La eliminación de Polonia de la presente Eurocopa ha restado bastante colorido en el país. Los coches locales ya no llevan las banderolas con los colores del país repartidas por el Gobierno antes del inicio del torneo. Y sólo las aficiones de los equipos en liza intentan darle vida al asunto. Una de las hinchadas que más se ha movilizado para apoyar a su selección es la croata, protagonista en las calles del centro histórico de Gdansk, y convencida de que el actual combinado dirigido por Slaven Bilic podrá emular el histórico tercer puesto conseguido por los arlequinados en el Mundial de Francia de 1998.
Los comisarios de la UEFA, sin embargo, no le quitan ojo a una afición croata considerada como una de las más conflictivas del continente. De hecho, ya protagonizó diversos incidentes durante los dos primeros partidos de competición, por lo que el órgano rector europeo extremará su vigilancia en el encuentro de esta noche frente a España.
En el partido inaugural contra Irlanda, desde la zona del campo ocupada por los croatas fueron lanzadas varias bengalas y petardos. Además, uno de sus aficionados saltó al terreno de juego para besar a uno de los hérores nacionales, el seleccionadorSlaven Bilic. La UEFA, a la que no le suele temblar el pulso, castigó el pasado viernes a la Federación de Croacia con 25.000 euros de multa.
Los altercados irían a más en el choque contra Italia. Además de una nueva tanda de lanzamiento de bengalas y botes de humo, un fotógrafo pudo recoger una instantánea en la que un responsable de seguridad retiraba un plátano del campo. Su destinatario bien pudo haber sido el delantero italiano de origen ghanés Mario Balotelli, quien antes de comenzar el torneo amenazó con "matar" a todo aquel que se atreviera a lanzarle uno. La UEFA, que mantiene abierto un expediente disciplinario y decidirá acerca de otra posible sanción, cuenta con un informe de la organización Fútbol Contra el Racismo en Europa en el que se cifra entre 300 y 500 los aficionados croatas que habrían dirigido cánticos xenófobos contra el propio Balotelli.
"No quiero que estos locos vengan al estadio. La gente de Croacia no es racista. Hay que parar a estos aficionados para siempre", clamó Bilic. Pero viendo los precedentes, resulta difícil que la situación pueda cambiar de repente.
En septiembre de 2008, por ejemplo, el delantero inglés Emile Heskey tuvo que escuchar durante buena parte del partido que enfrentó a Inglaterra con Croacia cómo la afición de Zagreb imitaba sonidos simiescos cada vez que tocaba el balón. La Federación Croata tuvo que pagar 19.000 euros por los incidentes.
Mucho más explícito fue ese centenar de aficionados croatas que, durante un amistoso entre Italia y Croacia disputado en Livorno en 2006, formó una esvástica humana. Y Bilic insiste: "Todos ellos deberían ser excluidos de todos los eventos deportivos".
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