Ha sido el último episodio de una larga lista de incidentes que tiene preocupada a la sociedad germana. El resurgimiento de la derecha más radical, intolerante y violenta es un hecho, también en el mundo del fútbol.
Lo que de verdad inquieta es que lo haga en equipos de la antigua RDA, los equipos del este del país que se formaron al amparo de la Alemania comunista.
La primera generación de los nacidos en la teórica libertad del mundo capitalista parece haberse emborrachado de ella, y ha pasado de un extremo al otro en apenas 30 años.
Este episodio, censurado por la sociedad alemana, ocurrió en las celebraciones del ascenso del Energie Cottbus, un histórico del fútbol de la Alemania Oriental que llegó a asomar la cabeza por la Bundesliga tras la reunificación hasta en seis temporadas.
Un club cuyos problemas con sus ultras de extrema derecha son de sobra conocidos en Brandeburgo, en Alemania, y en gran parte del extranjero. Porque no es la primera vez que ponen al club en brete del que ya no sabe ni cómo salir.
El último ocurrió en la celebración del ascenso a la 3. Bundesliga, categoría que el Energie Cottbus perdió hace dos temporadas. Un grupo de aficionados, ataviados con capuchones blancos, al estilo del Ku Klux Klan, el infame grupo supremacista estadounidense, se empeñaron en empañar las celebraciones.
Los ultras, conscientes del recelo que provoca el Energie entre sus vecinos por, precisamente, estas actitudes, enarbolaban además una pancarta con un curioso mensaje, dirigido a sus detractores: "El ascenso de los malvados".
Porque eso es lo que sienten que son, los malos de una película que el resto de Alemania se ha montado contra ellos. La sociedad germana ha puesto el grito en el cielo (una vez más), y el club ha prometido poner cartas en el asunto.
El Enegie Cottbus ha catalogado lo sucedod como "inhumano, repugnante e intolerable", y ha amenazado con prohibir de por vida la entrada al estadio a los responsables.
"Estamos muy apenados por el hecho de que unas pocas personas, a través de sus acciones, arruinaron la alegría de la victoria y dañaron la imagen de decenas de miles de aficionados del Energie y del club", afirmó la escuadra germanoriental en un comunicado.
La situación de Cottbus hace que la ciudad esté especialmente sensibilizada con estos actos de racismo y xenofobia. Muy próxima a la frontera polaca, ha sido una de las puertas de entrada de la última oleada de inmigración procedente de Oriente Próximo.
Pero esa sensibilidad parece no afectar al club local, que dice luchar contra esas actitudes en su entorno, pero lo cierto es que no dejan de reproducirse, cada vez de forma más impune, desde hace más de una década.
No hay comentarios:
Publicar un comentario