Se vivió in situ el arranque de la temporada más extraña en la historia de la sección baloncestística de Olympiacos. Descendido de la máxima división a nivel nacional, el equipo de El Pireo debutaba como local en esta Euroliga ante Valencia Basket y era momento de comprobar cómo el infierno griego aprieta... pero menos.
¿La mejor forma de hacerlo? En la grada más radical del pabellón de la Paz y la Amistad. Con los Ultras. Algo anestesiados por el bajón de su equipo y las alturas de temporada pero conservando ciertos privilegios sobre el resto de la afición.
Se comprueba nada más llegar a la taquilla. Debut europeo en casa, tiempo de retirar abonos y, para el forastero, de colas interminables en busca de entradas. Quedan 10 minutos para el inicio. No llegamos. ¿Problemas? No para todos. Siempre hay quien sale beneficiado.
No tardan en aparecer los que, seguro, tienen lo que buscas. Conversación ágil, hospitalidad y propuesta racional a estas horas: 20 euros por pasar al pabellón. Pase, sí, porque la entrada física jamás aparecerá. El objetivo era vivir la experiencia de un partido de baloncesto en Grecia. Casi de rebote, vendrá con todos los extras. Y además puede quedar un reportaje curioso. Adelante. Sin pensarlo.Acompañados de cuatro ultras, ponemos rumbo a una zona privada del pabellón, sin iluminar, donde la seguridad es más agradable de lo habitual (luego les verás viviendo el partido sin peto y con sus colegas), abriendo zonas teóricamente cerradas al público y controlando unos tornos bloqueados que, al menos hoy, no van a suponer un problema.Con nervios pero estamos dentro.
Nos despedimos. Relación corta pero intensa. Negocio redondo y ni una mala cara. 80 para ellos, un partido para nosotros y una recomendación a modo de adiós: "Aquí dentro, tened cuidado y hablad sólo en inglés". Hay más nervios, no nos engañemos. Da igual en qué idioma hables, llevas la palabra FORASTERO tatuada en la frente. Lástima de una gorra.Con esa advertencia, el siguiente paso es sencillo: vámonos a la otra punta del pabellón. Pero, ahora sí, la seguridad hará su trabajo: "Only in this area". O lo que es lo mismo: los Ultras tienen un fondo delimitado con cristales blindados, grandes medidas de seguridad y que gobiernan a su antojo, pero de ahí no se mueven.
El ambiente no es el de las grandes citas. No esperes bengalas pero sí, cánticos, ánimos continuos y una humareda que perfuma alegremente un fondo regado cada vez con más cerveza. A la izquierda, los bulliciosos; a la derecha, incluso una familia con niños.
Todos en su microcosmos.Balón al aire. Spanoulis dirige, Milutinov domina y Olympiacos comanda un duelo con poca historia. +24 al descanso.Ni hablar de ir al bar o al baño. Imposible. No hay ni una cosa ni otra. Las puertas, eso sí, siempre abiertas. Por algún lado tiene que colarse la cerveza.El partido transcurre con normalidad: la intensidad aumenta, la cebada hace de las suyas en el ala izquierdo y el germen se va extendiendo a la diestra. Es la primera victoria en casa de una temporada rara: all in a la Euroliga.
La evacuación es infinitamente más tranquila que si Valencia hubiese dado un disgusto. De nuestros amigos, ni rastro, por cierto. Más allá del resultado está el negocio y, ahora mismo, vivir un partido con ellos podría incluirse en un pack de aventuras. Seguro que en abril estos angelitos son menos acogedores.
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