Ni el Miniestadi, ni la plaza Catalunya vallada y ni tan siquiera el Fòrum. El Ayuntamiento de Barcelona ha descartado todos estos emplazamientos, que había barajado en algún momento como posibles territorios acotados para los hinchas del Celtic, y ha decidido convertir uno de los pabellones del recinto ferial de Montjuïc en reserva hooligan durante las horas previas al partido de vuelta de octavos de final de la Champions League que, el 4 de marzo, enfrentará al Barça con el equipo de los católicos de Glasgow en el Camp Nou.
El Consistorio barcelonés ha llegado a un acuerdo con la Fira para tratar de contener a los aficionados del Celtic en un pabellón de unos 8.000 metros cuadrados y en un amplio espacio exterior, lugares en los que se desarrollará todo tipo de actividades lúdico-festivas con el propósito de entretener al mayor número posible de los seguidores del club escocés que se desplacen a Barcelona. La previsión es que entre 6.000 y 7.000 hinchas del Celtic viajen a la capital catalana con la entrada en el bolsillo para asistir in situ al encuentro. Pero, además, según las primeras estimaciones hechas por el Ayuntamiento sondeando al club escocés y a las autoridades locales de Glasgow, se espera que al menos otros 8.000 aficionados sin papeles decoren con rayas verdes y blancas -los colores de la camiseta del Celtic- las calles de Barcelona el día del partido y las jornadas previas al mismo. Las fuentes consultadas por La Vanguardia señalaron que en el espacio ferial reservado a los supporters del Celtic Glasgow se habilitarán tenderetes de comida -se estudia incluso la elaboración de una paella gigante- y surtidores de cerveza para saciar, siempre de forma controlada, su voraz apetito y desmesurada sed. Se aplicará en cierto modo el sistema que ya han experimentado otras ciudades con motivo de acontecimientos deportivos que mueven grandes masas de aficionados extranjeros, como las finales de las competiciones europeas o el último Mundial de fútbol, que tuvo lugar en Alemania en verano del 2006. También está prevista la organización de otras actividades que puedan entretener a los hinchas en el salón número 7 de la Feria en Montjuïc, el lugar destinado con sus 8.000 metros cuadrados para acoger a los hinchas. Los autocares que conducirán a los seguidores del aeropuerto a la ciudad pararán directamente en el recinto ferial de Montjuïc. El objetivo de este montaje es derivar una buena parte de la afición del Celtic a un lugar alejado del centro de Barcelona y en el que no pueda perturbar el pulso normal de la ciudad. No hay que olvidar que el partido de la Champions League se disputará a tan sólo cinco días de los comicios generales del 9 de marzo, en la recta final de la campaña electoral. El propósito del gobierno municipal que preside el socialista Jordi Hereu es evitar a toda costa que se repitan las hirientes imágenes de las vísperas del partido de la fase previa de la máxima competición europea que el pasado 7 de noviembre enfrentó al Barça con el otro gran equipo de Glasgow, el Rangers. En aquella ocasión, el incivismo de los hooligans, que convirtieron la plaza Catalunya -y en especial el monumento a Francesc Macià- en un improvisado urinario al aire libre, y la permisividad de los Mossos d ´ Esquadra y la Guardia Urbana, que recibieron órdenes de no intervenir para evitar males mayores, dejaron en muy mala situación al alcalde y a su equipo de gobierno. Tanto que, tres semanas después, en el pleno del Ayuntamiento, los grupos de la oposición, a instancias del PP, se unieron para reprobar por vez primera en la historia de la institución al gobierno de la ciudad. Una repetición de esos hechos en vísperas de las elecciones podría resultar poco menos que catastrófica para los intereses del PSC y, de rebote, del candidato socialista a la reelección como presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien se juega en la emprenyada Barcelona buena parte de sus opciones de renovar el alquiler de la Moncloa por cuatro años más. Esta vez la tolerancia ante el incivismo para abortar el vandalismo no será, en principio, la máxima que seguirán los responsables del orden público en Barcelona frente a los desmanes de una afición que, con todo, no llegará precedida de la fama de violenta que acompaña a los hooligans de su eterno rival. El dispositivo policial convertirá las zonas de más riesgo -el centro de la ciudad, en particular la Rambla y la plaza Catalunya, los alrededores del Camp Nou y el cuartel de concentración de la Fira- en territorios blindados, con un despliegue de agentes que se echó en falta durante la visita del Rangers. El Ayuntamiento ya dio muestras de que la pasividad de aquella ocasión no se repetiría cuando, a mediados de diciembre, la Guardia Urbana se aplicó con celo en la represión de comportamientos prohibidos por la ordenanza del civismo. Quienes pagaron el pato fueron otros bebedores impenitentes de cerveza, los pacíficos hinchas del Stuttgart, que, a modo de souvenir de Barcelona, fueron obsequiados con cerca de dos centenares de multas. Aunque todavía no hay cifras concretas, la dotación policial que velará por el orden tanto en Montjuïc como en el centro de la ciudad será notablemente superior al del día del Rangers.
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