Su apariencia tiende más a la de los ‘barras’ latinoamericanos, con gorros, ropa deportiva y artículos alusivos a su equipo. Las melodías por lo general también son copiadas de esta latitud. Todo, por supuesto, sin dejar nunca de lado un toque de originalidad.
Un fenómeno mundial
Inicialmente, el fenómeno de seguidores organizados con actitudes radicales en el fútbol surgió hacia los años 60 con los ‘firms’ británicos, que se reconocerían popularmente como ‘hooligans’. Luego, en Europa occidental y más tarde en el lado oriental se adoptó la práctica. En España y en la mayor parte del continente se les identificó a estos grupos como ‘ultras’ y en Italia se les llamó ‘tifosi’.
Posteriormente, este tipo de manifestaciones se trasladaron al cono sur latinoamericano para mezclarse con elementos de la cultura porteña del río de La Plata. Allí se configuró el concepto de ‘barras’, que debido a su actitud agresiva y su entusiasmo para alentar a sus equipo, se les adjudicó el apellido ‘bravas’. Luego, el fenómeno se extendió por todo el continente y hoy puede verse en Japón, literalmente al otro lado del planeta.
Es el caso de los ‘barras bravas’ japoneses, que en los últimos años han construido una cultura propia que recoge elementos de la estética, el comportamiento y los cantos de los fanáticos de Latinoamérica y Europa, pero con un toque de originalidad oriental.
Según Julián López de Mesa, docente de la Universidad El Bosque en el área de humanidades y experto en culturas orientales, “en Japón se dan muestras que son producto de imitaciones y adaptaciones de otros lugares, desde el budismo Zen, tomado del budismo Chán chino, hasta el manga (comics), el teatro o la tecnología occidentales”.
Como parte de los principios filosóficos de su cultura, para los japoneses el concepto de ‘copiar’ no implica una connotación negativa. Por el contrario, es un reto mejorar lo hecho por otros.
Esta característica se suma a que “por su ubicación geográfica y el hermetismo social que acabó en la historia reciente, las modas llegan como una tormenta”, afirma el profesor López de Mesa.
En el caso de los hinchas del fútbol, el fenómeno puede encontrar su origen en el año 2000 tras el juego por la desaparecida Copa Intercontinental en el Estadio Olímpico de Tokio. En esa oportunidad se enfrentaron el Real Madrid contra Boca Juniors. Los sudamericanos trasladaron más de 10.000 personas al otro lado del mundo y celebraron la victoria como si estuvieran en su feudo, el barrio de La Boca en Buenos Aires.
Luego, los fanáticos japoneses que en 2002 recibieron junto a Corea del Sur el Mundial de fútbol con escepticismo sobre la aceptación de un deporte poco tradicional en su país, comenzaron a organizar sus barras para apoyar a sus equipos como si estuvieran en el Camp Nou de Barcelona o en la Bombonera de Buenos Aires.
La estética y los cantos
Los hinchas japoneses han adoptado elementos estéticos, formas y maneras de los ‘ultras’ europeos y los ‘barras’ latinoamericanos para apoyar a sus equipos (vea videos al final del artículo).
Por ejemplo, para adornar la tribuna suelen utilizar banderas en asta, tiras que caen desde la tribuna superior, sombrillas y ‘trapos’ o banderas largas con máximas o mensajes de aliento. Para los cantos, tocan bombos, platillos y redoblantes, todo al mejor estilo de las murgas argentinas y uruguayas.
Así mismo, al igual que los europeos, realizan coreografías con las palmas para acompañar las canciones, forman banderas humanas para mostrar una imagen o un mensaje en toda la tribuna y durante los himnos o actos protocolarios levantan y estiran sus bufandas.
El ‘barrismo’ es para muchos parte fundamental de la fiesta del fútbol, pero a raíz de diferentes hechos lamentables suele relacionarse con la violencia. Es probable que debido a la filosofía Zen, esta característica haya sido descartada por los ‘barras’ japoneses.
Su apariencia tiende más a la de los ‘barras’ latinoamericanos, con gorros, ropa deportiva y artículos alusivos a su equipo. Las melodías por lo general también son copiadas de esta latitud. Todo, por supuesto, sin dejar nunca de lado un toque de originalidad.
Un fenómeno mundial
Inicialmente, el fenómeno de seguidores organizados con actitudes radicales en el fútbol surgió hacia los años 60 con los ‘firms’ británicos, que se reconocerían popularmente como ‘hooligans’. Luego, en Europa occidental y más tarde en el lado oriental se adoptó la práctica. En España y en la mayor parte del continente se les identificó a estos grupos como ‘ultras’ y en Italia se les llamó ‘tifosi’.
Posteriormente, este tipo de manifestaciones se trasladaron al cono sur latinoamericano para mezclarse con elementos de la cultura porteña del río de La Plata. Allí se configuró el concepto de ‘barras’, que debido a su actitud agresiva y su entusiasmo para alentar a sus equipo, se les adjudicó el apellido ‘bravas’. Luego, el fenómeno se extendió por todo el continente y hoy puede verse en Japón, literalmente al otro lado del planeta.
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