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Todavía recuerdo una tarde del famoso “otoño dorado” de Polonia, era el año
2007 y estaba recién llegado al país del Águila Blanca, más concretamente al
barrio de Wrzeszcz, Gdańsk. Allí se encuentra el estadio del Lechia Gdańsk que
ese día se medía contra el Arka Gdynia en un famoso derbi, para mí no pasaba de
ser un simple partido de fútbol entre dos equipos desconocidos.
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Los hooligans polacos están entre los más peligrosos de todo el mundo,
cualquiera de estos derbis o un simple partido puede convertir al estadio en un
lazo de llamas y dejar entrever batallas campales entre los seguidores de los
equipos rivales, donde las armas, a veces, también están permitidas.
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En estos tiempos revueltos, los hinchas de algunos equipos incluso
colaboraron en la protección de la comunidad judía de la persecución nazi
(actualmente un grupo de seguidores del Cracovia se denominan Jude Gang, algo
así como la Banda Judía). Sin embargo, no se percibía ninguna organización o
algo similar a lo que hoy entendemos por hooligans.
La historia del país iba avanzando, la cruel guerra terminaba y el fútbol
volvía a salir del subsuelo aunque bajo un molesto espectador: el comunismo
soviético (1945-1989). El mismo había cambiado el nombre al país para
transformarlo en la Polska Rzeczpospolita Ludowa (PRL – República Popular de
Polonia) y ejercía su régimen invasivo.
Volviendo en este punto a Gdańsk, parece ser que la violencia no siempre
fue la protagonista, todavía hoy se recuerda por las calles de la histórica
ciudad báltica a los aficionados del Lechia Gdańsk que utilizaban los partidos
para proclamas anticomunistas (como “En los árboles en lugar de colgar hojas,
colgarán los comunistas”) y propaganda política en el estadio. Poco a poco en
Polonia (a partir de los años 70s) los hinchas se empezaron a organizar y
formaban grupos o asociaciones, sin embargo, en esa época a los aficionados les
era difícil viajar con sus equipos. A veces, olvidando la política, las
rivalidades o amistades entre ellos también aparecían y así mismo lo hacían las
peleas, en la mayoría de los casos el gobierno de la órbita soviética intentaba
ocultar los hechos.
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Estos hinchas, en particular en la ciudad de Gdansk, formaron parte
importante del movimiento Solidarność, el famoso sindicato que dio pie a un
gran movimiento social que rápidamente se extendió por todo el país y también
por el resto de estadios. Pronto llegaría la sublevación nacional que haría
caer el yugo del comunismo casi medio siglo después, en aquel soñado 1989.
Mientras que en otros países como Inglaterra (en los años 80s un referente
del mundo hooligan) los años 90s fueron sinónimo de tranquilidad en lo que a
hooligans se refiere, no pasó lo mismo con Polonia, donde el movimiento siguió
creciendo influenciado por la depresión económica que asolaba al país tras la
rápida transformación del modelo socialista al de libre mercado. Los intereses
políticos se acababan, sin embargo, llegaban los problemas sociales, paro
juvenil, “exceso de libertad”, dificultad de adaptación al nuevo entorno, etc.
la subcultura de los hooligans se consolidaba y se expandió peligrosamente.
Esto nos lleva a dos de los equipos más peligrosos. Como buenos rivales,
tenían que ser de la misma ciudad, se trata de Cracovia, y los protagonistas:
el Wisła Kraków y el Cracovia. Cuentan con más de un siglo de antigüedad. Nunca
se llevaron bien pero fue en el período comunista cuando las diferencias
quedaron más claras que nunca. En ese momento, el Wisła, “patrocinado” por los
cuerpos militares al mando, se enfrentaba al Cracovia, de una clara idea
antisoviética. Todavía hoy sus derbis son conocidos por ser los más peligrosos
de todo el país, este partido es conocido popularmente como la Guerra Santa
(Święta Wojna) y Cracovia, su casa, conocida como la ciudad de los cuchillos.
¿Por qué la ciudad de los cuchillos? Su origen tiene su base en el
movimiento hooligan. Fueron sólo sus dos clubes los que rechazaron la lucha sin armas. Tras esta inteligente
decisión los ríos de sangre fueron inevitables, los útiles para ello incluyen
cuchillos, katanas, pistolas, escopetas de perdigones, bates de béisbol e
incluso hachas.
Uno de los “juegos” habituales entre los hooligans de los equipos rivales
es hacer emboscadas y arrebatarles las bufandas de su equipo (de hecho a los
hinchas del fútbol en Polonia se los conoce como szalikowcy – “bufanderos”),
una auténtica humillación para la víctima. El día del esperado encuentro los
afortunados dueños del tesoro entre multitud de bengalas y asientos volando
quemarán las bufandas en el trascurso del partido provocando de esta manera al
rival que luego cargará contra ellos. Multitud de sucesos han ocurrido en las
últimas décadas, entre ellos asaltos a trenes con el rival dentro, auténticas
batallas, palizas al que menos lo esperaba, lesiones graves, muertes, etc.
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Así que si estás pensando en viajar próximamente a Polonia te recomiendo
que tengas en cuentas estos detalles y cuides de evitar determinadas zonas los
días de partidos importantes. Por lo demás, ¡seguro que disfrutas de tu
estancia en este maravilloso país!
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