Fallar una oportunidad clara de gol puede acarrearte más problemas que los estrictamente deportivos, y sino que le pregunten a Román Díaz, jugador del club argentino Almirante Brown.
El centrocampista argentino fue el objetivo de la ira de los Barras (nombre con el que se conoce a los ultras del Almirante Brown) por su desacierto y falta de actitud en el partido que su equipo jugó y empató frente a Defensores de Belgrano.
Al finalizar el encuentro, ocho ultras esperaron al equipo a la salida del Estadio dónde increparon reiteradamente a Roman Díaz. "Vos, Díaz, dejá la joda y poné más huevos si no querés pasarla mal", gritaba uno de ellos. El jugador, harto de las críticas, se acercó a uno de los hinchas y le propinó una bofetada.
Pero, lejos de zanjar tan triste capítulo, los Barras decidieron saldar cuentas con el jugador al día siguiente. Los hinchas intentaron entrar en el entrenamiento pero no pudieron, así que decidieron esperar a Román en el parquing al término del entrenamiento para cobrarse su particular venganza.
Ante la amenaza de los ultras, Román Diaz sacó una pistola y efectuó una serie de disparos al aire para ahuyentar y amedrentar a los Barras. La tensión se apoderó de los protagonistas y, aunque el episodio pudo acabar en tragedia, Román se marchó rápidamente en su coche.
Los Barras prometieron volver y con los ánimos tan caldeados tras esta peculiar manera de solucionar los conflictos entre afición y plantilla, el equipo se sigue entrenando, aunque, eso sí, bajo protección policial.
El centrocampista argentino fue el objetivo de la ira de los Barras (nombre con el que se conoce a los ultras del Almirante Brown) por su desacierto y falta de actitud en el partido que su equipo jugó y empató frente a Defensores de Belgrano.
Al finalizar el encuentro, ocho ultras esperaron al equipo a la salida del Estadio dónde increparon reiteradamente a Roman Díaz. "Vos, Díaz, dejá la joda y poné más huevos si no querés pasarla mal", gritaba uno de ellos. El jugador, harto de las críticas, se acercó a uno de los hinchas y le propinó una bofetada.
Pero, lejos de zanjar tan triste capítulo, los Barras decidieron saldar cuentas con el jugador al día siguiente. Los hinchas intentaron entrar en el entrenamiento pero no pudieron, así que decidieron esperar a Román en el parquing al término del entrenamiento para cobrarse su particular venganza.
Ante la amenaza de los ultras, Román Diaz sacó una pistola y efectuó una serie de disparos al aire para ahuyentar y amedrentar a los Barras. La tensión se apoderó de los protagonistas y, aunque el episodio pudo acabar en tragedia, Román se marchó rápidamente en su coche.
Los Barras prometieron volver y con los ánimos tan caldeados tras esta peculiar manera de solucionar los conflictos entre afición y plantilla, el equipo se sigue entrenando, aunque, eso sí, bajo protección policial.
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