El coronavirus continúa subiendo sus cifras de contagiados en España a un ritmo peligrosamente similar en progresión al que dibuja la curva en Italia, desgraciado pionero en estas lides en Europa. Aún sin conocer cuál fue el motivo real por el que ha surgido esta pandemia, siguen destapándose errores de una gravedad extrema por parte del Gobierno español, y el encuentro de vuelta de la Champions League que midió al Valencia y al Atalanta se desmarca como escenario de uno de ellos.
Con la crisis del coronavirus ya destapada horas después de la manifestación del 8M, el Gobierno de Pedro Sánchez permitió la entrada en España de aficionados italianos de la Atalanta para apoyar a su equipo en un encuentro que la UEFA coordinó para su celebración a puerta cerrada, precisamente por el alto riesgo de contagio en Mestalla si se dejaba entrar a una multitud, con un porcentaje proveniente de Italia.
Los seguidores de la Atalanta camparon a sus anchas por la ciudad del Turia antes, durante y después del partido, pudiendo acudir, sin restricciones, a recibir a la expedición del equipo neroazzurri a su llegada al hotel el lunes previo al partido, e incluso saliendo de fiesta por los locales de moda de Valencia después de confirmarse la clasificación del conjunto de la región de Lombardía, una de las zonas más afectadas en todo el mundo por el virus del Covid-19.
Un partido que sí se podía controlar
El discurso emitido por diferentes representantes del Gobierno, acudiendo a que la expansión del virus «no se podía controlar», resulta absolutamente contradictorio con las nulas precauciones tomadas a la hora de chequear primero la entrada y más tarde la presencia de seguidores del Atalanta en Valencia, con el inmenso riesgo de contagio a ciudadanos españoles que ello podía encarnar.
Se exime de responsabilidades a Sánchez de la celebración del encuentro, a cuyo precedente en la ida acude el Valencia como club para explicar los positivos de jugadores y técnicos del primer equipo, pero no de la presencia de ciudadanos provenientes de un lugar de contagio masivo que ya había sido comprobado por aficionados y periodistas, ingresados en el hospital con coronavirus tras acudir a San Siro al partido de ida de la eliminatoria.
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