Bienvenidos refugiados, ‘Welcome refugees’ en inglés, es una iniciativa alemana cuyo lema se ha visto en distintos campos de fútbol de distintas categorías el pasado fin de semana, lo que supone el reverso de los ataques neonazis a centros de refugiados que han sido noticia en los grandes medios de comunicación. Son más de 350.000 los refugiados –más de 230.000 a través de Grecia- los que han llegado a Europa en lo que va de año.
Fueron numerosos los estadios alemanes que mostraron la pancarta ‘Welcome refugees’, así se ha visto en la sudtribune o grada sur de Dortmund, una de las más intimidantes del fútbol europeo, no en vano lo ocupan 25.000 personas. Es conocida como el muro amarillo (Gelbe wand) desde 2005, siendo bautizada por los propios aficionados que ocupaban ese espacio.
El Borussia Dortmund tiene una hinchada de las más fieles de Alemania, unos 80.000 espectadores llenan su estadio, el Westfalenstadion (rebautizado como Signal Iduna Park) invitó en su último partido a 200 refugiados. Cuenta con el promedio de asistencia más alto de un club en todo el mundo según datos de 2012. No hay que olvidar que la Bundesliga tiene el récord de asistencia en los estadios en toda Europa. Otros estadios que desplegaron pancartas solidarias fueron los del Wolfsburgo o del Werder Bremen.
Y si se habla de Alemania y solidaridad no hay que olvidar al club antifascista por excelencia, el Sant Pauli, que juega en la Segunda División o 2 Bundesliga alemana. La bandera ‘Bienvenidos refugiados’ es algo habitual en su estadio, tanto como la efigie del Ché Guevara. Ha anunciado un proyecto propio para acoger a refugiados en sus instalaciones y sus aficionados ofrecen donaciones y ayudas.
El club de la camiseta marrón tierra hunde sus raíces en el barrio portuario Karoviertel de Sant Pauli en Hamburgo y cambió su historia en los años 80 cuando se afincó cerca de la calle Reeperbahn, zona roja, anarquista y de okupas que luchan contra los desalojos. Su seudónimo de Los Piratas de la liga proviene de la insignia con la calavera –emblema no oficial– que fue traído por los nuevos seguidores, si en 1981 el promedio de público era de 1.600 personas, en los 90 pasó a 20.000. Su estadio, Millerntor-Stadion, con aforo para 23.000 espectadores y recientemente remodelado era el más visitado cuando llegó a jugar en Tercera, más de 15.000 espectadores.
Suena la canción Hell Bells, de AC/DC cuando sale el equipo al campo. Es un club con alcance nacional y también global, con más de 200 clubes de fans en el mundo, de ellos varios en España –siendo el más activo el de Valladolid-, y más de medio millón de seguidores en la red social Facebook. Fue el primero en Europa y tal vez del mundo, en tener –entre 2002 y 2010– un presidente abiertamente homosexual, el director de teatro Corny Litmann. No en vano fue el primer club en incorporar los postulados antirracistas y antihomofóbicos a sus estatutos en 1991. Otro detalle, jamás ha tenido un entrenador extranjero.
El puño golpeando la esvástica es póster oficial y luce un cartel en sus gradas que dice: ‘No hay fútbol para los fascistas’. También mostraron una pancarta señalando ‘en nuestra memoria, Carlos Palomino’, en referencia al joven asesinado en Madrid en 2007. Un detalle deportivo, el Marius Ebbers, delantero del Sant Pauli Marius hace tres años convenció al árbitro para que anulara su propio gol. En un partido contra el Unión de Berlín, con empate a uno, quiso cabecear una pelota y por reflejo físico terminó empujándola con la mano. Entonces fue y pidió que lo anularan. El fútbol colaboró con el final justo y le devolvió el gesto a Ebbers ya que su equipo ganó en el minuto 92.
La filosofía de sus seguidores, que incluso vigilan que la publicidad no sea invasiva ni contraria a sus ideales antifascistas, antirracistas y solidarios, es sencilla, “si gana, van al bar, toman cerveza y festejan. Si pierde, van al bar, toman cerveza y se olvidan”.
En Europa el caso más parecido al Sant Pauli es el Livorno italiano, club que juega en Segunda División o Serie B italiana y que este año ha cumplido su Centenario. Las imágenes del Ché pueblan sus gradas así como sus cantos de la Bella Ciao, canción antifascista de la resistencia italiana.
Precisamente esta iniciativa alemana ‘Welcome refugees’ ha llegado a otros campos europeos como el Celtic escocés o el francés Girondins de Burdeos. No sería extraño que siguiera viéndose en próximas jornadas en los estadios europeos.
Además, otro equipo alemán solidario en otras categorías con la pancarta solidaria es el Oldenburg, equipo de la Regional norte de la Baja Sajonia, y que nunca ha jugado en la Bundesliga. Es representante de una localidad de algo más de 150000 habitantes y que cuenta con universidad.
Otro caso, el RB Leipzig que juega la 2 Bundesliga vio como sus propietarios, patrocinados por la bebida Red Bull, prohibían a sus hinchas desplegar pancartas solidarias y antifascistas aunque al final algunos seguidores las colocaron.
El contrapunto alemán lo escenificó el pasado agosto el FC Ostelbien Dornburg que fue investigado por sus posibles conexiones con grupos nazis además de ostentar todo un compendio de agresiones físicas y verbales. Juega la liga regional en un estado, Sajonia Anhlt, perteneciente a la antigua Alemania comunista. En la zona de la antigua Alemania del Este al igual que en países como Croacia, Polonia, Hungría o Ucrania muchos grupos ultras son de extrema derecha y neonazis.
Precisamente, y cuando se van a cumplir los 25 años de la reunificación alemana, la antigua República Democrática Alemana y sus antaño equipos que fueron punteros se encuentran ahora en la mayoría en la 3 Liga o tercera categoría del fútbol alemán, donde lideran los primeros puestos. Así, se encuentran el Dinamo Dresde, Magdeburgo, Chemnitzer –conocido en la Alemania del este como Karl Marx-Stadt, nombre de la ciudad hasta 1990-, el FC Erzgebirge Aue, así como el Hansa Rostock y el Energie Cottbus –dos clubes de la antigua RDA que han jugado en la Bundesliga tras la reunificación-.
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