Vigilantes privados y representantes de la Guardia Civil y la Policía Nacional coincidieron ayer a la hora de señalar la deficiente dotación de seguridad con la que los primeros han de afrontar situaciones laborales complicadas como las que suponen los partidos de fútbol considerados de alto riesgo. Mientras los agentes del Cuerpo Nacional de Policía «van con cascos, escudos y protectores antitrauma», el personal de seguridad privada tiene que enfrentarse a los ultras «con el culo al aire». Tan gráfica expresión la utilizó ayer el inspector de Policía José Manuel Fernández, coordinador de Seguridad en el Deporte de la Jefatura Superior de Policía de Asturias durante las jornadas con las que se conmemoró el día de la seguridad privada. Teniendo en cuenta que los vigilantes privados son una pieza imprescindible en la seguridad de los eventos deportivos -de hecho, en los estadios superan ampliamente en número a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado- «me parece una barbaridad que no lleven más que una defensa de cincuenta centímetros y los grilletes, si los llevan», reconoció el inspector de Policía.
En los campos de fútbol, los vigilantes han de comprobar las entradas al estadio, cachear a los sospechosos e impedir la ingesta de alcohol, entre otras funciones. «Mi opinión es que les faltan medios de autoprotección», abundó el teniente de la Guardia Civil José Miguel Santiso, partidario de que los vigilantes también cuenten con cascos, chalecos e incluso escudos. «Es de sentido común. No son elementos agresivos sino defensivos», argumentó. El también profesor de Intervención Operativa de la Comandancia de Oviedo reconoció que, sabiendo las condiciones en que desempeñan su trabajo los vigilantes, «los que se enfrentan a la primera línea sin medios, son gente valiente». La Benemérita lleva aplicando desde hace seis años un programa de formación en disciplinas como el tiro, la defensa personal y la autoprotección de sus propios agentes. Una formación que el cabo primero Luis Alberto Fernández considera fundamental: «Muchas veces, las agresiones se evitarían con unas medidas básicas de autoprotección», apuntó.
Razones económicas
La explicación a por qué los vigilantes privados no cuentan con una mejor dotación de seguridad es económica, coincidieron los ponentes y los asistentes a la jornada que tomaron la palabra. Porque esas medidas de autoprotección -cascos, escudos, etcétera- supondrían encarecer el servicio que deben costear los organizadores del evento deportivo en cuestión. El inspector José Manuel Fernández también se refirió a que no existe un criterio unificado sobre si la agresión a un vigilante debe contemplarse como un delito de atentado a la autoridad o no. «En los juzgados hay sentencias de todo tipo».
Para completar los actos institucionales del Día de la seguridad privada, por la tarde se entregaron las distinciones por su labor profesional a trabajadores y departamentos de seguridad. Fueron, en total, nueve menciones y tres metopas. Estas recayeron en los servicios de seguridad de la Universidad Laboral, Caja Rural y la Central Receptora de Alarmas (CRA) de la empresa Tapia Seguridad. En Asturias funcionan 31 empresas de seguridad privada, que dan empleo a cerca de dos mil trabajadores.
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