Mauro Martín, líder de "La Doce" (nombre con el que se conoce a la barra de Boca), y Rafael Di Zeo, ex capo que se vio desbancado al ir a prisión, se prometieron "vendetta" públicamente en La Bombonera. Uno jura no dejar su lugar de poder y el otro quiere retomarlo a toda costa.
A raíz de los acontecimientos, el Comité de Seguridad analizaba que el cotejo en el que Boca deberá visitar a Vélez Sarsfield, el próximo domingo, sea presenciado solamente por hinchas locales. Pero el ente no encontró motivo para que se aplique tal sanción y otorgó 2.000 localidades para los socios del club de la ribera porteña.
La dirigencia del conjunto "azul y oro" tendrá que proveer a las autoridades una lista con 3.500 aspirantes a los tickets -determinados por un ranking interno- y el organismo se encargará de filtrar a aquellos que por alguna razón no puedan ingresar al estadio Amalfitani. Con ese método, en teoría, se podrá identificar a los violentos y no otorgarles sus entradas.
La disputa no es simplemente por un lugar en cierto sector de la tribuna popular. El conflicto surge por los beneficios, económicos y políticos, a los que se accede desde el comando de la barra. Y uno de ellos, curiosamente el menos valioso, es el ingreso a cualquier cancha para ver a su equipo, sean 500, 2.000 o 50.000 las plazas disponibles.
En el caso de que se pueda prevenir que los barras presencien el encuentro, otro factor de riesgo sería un posible combate en el barrio aledaño al estadio. Pero si no puede impedirse el ingreso, lo más peligroso es que compartirán la tribuna sin ningún límite físico que los separe.
Los únicos perjudicados en toda esta historia seguirán siendo el fútbol y los socios que legítimamente quieran ver un partido de su equipo favorito.
Así quedó en evidencia durante el encuentro del domingo pasado. Mientras los grupos rivales -ubicados en las populares opuestas- se amenzaban con cánticos agresivos, desde el resto de las localidades ganó fuerza el reclamo de la mayoría del pueblo boquense: "Griten por Boca, la p... que los parió..."
A raíz de los acontecimientos, el Comité de Seguridad analizaba que el cotejo en el que Boca deberá visitar a Vélez Sarsfield, el próximo domingo, sea presenciado solamente por hinchas locales. Pero el ente no encontró motivo para que se aplique tal sanción y otorgó 2.000 localidades para los socios del club de la ribera porteña.
La dirigencia del conjunto "azul y oro" tendrá que proveer a las autoridades una lista con 3.500 aspirantes a los tickets -determinados por un ranking interno- y el organismo se encargará de filtrar a aquellos que por alguna razón no puedan ingresar al estadio Amalfitani. Con ese método, en teoría, se podrá identificar a los violentos y no otorgarles sus entradas.
La disputa no es simplemente por un lugar en cierto sector de la tribuna popular. El conflicto surge por los beneficios, económicos y políticos, a los que se accede desde el comando de la barra. Y uno de ellos, curiosamente el menos valioso, es el ingreso a cualquier cancha para ver a su equipo, sean 500, 2.000 o 50.000 las plazas disponibles.
En el caso de que se pueda prevenir que los barras presencien el encuentro, otro factor de riesgo sería un posible combate en el barrio aledaño al estadio. Pero si no puede impedirse el ingreso, lo más peligroso es que compartirán la tribuna sin ningún límite físico que los separe.
Los únicos perjudicados en toda esta historia seguirán siendo el fútbol y los socios que legítimamente quieran ver un partido de su equipo favorito.
Así quedó en evidencia durante el encuentro del domingo pasado. Mientras los grupos rivales -ubicados en las populares opuestas- se amenzaban con cánticos agresivos, desde el resto de las localidades ganó fuerza el reclamo de la mayoría del pueblo boquense: "Griten por Boca, la p... que los parió..."
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