Los partidos de fútbol contra Rusia siempre fueron algo más que eso para los polacos durante la era comunista, cuando un gol contra la vieja Unión Soviética significaba venganza ante la opresión. Dos décadas más tarde, Varsovia se sitúa en estado de alerta ante el duelo en la Eurocopa entre Polonia y Rusia. El choque en el Estadio Nacional de Varsovia traerá de nuevo a la palestra unos cuantos agravios históricos mantenidos por ambas naciones en la historia contemporánea.
Una marcha rusa programada a través de las calles de Varsovia antes del partido ya disparó las tensiones entre las autoridades políticas por el temor a posibles enfrentamientos, o incluso disturbios, cerca del estadio de la capital polaca. «Los partidos de Polonia contra Rusia, y antes la URSS, siempre fueron, son y siempre serán una cuestión política», manifestó el expresidente polaco Alexander Kwasniewski al diario Super Express. En un ejemplo reciente, en la portada de la edición polaca de la revista «Newsweek», el entrenador Franciszek Smuda posó con un uniforme polaco de la Batalla de Varsovia de 1920, cuando Polonia derrotó a los bolcheviques de la Unión Soviética.
«La batalla de Varsovia del 2012», se pudo leer en el título de la revista en referencia al partido del martes. Los aficionados rusos planean una marcha antes del partido para celebrar la fiesta rusa en conmemoración de la declaración del Parlamento de 1990, concediendo a Rusia su soberanía sobre la URSS. El primer ministro polaco, Donald Tusk, instó a sus compatriotas a unirse a sus vecinos rusos, bajo el lema «ninguna razón para enfadarse», ya que también marcaría el final de la opresión de la Unión Soviética sobre Polonia.
El domingo, la Federación Rusa de fútbol instó a sus miles de aficionados a que se comporten correctamente y se abstengan de realizar actos que puedan avergonzar a su país. Pero Polonia permanece dividida. Alrededor del 47 % creen que los rusos tienen el derecho de marchar, mientras que el 53 % dice que se debe celebrar la conmemoración «de otra manera», de acuerdo a un reciente línea encuesta.
A algunos les preocupa que algunos grupos de aficionados rusos muestren símbolos comunistas como la hoz y el martillo en la marcha. Los rusos alegan que los símbolos son iconos patrióticos que celebran la fuerza histórica de su país. Para los polacos, en cambio, esas insignias representan la opresión y podrían provocar reacciones airadas de los aficionados al fútbol. El político Adam Hofman, del partido la Ley de derecho y Justicia, aseguró que es un «escándalo absoluto» que las autoridades municipales hayan aprobado la marcha.
A otros les preocupa que el equipo ruso sea blanco de las iras y arrojen a las ventanas de su hotel de Varsovia huevos podridos. De hecho, los jugadores se alojan en un centro que está cerca de un lugar donde manifestantes antimoscovitas se reúnen periódicamente. Muchos de esos manifestantes acusan al Kremlin de participar en un accidente de avión en el 2010 que causó la muerte del entonces presidente, Lech Kaczynski, y otros 95 pasajeros en la localidad rusa de Smolensk.
Los informes oficiales aseguraron que el accidente aéreo fue causado por el mal tiempo y un error del piloto. Sin embargo, una minoría de polacos dice que fue planeado por funcionarios rusos deseosos de eliminar Kaczynski debido a su discurso anti-Kremlin.
Ciudadanos polacos dicen que Rusia no tiene ningún interés en investigar la matanza de 22.000 compatriotas en el bosque de Katyn durante la Segunda Guerra Mundial. En el pasado, la tensión política entre los dos países se extendió con frecuencia al campo de fútbol. Ahora los viejos recuerdos salen de la tumba mientras la UEFA reza para que se viva un simple partido de fútbol.
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