Juventus Stadium de Turín. Juventus-Atlético de Madrid. Último partido de la fase de grupos de la Champions League. Mientras todos las miradas se centraban en el cálido ambiente que precedió a un encuentro soporífero con aires de biscotto, el objetivo del fotógrafo italiano de la agencia Reuters Giorgio Perottino enfocó a uno de los fondos del coso turinés. Allí, casi a pie de campo, un grupo de exaltados seguidores atléticos exhibía banderas y bufandas del ‘Escuadrón Atlético 1903’, facción del Frente Atlético, el grupo ultra del conjunto rojiblanco. Apenas eran una decena, pero no dudaron en mostrar con exultante orgullo los elementos distintivos de un grupo que está en el ojo del huracán después del trágico enfrentamiento con los Riazor Blues que se saldó con la muerte de un radical deportivista. Una imagen que versa sobre impunidad y que supone un claro desafío a las autoridades españolas.
La estampa revuelve las tripas. Al tiempo, deja patente que los radicales siguen desafiando las medidas para desligarles del pacífico espectáculo que se supone debería ser el fútbol. "El Atlético ha decido expulsar al Frente Atlético del Calderón". El pasado 2 de diciembre, en una entrevista con Deportes Cuatro, el consejero delegado del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Gil Marín, confirmaba que el club rojiblanco había tomado la decisión de erradicar a los miembros del grupo ultra de la grada del Calderón. Una declaración a priori tajante y loable pero que en la práctica está repleta de aristas. Dos días después de la multitudinaria reyerta en Madrid Río se expulsaba de la entidad a los 15 ultras detenidos o identificados tras la batalla campal. Del mismo modo decidía dar de baja al Frente “como peña oficial”, así como “cesar cualquier relación” con los violentos. Además anunciaba que pondrá “todos los medios a su alcance para impedir la exhibición en el interior del Calderón de pancartas u otros elementos distintivos de dicho grupo”.
En otras palabras, una expulsión que nada tiene que ver con el de disolución. Algo para lo que, tal y como aclaró Cerezo, el equipo no tiene potestad para llevar a cabo. “La disolución en términos legales del Frente Atlético como asociación privada o entidad con personalidad jurídica propia no es competencia del club y, por tanto, no puede ser ejecutada por el club, sino que serán las autoridades competentes las que deberán valorar y/o ejecutar dicha disolución”, aclaraba la entidad colchonera a través de un comunicado.
“#ElFrenteNoSeMueve”, fue la respuesta a través de Twitter de los ultras rojiblancos. Analizando con un poco de sosiego el perfil de una de las facciones del sector ultra del equipo del Manzanares, vemos cómo su actividad roza lo frenético. No se esconden Estuvieron presentes en Elche el pasado sábado, acompañando al equipo en su último compromiso liguero. En la previa del choque, desde el Vicente Calderón se señalaba que sólo unas 25 de las 1.350 entradas requeridas por el club habían sido solicitadas por los abonados de la Grada Joven, la zona del campo donde se ubicaba el Frente Atlético. Eso sí, resulta evidente que nadie pudo garantizar que, de forma individual algún socio del colectivo, aunque estuviera dentro de los ‘no fichados’ por las fuerzas y cuerpos de seguridad, viajase. Sucedió el sábado en el desplazamiento a la ciudad ilicitana y se pudo comprobar el martes en Turín.
UN SILENCIO INQUIETANTE
Es en este contexto de agitación masiva cuando los profesionales del fútbol, esos espejos en los que se mira tanta gente, deberían dar un paso al frente que, de momento, brilla por su ausencia. Es el caso del Cholo Simeone. En la rueda de prensa previa al partido ante la Juventus se le pidió parecer sobre los gritos de los violentos. "Pienso que tenemos un partido muy importante contra la Juventus", contestó. Una actitud incomprensible. Aunque quiera, ni él ni el resto de profesionales debería pasar por alto ese “problema social” al que el propio técnico argentino aludió el día del Atleti-Deportivo. Porque, al igual que se prestó para situar a Koke al nivel de Messi y Cristiano en un anuncio de una de las televisiones privadas que tienen los derechos de la Liga, podría, por su influencia sobre la afición que ve en él a una suerte de Mesías, para condenar unos hechos que no deben quedar impunes. Un flaco favor a una lacra que costará mucho liquidar.
Por su parte, el martes, la Federación de Peñas del Rayo Vallecano se puso manos a la obra y condenó "cualquier acto de violencia en el fútbol" y ha instado a la directiva del club a establecer los mecanismos oportunos para expulsar del Estadio de Vallecas a cualquier aficionado que estuviese implicado e identificado en los altercados de la mañana negra del 30 noviembre. "Desde esta Federación condenamos y condenaremos cualquier acto de violencia en el fútbol, no obviando que los autores de la muerte de un aficionado siguen en libertad y sin recaer sobre ellos los pertinentes castigos", dice el comunicado. Además, pide a la directiva presidida por Raúl Martín Presa "que al igual que han hecho otros equipos directamente implicados, establezca los mecanismos oportunos para expulsar" del estadio "a cualquier aficionado que estuviese implicado e identificado en los altercados de Madrid Río".
Mientras el presidente de la LFP, Javier Tebas, se enfrasca en una guerra absurda por diferenciar el ‘insulto’ del ‘grito intolerante’ y el Ministerio del Interior decide cesar a los coordinadores de seguridad de Atlético y Deportivo, los energúmenos que utilizan el fútbol como pretexto para dar rienda suelta a la violencia siguen luciendo con el brazo extendido en los estadios. El camino está plagado de espinas. Será largo, tedioso y la solución se escapa por momentos.
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