Barcelona, Valencia, Madrid y todas las ciudades ibéricas se han llenado de júbilo en medio de cánticos que alientan al equipo de Vicente del Bosque
España estalló esta noche en una fiesta. Fuegos artificiales, bocinazos de automóviles y gritos, muchos gritos, se escucharon en las calles de todo país cuando el árbitro pitó el 1-0 con el que La Roja eliminó a Alemania y se metió en la primera final de su historia en un Mundial.
“¡Yo soy español, español, español!”. El grito se hizo unánime en bares y en grupos de gente que inundó las calles del país para celebrar con euforia la gesta de los de Vicente del Bosque. Los automóviles hacían sonar sus bocinas mientras sus ocupantes agitaban banderas. Grupos de personas con los colores de la selección los jaleaban.
“¡Adiós, Alemania, adiós!”. El cántico de esperanza que se llevaba coreando durante todo el día se convirtió en realidad y dio paso a un “¡A por Holanda!”, próximo rival de España en la final este domingo.
“Esto es histórico”, gritaba un hombre en Madrid. En la capital española, miles de personas congregadas en las inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu saltaron de alegría junto a la pantalla gigante, de 60 metros cuadrados, instalada durante todo el Mundial de Sudáfrica 2010 para ver a la selección española en directo.
DURANTE EL PARTIDO
Olvidados quedaron los nervios y el calor sofocante vivido durante la noche veraniega entre un agitar de banderas rojigualdas. Y también la crisis económica y los problemas que atraviesa el país. Las lágrimas afloraron en los rostros de muchos de los seguidores que convirtieron los alrededores del estadio en una marea roja que, con el final del partido, inundó el céntrico Paseo de la Castellana.
“¡Estamos en la final! ¡Estamos en la final!”, gritaba una joven con los colores de España pintados en los carrillos. “¡Yo soy español, español, español!”, celebraba otro con una de las consignas más escuchadas de la noche. Y daba abrazos y más abrazos a todo el que se le acercaba.
Los nombres de Iker Casillas, el portero y capitán de la selección, y Carles Puyol, autor del gol de la victoria, eran los más coreados de la noche.
Las calles de la capital española habían quedado casi desiertas poco después del inicio del partido. Y desde balcones y ventanas abiertos de par en par por el calor salieron los gritos de ánimo y el gran festejo del gol que dio a España el pase a un sueño.
“Hemos estado a punto de que nos diera un infarto”, contaba una joven tras ver el partido junto a su novio en un bar madrileño. “Hemos pasado muchos nervios, yo tenía mucho miedo de que marcase Alemania”.
Durante casi dos horas, el país estuvo pendiente de un partido histórico que los españoles habían estado esperando con banderas del país colgadas en balcones y escaparates de comercios. Muchos habían acudido a su jornada laboral con la camiseta de la selección o vestidos de rojo, el mismo atuendo con el que después se fueron a ver el partido.
No sólo los bares y centros de ocio fueron punto de reunión para presenciar la semifinal entre España y Alemania. En el Hospital de la Paz, en Madrid, el partido se vio en todas las salas de espera.
En Pamplona, en plena celebración de los sanfermines, se instaló una pantalla gigante para ver el encuentro horas antes del segundo encierro de toros. En Zaragoza hubo otra. Y la escena de cientos de personas congregadas frente a esos monitores se repitió también en otros lugares del país.
“Después de ganar a Alemania no hay duda”, aseguraba un hombre. “¡Campeones, campeones, oe, oe, oe!”. El sueño de ganar el primer Mundial de fútbol quedó esta noche para los españoles al alcance de la mano.
España estalló esta noche en una fiesta. Fuegos artificiales, bocinazos de automóviles y gritos, muchos gritos, se escucharon en las calles de todo país cuando el árbitro pitó el 1-0 con el que La Roja eliminó a Alemania y se metió en la primera final de su historia en un Mundial.
“¡Yo soy español, español, español!”. El grito se hizo unánime en bares y en grupos de gente que inundó las calles del país para celebrar con euforia la gesta de los de Vicente del Bosque. Los automóviles hacían sonar sus bocinas mientras sus ocupantes agitaban banderas. Grupos de personas con los colores de la selección los jaleaban.
“¡Adiós, Alemania, adiós!”. El cántico de esperanza que se llevaba coreando durante todo el día se convirtió en realidad y dio paso a un “¡A por Holanda!”, próximo rival de España en la final este domingo.
“Esto es histórico”, gritaba un hombre en Madrid. En la capital española, miles de personas congregadas en las inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu saltaron de alegría junto a la pantalla gigante, de 60 metros cuadrados, instalada durante todo el Mundial de Sudáfrica 2010 para ver a la selección española en directo.
DURANTE EL PARTIDO
Olvidados quedaron los nervios y el calor sofocante vivido durante la noche veraniega entre un agitar de banderas rojigualdas. Y también la crisis económica y los problemas que atraviesa el país. Las lágrimas afloraron en los rostros de muchos de los seguidores que convirtieron los alrededores del estadio en una marea roja que, con el final del partido, inundó el céntrico Paseo de la Castellana.
“¡Estamos en la final! ¡Estamos en la final!”, gritaba una joven con los colores de España pintados en los carrillos. “¡Yo soy español, español, español!”, celebraba otro con una de las consignas más escuchadas de la noche. Y daba abrazos y más abrazos a todo el que se le acercaba.
Los nombres de Iker Casillas, el portero y capitán de la selección, y Carles Puyol, autor del gol de la victoria, eran los más coreados de la noche.
Las calles de la capital española habían quedado casi desiertas poco después del inicio del partido. Y desde balcones y ventanas abiertos de par en par por el calor salieron los gritos de ánimo y el gran festejo del gol que dio a España el pase a un sueño.
“Hemos estado a punto de que nos diera un infarto”, contaba una joven tras ver el partido junto a su novio en un bar madrileño. “Hemos pasado muchos nervios, yo tenía mucho miedo de que marcase Alemania”.
Durante casi dos horas, el país estuvo pendiente de un partido histórico que los españoles habían estado esperando con banderas del país colgadas en balcones y escaparates de comercios. Muchos habían acudido a su jornada laboral con la camiseta de la selección o vestidos de rojo, el mismo atuendo con el que después se fueron a ver el partido.
No sólo los bares y centros de ocio fueron punto de reunión para presenciar la semifinal entre España y Alemania. En el Hospital de la Paz, en Madrid, el partido se vio en todas las salas de espera.
En Pamplona, en plena celebración de los sanfermines, se instaló una pantalla gigante para ver el encuentro horas antes del segundo encierro de toros. En Zaragoza hubo otra. Y la escena de cientos de personas congregadas frente a esos monitores se repitió también en otros lugares del país.
“Después de ganar a Alemania no hay duda”, aseguraba un hombre. “¡Campeones, campeones, oe, oe, oe!”. El sueño de ganar el primer Mundial de fútbol quedó esta noche para los españoles al alcance de la mano.
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