Falta poco menos de las cinco de la tarde cuando Alberto y su pareja P.M fueron ayer al Estadio de Cornellá-El Prat para ver el partido entre el RCD Espanyol y el Athletic de Bilbao. Alberto es socio blanquiazul y su compañera sentimental es aficionada del club bilbaíno y desde que vive en Barcelona tiene muy pocas ocasiones de ver a su equipo en directo. La joven aprovechó el carné libre de la familia para acompañar a su novio en un partido tan especial para ella.
Alberto iba vestido con la camiseta del Espanyol y ella con la del Athletic de Bilbao. Llevaba vaqueros, y una chaqueta que sólo dejaba ver la parte de debajo de la camiseta. Cuando llegaron a su acceso, Puerta 31-35 en el sector 204, uno de los empleados pidió a la joven que se pusiera la camiseta por dentro, de manera que no se vieran los colores rojiblancos. "Pensé que no tenía importancia lo que me decía, que sólo era para cachearme, así que seguí adelante hasta que me obligaron a parar de nuevo", explica la joven de 30 años. P.M fue apartada momentáneamente del resto de la gente que entraba al estadio hasta que llegó un segundo empleado y le obligó de nuevo a ponerse la camiseta por dentro. "No fue una recomendación, ni unas palabras amigables, me lo dijo de malas formas y de forma imperativa, así que le hice caso porque no quería problemas", asegura. Su compañero Alberto, se acercó para ver qué pasaba y cuál era el problema y recibió la misma respuesta por parte de los dos empleados del club blanquiazul que no quisieron darles más explicaciones. "Eso fue lo que más nos dolió".
"Me hundieron la tarde, fue como una humillación", explica la joven que no entiende "porque no podía lucir mi camiseta en una zona del estadio en que no había hinchas radicales y cuando iba acompañada de mi chico que es del Espanyol". P.M estuvo hace poco en Mestalla presenciando la final de Copa del Rey entre el Barça y el Athletic. "No tuvimos ningún problema, también he estado en otros campos como Montjuïc o el Bernabéu y nunca me había encontrado con una situación tan indignante como esta", explica. Molesta, aguantó todo el partido y vio como su equipo sucumbía ante los hombres de Pochettino. "Sólo me queda resignarme, pero la verdad es que es una injusticia muy grande y todavía hoy me dura el enojo", asegura.
Desde el club banquiazul han asegurado que no tienen ningún conocimiento de este incidente y han dejado claro que "la política de seguridad del club permite perfectamente que los aficionados vengan ataviados con la camiseta que quieran". También han querido recalcar "que el ambiente entre las dos aficiones fue ejemplar, y que se pudieron ver muchas imágenes por televisión de aficionados vascos luciendo sus camisetas en la grada junto a otros del Espanyol". No fue ese el caso de P.M, que no pudo hacer gala de su afición por el Athletic en ningún momento. Dice que la próxima vez "se lo pensará dos veces" antes de acudir al campo con su camiseta.
Alberto iba vestido con la camiseta del Espanyol y ella con la del Athletic de Bilbao. Llevaba vaqueros, y una chaqueta que sólo dejaba ver la parte de debajo de la camiseta. Cuando llegaron a su acceso, Puerta 31-35 en el sector 204, uno de los empleados pidió a la joven que se pusiera la camiseta por dentro, de manera que no se vieran los colores rojiblancos. "Pensé que no tenía importancia lo que me decía, que sólo era para cachearme, así que seguí adelante hasta que me obligaron a parar de nuevo", explica la joven de 30 años. P.M fue apartada momentáneamente del resto de la gente que entraba al estadio hasta que llegó un segundo empleado y le obligó de nuevo a ponerse la camiseta por dentro. "No fue una recomendación, ni unas palabras amigables, me lo dijo de malas formas y de forma imperativa, así que le hice caso porque no quería problemas", asegura. Su compañero Alberto, se acercó para ver qué pasaba y cuál era el problema y recibió la misma respuesta por parte de los dos empleados del club blanquiazul que no quisieron darles más explicaciones. "Eso fue lo que más nos dolió".
"Me hundieron la tarde, fue como una humillación", explica la joven que no entiende "porque no podía lucir mi camiseta en una zona del estadio en que no había hinchas radicales y cuando iba acompañada de mi chico que es del Espanyol". P.M estuvo hace poco en Mestalla presenciando la final de Copa del Rey entre el Barça y el Athletic. "No tuvimos ningún problema, también he estado en otros campos como Montjuïc o el Bernabéu y nunca me había encontrado con una situación tan indignante como esta", explica. Molesta, aguantó todo el partido y vio como su equipo sucumbía ante los hombres de Pochettino. "Sólo me queda resignarme, pero la verdad es que es una injusticia muy grande y todavía hoy me dura el enojo", asegura.
Desde el club banquiazul han asegurado que no tienen ningún conocimiento de este incidente y han dejado claro que "la política de seguridad del club permite perfectamente que los aficionados vengan ataviados con la camiseta que quieran". También han querido recalcar "que el ambiente entre las dos aficiones fue ejemplar, y que se pudieron ver muchas imágenes por televisión de aficionados vascos luciendo sus camisetas en la grada junto a otros del Espanyol". No fue ese el caso de P.M, que no pudo hacer gala de su afición por el Athletic en ningún momento. Dice que la próxima vez "se lo pensará dos veces" antes de acudir al campo con su camiseta.
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