domingo, 17 de junio de 2012

Los Hooligans en Polonia: luces y sombras



Todavía recuerdo una tarde del famoso “otoño dorado” de Polonia, era el año 2007 y estaba recién llegado al país del Águila Blanca, más concretamente al barrio de Wrzeszcz, Gdańsk. Allí se encuentra el estadio del Lechia Gdańsk que ese día se medía contra el Arka Gdynia en un famoso derbi, para mí no pasaba de ser un simple partido de fútbol entre dos equipos desconocidos.
Sin embargo, los helicópteros cruzaban el aire, la policía las calles, y escuchaba muchos consejos de gentes polacas que decían lo recomendable que era no salir de casa un día como ese por la zona, por posibles encontronazos con más de un salvaje. Nunca tuve el valor ni las ganas para ir a ver en directo este partido. Pronto descubrí el motivo de estas advertencias.
Los hooligans polacos están entre los más peligrosos de todo el mundo, cualquiera de estos derbis o un simple partido puede convertir al estadio en un lazo de llamas y dejar entrever batallas campales entre los seguidores de los equipos rivales, donde las armas, a veces, también están permitidas.
La historia es relativamente reciente. Los primeros disturbios y confrontaciones se registran desde principios del siglo XX cuando la policía intervenía de vez en cuando para poner algo de paz en el asunto. Algunos años después, en 1939, empezó la Segunda Guerra Mundial y con ello la ocupación alemana del territorio polaco. Los nazis prohibieron las actividades deportivas, pero pronto surgirían movimientos para organizar encuentros ilegales con sus respectivas trifulcas…
En estos tiempos revueltos, los hinchas de algunos equipos incluso colaboraron en la protección de la comunidad judía de la persecución nazi (actualmente un grupo de seguidores del Cracovia se denominan Jude Gang, algo así como la Banda Judía). Sin embargo, no se percibía ninguna organización o algo similar a lo que hoy entendemos por hooligans.
La historia del país iba avanzando, la cruel guerra terminaba y el fútbol volvía a salir del subsuelo aunque bajo un molesto espectador: el comunismo soviético (1945-1989). El mismo había cambiado el nombre al país para transformarlo en la Polska Rzeczpospolita Ludowa (PRL – República Popular de Polonia) y ejercía su régimen invasivo.
Volviendo en este punto a Gdańsk, parece ser que la violencia no siempre fue la protagonista, todavía hoy se recuerda por las calles de la histórica ciudad báltica a los aficionados del Lechia Gdańsk que utilizaban los partidos para proclamas anticomunistas (como “En los árboles en lugar de colgar hojas, colgarán los comunistas”) y propaganda política en el estadio. Poco a poco en Polonia (a partir de los años 70s) los hinchas se empezaron a organizar y formaban grupos o asociaciones, sin embargo, en esa época a los aficionados les era difícil viajar con sus equipos. A veces, olvidando la política, las rivalidades o amistades entre ellos también aparecían y así mismo lo hacían las peleas, en la mayoría de los casos el gobierno de la órbita soviética intentaba ocultar los hechos.
Tras cada encuentro, claro, debían enfrentarse o escapar de los cuerpos de seguridad, el ZOMO (Zmotoryzowane Odwody Milicji Obywatelskiej), algo así como las reservas mecanizadas de la policía comunista, a los que no gustaba nada toda aquella propaganda antisoviética y su organización. Corrían a porrazos o detenían a diestro y siniestro a los aficionados.
Estos hinchas, en particular en la ciudad de Gdansk, formaron parte importante del movimiento Solidarność, el famoso sindicato que dio pie a un gran movimiento social que rápidamente se extendió por todo el país y también por el resto de estadios. Pronto llegaría la sublevación nacional que haría caer el yugo del comunismo casi medio siglo después, en aquel soñado 1989.
Mientras que en otros países como Inglaterra (en los años 80s un referente del mundo hooligan) los años 90s fueron sinónimo de tranquilidad en lo que a hooligans se refiere, no pasó lo mismo con Polonia, donde el movimiento siguió creciendo influenciado por la depresión económica que asolaba al país tras la rápida transformación del modelo socialista al de libre mercado. Los intereses políticos se acababan, sin embargo, llegaban los problemas sociales, paro juvenil, “exceso de libertad”, dificultad de adaptación al nuevo entorno, etc. la subcultura de los hooligans se consolidaba y se expandió peligrosamente.
Esto nos lleva a dos de los equipos más peligrosos. Como buenos rivales, tenían que ser de la misma ciudad, se trata de Cracovia, y los protagonistas: el Wisła Kraków y el Cracovia. Cuentan con más de un siglo de antigüedad. Nunca se llevaron bien pero fue en el período comunista cuando las diferencias quedaron más claras que nunca. En ese momento, el Wisła, “patrocinado” por los cuerpos militares al mando, se enfrentaba al Cracovia, de una clara idea antisoviética. Todavía hoy sus derbis son conocidos por ser los más peligrosos de todo el país, este partido es conocido popularmente como la Guerra Santa (Święta Wojna) y Cracovia, su casa, conocida como la ciudad de los cuchillos.
¿Por qué la ciudad de los cuchillos? Su origen tiene su base en el movimiento hooligan. Fueron sólo sus dos clubes los que rechazaron  la lucha sin armas. Tras esta inteligente decisión los ríos de sangre fueron inevitables, los útiles para ello incluyen cuchillos, katanas, pistolas, escopetas de perdigones, bates de béisbol e incluso hachas.
Uno de los “juegos” habituales entre los hooligans de los equipos rivales es hacer emboscadas y arrebatarles las bufandas de su equipo (de hecho a los hinchas del fútbol en Polonia se los conoce como szalikowcy – “bufanderos”), una auténtica humillación para la víctima. El día del esperado encuentro los afortunados dueños del tesoro entre multitud de bengalas y asientos volando quemarán las bufandas en el trascurso del partido provocando de esta manera al rival que luego cargará contra ellos. Multitud de sucesos han ocurrido en las últimas décadas, entre ellos asaltos a trenes con el rival dentro, auténticas batallas, palizas al que menos lo esperaba, lesiones graves, muertes, etc.
Hoy en día, aunque podemos decir que algo más controlado, los hooligans siguen siendo parte visible del entramado del fútbol en Polonia. La asociación de fútbol polaca, la PZPN (Polski Związek Piłki Nożnej), con un pasado marcado por la corrupción tampoco han ayudado a solventar de una manera organizada la violencia en los campos de fútbol. En menor o mayor medida, lo que si se ha conseguido es mover las “batallas campales” a las afueras de la ciudad, comúnmente denominadas como ustawka. Se organizan mediante el envío masivo de sms, Internet … y a ella acuden los más intrépidos que a puñetazo limpio están dispuestos a decidir la pelea hasta sus últimas consecuencias.
En 2012, si todo sigue como es esperado, Polonia y Ucrania celebrarán la Eurocopa. En su pasada edición (2008), estaba en Gdansk y retransmitieron el polémico Alemania – Polonia con pantallas gigantes. Recuerdo el monumental enfado (incluyó bengalas y algún lanzamiento de botellas) de los seguidores polacos ante la derrota de su selección, 2-0, tras dos dianas de Podolski, polaco nacionalizado alemán, para más morbo.
Lo que más me sorprendió fue la reacción de muchos de los aficionados dirigiéndose en tropel hacia el tranvía, yo dentro, sólo pensaba que se dejaban llevar por la euforia, no seguían el estereotipo de hooligaans, pero gran parte se paró en la embajada alemana, alguien me dijo que querían quemarla, no se que había de verdad en ésto pero, muy a su pesar, los responsables habían sido precavidos y la policía estaba allí defendiendo el edificio. Todavía no puedo quitarme la imagen de la cabeza de esa foto en la prensa deportiva del seleccionador polaco con las cabezas de Michael Ballack (jugador de la selección alemana) y Joachim Löw (seleccionador alemán).
Desde luego los hooligans pueden ser la punta de la pirámide, pero el problema es más amplio. Si Polonia quiere erradicar la violencia y controlar a sus hinchas tiene que hacer los deberes, pero estoy seguro que en el 2012 nos deleitaremos con un fantástico campeonato que hará avanzar al país en este campo. Aunque sólo me he centrado en la versión más brutal del fútbol en el país para comentar el problema que existe, como en cualquier otro la mayoría de los fans se divierten con el fútbol sin necesidad de ningún tipo de violencia.
Así que si estás pensando en viajar próximamente a Polonia te recomiendo que tengas en cuentas estos detalles y cuides de evitar determinadas zonas los días de partidos importantes. Por lo demás, ¡seguro que disfrutas de tu estancia en este maravilloso país!

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