Dos jóvenes con heridas de consideración. Uno, brutalmente agredido por miembros del Frente Atlético; otro, golpeado por un miembro de las fuerzas del orden, cuya actuación durante la algarada critican varias personas que presenciaron los hechos. Es el balance de los incidentes que se produjeron en las proximidades de Manuel de Castro media hora antes del encuentro entre el Celta y el conjunto colchonero.
La batalla campal se inició aproximadamente media hora antes del partido en un callejón que desemboca en Manuel de Castro donde suelen reunirse miembros y simpatizantes de Celtarras. "Estaba tomando algo en el bar cuando oí: ´Cuidado, que vienen´. El callejón estaba oscuro", recuerda un testigo. El grito alertaba de la llegada de personas con distintivos del Frente Atlético. "Serían unos treinta", calcula. Irrumpieron en la zona por sorpresa, no desde la calle principal sino por el laberinto de callejuelas que sólo alguien de Vigo conocería. "Creemos que miembros del Frente Atlético que viven en la ciudad los guiaron", indica el testigo, que vio a los atacantes esgrimir navajas y objetos contundentes.
El callejón estaba a rebosar de gente joven, que emprendió la huida. Pero S.V.G., de 17 años, no tuvo tiempo de escapar. Quiso protegerse entre dos coches y allí lo acorralaron los ultras. El chico tiene fresca la memoria del miedo y el dolor: cómo le estallaron una litrona en la cabeza; cómo lo patearon en el suelo entre gritos de "Sieg Heil" y "Heil Hitler" ("Viva la victoria", "Salud a Hitler", consignas nazis). Por completar la imitación nacionalsocialista, rompieron los cristales de un negocio.
S.V.G., que se define únicamente como "socio del Celta", y el testigo consultado aseguran que la policía "tardó en actuar" y que los antidisturbios cargaron con especial dureza contra los seguidores célticos cuando decidieron intervenir. Otro declarante presenció cómo las fuerzas de seguridad bajaban la verja del bar que hay en esa esquina para impedir que varios ´celtarras´ se uniesen a la reyerta. "Sólo queríamos defender a los chicos que estaban fuera", indica uno de los que quedaron enclaustrados.
S.V.G., entre tanto, yacía ensangrentado en el suelo. "Hasta que alguien me vio por la ventana del bar y me metieron dentro", relata el joven. La ambulancia llegaría pronto, pero S.V.G. tardó algunos minutos en acceder a ella. "La policía no dejaba abrir la verja. Y después no dejaron que nadie me acompañase en la ambulancia, ni siquiera mi primo". Anticipa que se está planteando denunciar ante la justicia la actuación de las fuerzas policiales además de la demanda contra los agresores colchoneros que va aparejada al parte de lesiones elaborado en Povisa, donde fue tratado y posteriormente dado de alta.
S.V.G. compartiría la ambulancia que lo llevó al centro médico con otro herido, un joven con la nariz rota a causa del golpe de una porra policial. Aunque este aficionado presentaba en ese momento problemas de visión, parece que no le quedarán secuelas. S.V.G., por su parte, tiene un dedo fracturado, esguince cervical y cuatro heridas grandes en la cabeza, que han requerido aproximadamente un centenar de puntos de sutura.
Responsables del dispositivo de seguridad informan de que no hubo detenciones. El grupo del Frente Atlético, que aparentemente se había dividido en dos en el momento del disturbio (a Vigo viajaron unos setenta), presenció el choque en la grada de Río Bajo y fue conducido a su autobús un cuarto de hora después del encuentro.
La batalla campal se inició aproximadamente media hora antes del partido en un callejón que desemboca en Manuel de Castro donde suelen reunirse miembros y simpatizantes de Celtarras. "Estaba tomando algo en el bar cuando oí: ´Cuidado, que vienen´. El callejón estaba oscuro", recuerda un testigo. El grito alertaba de la llegada de personas con distintivos del Frente Atlético. "Serían unos treinta", calcula. Irrumpieron en la zona por sorpresa, no desde la calle principal sino por el laberinto de callejuelas que sólo alguien de Vigo conocería. "Creemos que miembros del Frente Atlético que viven en la ciudad los guiaron", indica el testigo, que vio a los atacantes esgrimir navajas y objetos contundentes.
El callejón estaba a rebosar de gente joven, que emprendió la huida. Pero S.V.G., de 17 años, no tuvo tiempo de escapar. Quiso protegerse entre dos coches y allí lo acorralaron los ultras. El chico tiene fresca la memoria del miedo y el dolor: cómo le estallaron una litrona en la cabeza; cómo lo patearon en el suelo entre gritos de "Sieg Heil" y "Heil Hitler" ("Viva la victoria", "Salud a Hitler", consignas nazis). Por completar la imitación nacionalsocialista, rompieron los cristales de un negocio.
S.V.G., que se define únicamente como "socio del Celta", y el testigo consultado aseguran que la policía "tardó en actuar" y que los antidisturbios cargaron con especial dureza contra los seguidores célticos cuando decidieron intervenir. Otro declarante presenció cómo las fuerzas de seguridad bajaban la verja del bar que hay en esa esquina para impedir que varios ´celtarras´ se uniesen a la reyerta. "Sólo queríamos defender a los chicos que estaban fuera", indica uno de los que quedaron enclaustrados.
S.V.G., entre tanto, yacía ensangrentado en el suelo. "Hasta que alguien me vio por la ventana del bar y me metieron dentro", relata el joven. La ambulancia llegaría pronto, pero S.V.G. tardó algunos minutos en acceder a ella. "La policía no dejaba abrir la verja. Y después no dejaron que nadie me acompañase en la ambulancia, ni siquiera mi primo". Anticipa que se está planteando denunciar ante la justicia la actuación de las fuerzas policiales además de la demanda contra los agresores colchoneros que va aparejada al parte de lesiones elaborado en Povisa, donde fue tratado y posteriormente dado de alta.
S.V.G. compartiría la ambulancia que lo llevó al centro médico con otro herido, un joven con la nariz rota a causa del golpe de una porra policial. Aunque este aficionado presentaba en ese momento problemas de visión, parece que no le quedarán secuelas. S.V.G., por su parte, tiene un dedo fracturado, esguince cervical y cuatro heridas grandes en la cabeza, que han requerido aproximadamente un centenar de puntos de sutura.
Responsables del dispositivo de seguridad informan de que no hubo detenciones. El grupo del Frente Atlético, que aparentemente se había dividido en dos en el momento del disturbio (a Vigo viajaron unos setenta), presenció el choque en la grada de Río Bajo y fue conducido a su autobús un cuarto de hora después del encuentro.
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