Menos de 24 horas después de que Atlético de Madrid y Real Madrid jugasen uno de los derbis más importantes del fútbol, a 2.800 kilómetros el Wisla Krakow (a partir de ahora Wisla) y el KS Cracovia (a partir de ahora Cracovia) se ven en otro duelo entre vecinos de la misma ciudad. Alejados de las estrellas del balompié, su rivalidad es de las más antiguas del mundo y aunque no acaparan la misma atención, sus duelos sí tienen una gran repercusión. No por lo que ocurre en el césped, sino por lo que pasa en sus gradas. Es la conocida Guerra Santa.
En Polonia, el fútbol nunca fue una potencia (su liga es la 21º en coeficiente UEFA y este curso no tiene equipos en competición continental), pero sí un deporte de gran seguimiento. En su segunda ciudad más grande y la que atrae la parte más cultural, conviven dos clubes enemigos por el mero hecho de ser vecinos. No existiría Wisla sin Cracovia ni Cracovia sin Wisla, pero sus aficionados, en concreto sus ultras, tratan de eliminar al otro a toda costa.
"Las dos aficiones están esperando este partido todo el año y, durante la semana, toda la ciudad aguarda al día. No son solo tres puntos, es mucho más que eso", explica el jugador del Cracovia Rubén López 'Rubio', que esta temporada presencia su primera Guerra Santa.
Aunque es cierto que durante los últimos años la violencia se ha reducido dentro de los estadios por la colaboración de las instituciones, el historial de muertes en sendos bandos es alargado y las peleas siguen sucediéndose en lugares apartados de la urbe. Aún así, los choques como el de este domingo (17:30, hora española) continúan teniendo un amplio abanico de bengalas, petardos, insultos racistas, tifos y carteles contra el rival, que hacen común que los partidos tengan que detenerse en más de una ocasión.
Su rivalidad no responde a ideologías de derecha contra izquierda, como puede ser la de otros clubes europeos, sino a motivos culturales y de convivencia. En Polonia, desde la caída del comunismo, fue creciendo el sentimiento patriótico y de extrema derecha y esto fomentó que las bandas poco a poco fuesen ganando más peso en las calles y, a su vez, se involucrasen en los clubes de sus ciudades. En la actualidad, el día de la independencia es habitual ver a todos los ultras pasear por Varsovia entre las familias.
Una rivalidad que comenzó desde su nacimiento en 1906
Pero para explicar el protagonismo de los radicales, hay que atender a la historia de sus clubes. En Cracovia, en 1906, un grupo de alumnos fundó lo que sería después el Wisla -por el río Vístula que baña la ciudad-, mientras que a su vez se creó el Cracovia ligado a los trabajadores de las fábricas, y con el nombre de la ciudad en latín como símbolo reivindicativo del catolicismo ante la ortodoxia de los imperios que controlaban la actual Polonia.
Ya desde sus primeros años, ambos empezaron a diferenciarse culturalmente y mientras que los del Wisla, conocidos como los "estrella blanca" -por la de su escudo-, no admitieron a las minorías judías en su entidad para considerarse un club puramente polaco, los del Cracovia, denominados "rayados" -por su camiseta rojiblanca-, sí dieron cabida a todas las etnias. Una característica que ha llegado hasta la actualidad y por la que los estrella blanca atacan a los rayados llamándoles "judíos", como insulto. Ante esto, y aunque los aficionados del Cracovia son de mayoría católica, se vanaglorian mostrando la Estrella de David. Una unión de religiones de la que llegó a sentirse orgulloso el Papa Juan Pablo II, hasta ser considerado el mayor fan del Cracovia (tenía una bufanda en el Vaticano, recibió al equipo allí y tiene retirado el dorsal '1' en el club).
Precisamente un jugador de estos, en los años 20, fue quien acuñó el apodo de Guerra Santa (por el simple motivo de alentar a los suyos antes de un derbi) y junto a una canción de la banda local Andrusy, la denominación fue ganando popularidad hasta la actualidad. Con un primer éxito de los rayados sobre los estrella blanca, con la invasión nazi de Polonia el derbi sobrevivió en la clandestinidad y tras la llegada del comunismo fue el Wisla el que adelantó a su vecino. Relegado el Cracovia a categorías regionales (su último título fue en 1948), los de la estrella blanca fueron considerados el equipo favorito de la policía secreta. Por ello, ahora es normal ver a los rayados llamar "perros" a su rival.
Tele-Fonika triunfó con el Wisla y al Cracovia lo salvaron los patrocinadores
Caído el comunismo, en los 90, el Wisla era el equipo con mayores seguidores de Polonia y su triunfo sobre el césped comenzó con la venta a la compañía nacional de telecomunicaciones (Tele-Fonika). Una propiedad que ha perdurado hasta hace escasos años, cuando la deuda ahogó a su presidente y tuvo que traspasar el club tras ganar ocho ligas (la última fue en 2011, que también fue la decimotercera de la entidad y la última hasta ahora).
Entonces, el nuevo líder del club de la estrella blanca dejó la dirección del equipo a la organización de simpatizantes TS Wisla, quien acabó quedándose en propiedad la entidad por 1 zloty (unos 23 céntimos de euro). Algo que concedió mucho más poder a los ultras, sobre todo a Wisla Sharks, una de las facciones más peligrosas de toda Europa.
Ya perdido todo su poderío deportivo y económico (que conllevó el rescate de Blaszczykowski), sus vecinos del Cracovia iban a ser ahora aupados por los patrocinadores y en 2013 regresaron a la Primera División, para llevar el derbi a su punto más fervorizante y peligroso. Ocho muertos en peleas en los últimos diez años, las batallas entre ellos son una "excusa para delinquir" o afianzar posiciones en el "tráfico de drogas", tal y como refleja a través de varios expertos el programa 'Offside' de BeIN Sports dedicado a la Guerra Santa.
Una radicalidad en Cracovia, que además se dista de las de otras bandas del país. Tanto hinchas del Wisla como del Cracovia se negaron a firmar el Pacto de Poznan, que sí cerraron el resto de 'hooligans', y mediante el cual se acordó que las peleas fuesen sin armas. La última muestra de hasta dónde llega la brutalidad de la Guerra Santa, el derbi donde se mira más a la grada que al césped y que este domingo volverá a tener una nueva revancha cuando los estrella blanca reciban a los rayados sobre el césped del Henryk Reyman.
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