El Celta no estuvo solo en El Molinón. Un millar de aficionados célticos se dejaron notar en el coliseo asturiano que presentaba una entrada superior a los 15.000 espectadores, un ambientazo para tratarse de un partido de Segunda División.
Los aficionados celeste se agolparon en una de las gradas frontales pero muy escorados, casi a la altura del banderín de córner.
Se dejaron notar con sus camisetas, banderas y pancartas. Y lo hicieron ya desde el principio, pese a que la afición local llevaba en volandas al Sporting en cada jugada de ataque que hilvanaban los de Manolo Preciado. Pero cuanto más se dejaron notar fue a raíz del gol, cuando los hinchas gijoneses quedaron tocados con el marcador en contra. De ahí hasta el final fue cuando los vigueses tuvieron mayor capacidad para dejarse oír pese a encontrarse en franca inferioridad.
Nada más acabar el partido los jugadores se dirigieron a la zona en donde se encontraban para agradecerle el apoyo prestado. También en la antesala del encuentro y en cada cambio uno de los primeros gestos de los hombres relevados siempre era hacia el tendido.
A lo largo de toda la temporada el Celta nunca ha estado solo en ninguna de sus salidas, pero la relativa proximidad entre Gijón y Vigo revalidó de nuevo la vieja competencia que existe entre las dos aficiones. En esta ocasión no hubo que lamentar ningún tipo de incidentes. La cordialidad marcó las relaciones entre ambas hinchadas.
Los aficionados celeste se agolparon en una de las gradas frontales pero muy escorados, casi a la altura del banderín de córner.
Se dejaron notar con sus camisetas, banderas y pancartas. Y lo hicieron ya desde el principio, pese a que la afición local llevaba en volandas al Sporting en cada jugada de ataque que hilvanaban los de Manolo Preciado. Pero cuanto más se dejaron notar fue a raíz del gol, cuando los hinchas gijoneses quedaron tocados con el marcador en contra. De ahí hasta el final fue cuando los vigueses tuvieron mayor capacidad para dejarse oír pese a encontrarse en franca inferioridad.
Nada más acabar el partido los jugadores se dirigieron a la zona en donde se encontraban para agradecerle el apoyo prestado. También en la antesala del encuentro y en cada cambio uno de los primeros gestos de los hombres relevados siempre era hacia el tendido.
A lo largo de toda la temporada el Celta nunca ha estado solo en ninguna de sus salidas, pero la relativa proximidad entre Gijón y Vigo revalidó de nuevo la vieja competencia que existe entre las dos aficiones. En esta ocasión no hubo que lamentar ningún tipo de incidentes. La cordialidad marcó las relaciones entre ambas hinchadas.
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