Nadie en la calle de los Cedros (distrito de Tetuán) podía imaginar el pasado domingo que una quedada entre vecinos para seguir la victoria de La Roja, parrillada incluida, podía acabar en la tragedia que finalmente vivieron: siete apuñalados (tres de ellos aún hospitalizados); entre ellos un joven de 19 años y un menor de 13, heridos por cortes con arma blanca. Todos fueron atacados por cinco miembros de una misma familia, de los cuales, tres aún están en busca y captura. Los otros dos ya han sido detenidos y han ingresado en prisión preventiva.
La veintena de aficionados, todos amigos y vecinos del barrio, se había congregado en un local privado en el número 57 de la citada calle. Cuando el árbitro dio el pitido final en la pantalla en la que seguían el encuentro, estalló el júbilo, pero también apareció entre ellos Luis M. B., de 39 años, otro vecino del barrio conocido en la zona por su afición al alcohol y su facilidad para buscar problemas (tiene antecedentes por amenazas, atentado a la autoridad y una reclamación por no presentarse a un juicio, según la policía). "Con ese cerca, los problemas están servidos. Si le ves, te tienes que ir", dice un vecino sobre el agresor.Luis se acercó al local, a pie de calle. "Iba borracho y armado con un palo", según los testigos. Allí pidió a una de las mujeres que preparaba la barbacoa a la puerta del establecimiento que le diese comida, pero esta se negó explicándole que se trataba de una reunión entre amigos, y no de un chiringuito abierto al público. No fue suficiente razón para Luis. El incómodo visitante volvió a reclamar comida y bebida. Esta vez con el palo en alto, según los asistentes, lo que llevó a uno de ellos a propinarle un empujón que le dejó en el suelo. "Se levantó y se fue", relata una de las presentes.
Pero Luis quería la revancha. Instantes después regresó al lugar armado con un cuchillo. Esta vez le acompañaban su padre, Mariano M. M. (con antecedentes por lesiones, según la policía) y dos primos suyos, que salían de ver en partido en un bar situado justo enfrente del local donde festejaban la victoria los agredidos. Además, se sumó al grupo de atacantes el tío de Luis, un conocido patriarca de un clan que vive por la zona, según los vecinos y la policía.
Una de las víctimas "trató de sujetar a Luis por las muñecas para que soltase el arma", recuerda una testigo, "pero otro de sus familiares le apuñaló por la espalda". "Fue horrible. Todo el mundo chillaba y empezó a bajar gente de sus casas. Había sangre y gente por el suelo. Se escuchaban golpes...", añade visiblemente afectada.
De la multitudinaria reyerta, acabaron siete personas heridas: cinco adultos que tuvieron que ser hospitalizados, un menor de 13 años que sufrió cortes en el abdomen cuando intervino para evitar que su padre se llevase un segundo cuchillazo, según el auto judicial, y otro joven de 19 años al que rajaron el abdomen, la mano y sufrió un desprendimiento de retina por la paliza que además le propinaron los agresores.
"Vámonos, vámonos, que hemos matado a los payos", recuerda la familiar de una de las víctimas que decían los agresores antes de abandonar el lugar "tranquilamente". El dueño del bar Castilla, que acababa de echar el cierre, no se podía creer que fuese uno de los vecinos que minutos antes había visto siguiendo el partido en el local de enfrente de su bar, el que le solicitase ayuda ensangrentado: "Ábreme la reja, que me han apuñalado", le pidió. El tabernero había atendido "sin ningún problema" en su negocio al padre y a los primos de Luis durante el partido, y también Luis se había acercado por allí. "Él no llegó a entrar porque su padre sabía que a mí no me gusta que esté en el bar, por un problemilla que tuve con él hace tiempo", cuenta el trabajador. "Su padre le dio algo de dinero, y se fue", añade.
Otro testigo afirma tener "grabada en la memoria" la imagen "dantesca" que se encontró tras la reyerta: "Se llenó esto de policías y de ambulancias. Había un chico sentado en un bordillo tapándose una herida en la tripa, otro, taponándose un costado, y uno tumbado boca abajo que parecía que estaba muerto", asegura. Los cinco apuñalados más graves tuvieron que ser trasladados a hospitales. Tres a La Paz, uno al Gregorio Marañón y otro al 12 de Octubre. Dos de ellos fueron ayer dados de alta. Los otros tres siguen ingresados con una perforación en el colon, otra en el pulmón y otra en el abdomen con el desgarro de una arteria, respectivamente.
De los agresores, Luis y su padre están detenidos y permanecen en prisión por orden del juez que instruye el caso. Los otros tres siguen en busca y captura. Algún vecino aseguró haber visto a uno de ellos ayer merodeando por el barrio.
Este suceso se conoció ayer a raíz de que se hiciera público el auto de ingreso en prisión de los dos detenidos, por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Hasta la fecha, ningún organismo, en especial la Jefatura Superior de Policía, había informado del mismo. "Se trata de una pelea entre gitanos que no tiene nada que ver con el dispositivo de celebración del Mundial, que estaba desplegado entre Colón, Cibeles y Recoletos", se justificó una portavoz policial.
La veintena de aficionados, todos amigos y vecinos del barrio, se había congregado en un local privado en el número 57 de la citada calle. Cuando el árbitro dio el pitido final en la pantalla en la que seguían el encuentro, estalló el júbilo, pero también apareció entre ellos Luis M. B., de 39 años, otro vecino del barrio conocido en la zona por su afición al alcohol y su facilidad para buscar problemas (tiene antecedentes por amenazas, atentado a la autoridad y una reclamación por no presentarse a un juicio, según la policía). "Con ese cerca, los problemas están servidos. Si le ves, te tienes que ir", dice un vecino sobre el agresor.Luis se acercó al local, a pie de calle. "Iba borracho y armado con un palo", según los testigos. Allí pidió a una de las mujeres que preparaba la barbacoa a la puerta del establecimiento que le diese comida, pero esta se negó explicándole que se trataba de una reunión entre amigos, y no de un chiringuito abierto al público. No fue suficiente razón para Luis. El incómodo visitante volvió a reclamar comida y bebida. Esta vez con el palo en alto, según los asistentes, lo que llevó a uno de ellos a propinarle un empujón que le dejó en el suelo. "Se levantó y se fue", relata una de las presentes.
Pero Luis quería la revancha. Instantes después regresó al lugar armado con un cuchillo. Esta vez le acompañaban su padre, Mariano M. M. (con antecedentes por lesiones, según la policía) y dos primos suyos, que salían de ver en partido en un bar situado justo enfrente del local donde festejaban la victoria los agredidos. Además, se sumó al grupo de atacantes el tío de Luis, un conocido patriarca de un clan que vive por la zona, según los vecinos y la policía.
Una de las víctimas "trató de sujetar a Luis por las muñecas para que soltase el arma", recuerda una testigo, "pero otro de sus familiares le apuñaló por la espalda". "Fue horrible. Todo el mundo chillaba y empezó a bajar gente de sus casas. Había sangre y gente por el suelo. Se escuchaban golpes...", añade visiblemente afectada.
De la multitudinaria reyerta, acabaron siete personas heridas: cinco adultos que tuvieron que ser hospitalizados, un menor de 13 años que sufrió cortes en el abdomen cuando intervino para evitar que su padre se llevase un segundo cuchillazo, según el auto judicial, y otro joven de 19 años al que rajaron el abdomen, la mano y sufrió un desprendimiento de retina por la paliza que además le propinaron los agresores.
"Vámonos, vámonos, que hemos matado a los payos", recuerda la familiar de una de las víctimas que decían los agresores antes de abandonar el lugar "tranquilamente". El dueño del bar Castilla, que acababa de echar el cierre, no se podía creer que fuese uno de los vecinos que minutos antes había visto siguiendo el partido en el local de enfrente de su bar, el que le solicitase ayuda ensangrentado: "Ábreme la reja, que me han apuñalado", le pidió. El tabernero había atendido "sin ningún problema" en su negocio al padre y a los primos de Luis durante el partido, y también Luis se había acercado por allí. "Él no llegó a entrar porque su padre sabía que a mí no me gusta que esté en el bar, por un problemilla que tuve con él hace tiempo", cuenta el trabajador. "Su padre le dio algo de dinero, y se fue", añade.
Otro testigo afirma tener "grabada en la memoria" la imagen "dantesca" que se encontró tras la reyerta: "Se llenó esto de policías y de ambulancias. Había un chico sentado en un bordillo tapándose una herida en la tripa, otro, taponándose un costado, y uno tumbado boca abajo que parecía que estaba muerto", asegura. Los cinco apuñalados más graves tuvieron que ser trasladados a hospitales. Tres a La Paz, uno al Gregorio Marañón y otro al 12 de Octubre. Dos de ellos fueron ayer dados de alta. Los otros tres siguen ingresados con una perforación en el colon, otra en el pulmón y otra en el abdomen con el desgarro de una arteria, respectivamente.
De los agresores, Luis y su padre están detenidos y permanecen en prisión por orden del juez que instruye el caso. Los otros tres siguen en busca y captura. Algún vecino aseguró haber visto a uno de ellos ayer merodeando por el barrio.
Este suceso se conoció ayer a raíz de que se hiciera público el auto de ingreso en prisión de los dos detenidos, por parte del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Hasta la fecha, ningún organismo, en especial la Jefatura Superior de Policía, había informado del mismo. "Se trata de una pelea entre gitanos que no tiene nada que ver con el dispositivo de celebración del Mundial, que estaba desplegado entre Colón, Cibeles y Recoletos", se justificó una portavoz policial.
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