Todavía recuerdo una tarde del famoso “otoño dorado” de Polonia, era el año
2007 y estaba recién llegado al país del Águila Blanca, más concretamente al
barrio de Wrzeszcz, Gdańsk. Allí se encuentra el estadio del Lechia Gdańsk que
ese día se medía contra el Arka Gdynia en un famoso derbi, para mí no pasaba de
ser un simple partido de fútbol entre dos equipos desconocidos.
Sin embargo, los helicópteros cruzaban el aire, la policía las calles, y
escuchaba muchos consejos de gentes polacas que decían lo recomendable que era
no salir de casa un día como ese por la zona, por posibles encontronazos con
más de un salvaje. Nunca tuve el valor ni las ganas para ir a ver en directo
este partido. Pronto descubrí el motivo de estas advertencias.
Los hooligans polacos están entre los más peligrosos de todo el mundo,
cualquiera de estos derbis o un simple partido puede convertir al estadio en un
lazo de llamas y dejar entrever batallas campales entre los seguidores de los
equipos rivales, donde las armas, a veces, también están permitidas.
La historia es relativamente reciente. Los primeros disturbios y
confrontaciones se registran desde principios del siglo XX cuando la policía
intervenía de vez en cuando para poner algo de paz en el asunto. Algunos años
después, en 1939, empezó la Segunda Guerra Mundial y con ello la ocupación
alemana del territorio polaco. Los nazis prohibieron las actividades
deportivas, pero pronto surgirían movimientos para organizar encuentros
ilegales con sus respectivas trifulcas…
En estos tiempos revueltos, los hinchas de algunos equipos incluso
colaboraron en la protección de la comunidad judía de la persecución nazi
(actualmente un grupo de seguidores del Cracovia se denominan Jude Gang, algo
así como la Banda Judía). Sin embargo, no se percibía ninguna organización o
algo similar a lo que hoy entendemos por hooligans.
La historia del país iba avanzando, la cruel guerra terminaba y el fútbol
volvía a salir del subsuelo aunque bajo un molesto espectador: el comunismo
soviético (1945-1989). El mismo había cambiado el nombre al país para
transformarlo en la Polska Rzeczpospolita Ludowa (PRL – República Popular de
Polonia) y ejercía su régimen invasivo.
Volviendo en este punto a Gdańsk, parece ser que la violencia no siempre
fue la protagonista, todavía hoy se recuerda por las calles de la histórica
ciudad báltica a los aficionados del Lechia Gdańsk que utilizaban los partidos
para proclamas anticomunistas (como “En los árboles en lugar de colgar hojas,
colgarán los comunistas”) y propaganda política en el estadio. Poco a poco en
Polonia (a partir de los años 70s) los hinchas se empezaron a organizar y
formaban grupos o asociaciones, sin embargo, en esa época a los aficionados les
era difícil viajar con sus equipos. A veces, olvidando la política, las
rivalidades o amistades entre ellos también aparecían y así mismo lo hacían las
peleas, en la mayoría de los casos el gobierno de la órbita soviética intentaba
ocultar los hechos.
Tras cada encuentro, claro, debían enfrentarse o escapar de los cuerpos de
seguridad, el ZOMO (Zmotoryzowane Odwody Milicji Obywatelskiej), algo así como
las reservas mecanizadas de la policía comunista, a los que no gustaba nada
toda aquella propaganda antisoviética y su organización. Corrían a porrazos o
detenían a diestro y siniestro a los aficionados.
Estos hinchas, en particular en la ciudad de Gdansk, formaron parte
importante del movimiento Solidarność, el famoso sindicato que dio pie a un
gran movimiento social que rápidamente se extendió por todo el país y también
por el resto de estadios. Pronto llegaría la sublevación nacional que haría
caer el yugo del comunismo casi medio siglo después, en aquel soñado 1989.
Mientras que en otros países como Inglaterra (en los años 80s un referente
del mundo hooligan) los años 90s fueron sinónimo de tranquilidad en lo que a
hooligans se refiere, no pasó lo mismo con Polonia, donde el movimiento siguió
creciendo influenciado por la depresión económica que asolaba al país tras la
rápida transformación del modelo socialista al de libre mercado. Los intereses
políticos se acababan, sin embargo, llegaban los problemas sociales, paro
juvenil, “exceso de libertad”, dificultad de adaptación al nuevo entorno, etc.
la subcultura de los hooligans se consolidaba y se expandió peligrosamente.
Esto nos lleva a dos de los equipos más peligrosos. Como buenos rivales,
tenían que ser de la misma ciudad, se trata de Cracovia, y los protagonistas:
el Wisła Kraków y el Cracovia. Cuentan con más de un siglo de antigüedad. Nunca
se llevaron bien pero fue en el período comunista cuando las diferencias
quedaron más claras que nunca. En ese momento, el Wisła, “patrocinado” por los
cuerpos militares al mando, se enfrentaba al Cracovia, de una clara idea
antisoviética. Todavía hoy sus derbis son conocidos por ser los más peligrosos
de todo el país, este partido es conocido popularmente como la Guerra Santa
(Święta Wojna) y Cracovia, su casa, conocida como la ciudad de los cuchillos.
¿Por qué la ciudad de los cuchillos? Su origen tiene su base en el
movimiento hooligan. Fueron sólo sus dos clubes los que rechazaron la lucha sin armas. Tras esta inteligente
decisión los ríos de sangre fueron inevitables, los útiles para ello incluyen
cuchillos, katanas, pistolas, escopetas de perdigones, bates de béisbol e
incluso hachas.
Uno de los “juegos” habituales entre los hooligans de los equipos rivales
es hacer emboscadas y arrebatarles las bufandas de su equipo (de hecho a los
hinchas del fútbol en Polonia se los conoce como szalikowcy – “bufanderos”),
una auténtica humillación para la víctima. El día del esperado encuentro los
afortunados dueños del tesoro entre multitud de bengalas y asientos volando
quemarán las bufandas en el trascurso del partido provocando de esta manera al
rival que luego cargará contra ellos. Multitud de sucesos han ocurrido en las
últimas décadas, entre ellos asaltos a trenes con el rival dentro, auténticas
batallas, palizas al que menos lo esperaba, lesiones graves, muertes, etc.
Hoy en día, aunque podemos decir que algo más controlado, los hooligans
siguen siendo parte visible del entramado del fútbol en Polonia. La asociación
de fútbol polaca, la PZPN (Polski Związek Piłki Nożnej), con un pasado marcado
por la corrupción tampoco han ayudado a solventar de una manera organizada la
violencia en los campos de fútbol. En menor o mayor medida, lo que si se ha
conseguido es mover las “batallas campales” a las afueras de la ciudad,
comúnmente denominadas como ustawka. Se organizan mediante el envío masivo de
sms, Internet … y a ella acuden los más intrépidos que a puñetazo limpio están
dispuestos a decidir la pelea hasta sus últimas consecuencias.
En 2012, si todo sigue como es esperado, Polonia y Ucrania celebrarán la
Eurocopa. En su pasada edición (2008), estaba en Gdansk y retransmitieron el
polémico Alemania – Polonia con pantallas gigantes. Recuerdo el monumental
enfado (incluyó bengalas y algún lanzamiento de botellas) de los seguidores
polacos ante la derrota de su selección, 2-0, tras dos dianas de Podolski,
polaco nacionalizado alemán, para más morbo.
Lo que más me sorprendió fue la reacción de muchos de los aficionados
dirigiéndose en tropel hacia el tranvía, yo dentro, sólo pensaba que se dejaban
llevar por la euforia, no seguían el estereotipo de hooligaans, pero gran parte
se paró en la embajada alemana, alguien me dijo que querían quemarla, no se que
había de verdad en ésto pero, muy a su pesar, los responsables habían sido
precavidos y la policía estaba allí defendiendo el edificio. Todavía no puedo
quitarme la imagen de la cabeza de esa foto en la prensa deportiva del
seleccionador polaco con las cabezas de Michael Ballack (jugador de la
selección alemana) y Joachim Löw (seleccionador alemán).
Desde luego los hooligans pueden ser la punta de la pirámide, pero el
problema es más amplio. Si Polonia quiere erradicar la violencia y controlar a
sus hinchas tiene que hacer los deberes, pero estoy seguro que en el 2012 nos
deleitaremos con un fantástico campeonato que hará avanzar al país en este
campo. Aunque sólo me he centrado en la versión más brutal del fútbol en el
país para comentar el problema que existe, como en cualquier otro la mayoría de
los fans se divierten con el fútbol sin necesidad de ningún tipo de violencia.
Así que si estás pensando en viajar próximamente a Polonia te recomiendo
que tengas en cuentas estos detalles y cuides de evitar determinadas zonas los
días de partidos importantes. Por lo demás, ¡seguro que disfrutas de tu
estancia en este maravilloso país!
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