Hace años, Steven Spielberg y Tom Cruise popularizaron un sistema de seguridad basado en la identificación del iris humano en la película Minority Report. Ahora, en su intento por frenar la incontenible violencia en los estadios, que desde 1939 se ha cobrado 177 víctimas (la última, el pasado mes de junio), las autoridades del fútbol argentino no piensan llegar a tanto, pero sí contemplan lanzar un revolucionario sistema de venta de entradas y acceso a los estadios único en el mundo. Se basará en la biométrica, la técnica de reconocimiento de personas por sus características físicas, y el factor principal será la huella dactilar de los hinchas. El procedimiento, que obligará a hacer un exhaustivo padrón de aficionados, comenzaría a aplicarse a finales de 2008 o principios de 2009, cuando los elementos informáticos y arquitectónicos, incluida la colocación de asientos en todas las gradas, estén listos.. "Hay una realidad que nos condiciona y el fútbol tiene que ofrecer algo porque están en juego la seguridad y la vida de la gente", dijo José Luis Meiszner, Secretario General de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), al firmar hace algunas semanas el convenio con la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), encargada de elaborar el sistema. "Es un cambio de filosofía", explica Jorge Fraga, Director del proyecto; "hasta ahora se probaron mil formas de controlar a los violentos dentro de los estadios. Nosotros proponemos integrar herramientas tecnológicas para evitar que esas personas ingresen en las canchas".
El primer paso para lograrlo será abrir un padrón de hinchas en el que deberá apuntarse todo aquél que quiera entrar a ver un partido, incluyendo vendedores de bebidas, dirigentes, periodistas y hasta policías destinados al operativo de seguridad. Habrá sitios habilitados a tal efecto en los clubes, las peñas oficiales y los principales hoteles internacionales, en este caso para facilitar el acceso de los turistas. El interesado tendrá que aportar sus datos personales y laborales, foto, firma y, por supuesto, su huella digital. "Allí se hará la primera limpieza, porque muchos no se atreverán a apuntarse, y a quienes tengan antecedentes de violencia o penales sencillamente no les daremos de alta", señala Fraga. A partir de ese momento desaparecerán las entradas tal como se las conoce hasta ahora. Quien quiera adquirir una localidad tendrá que hacerlo en los cajeros automáticos de las redes bancarias, que estarán conectados a la base de datos, y sólo la expedirán después de confirmar que la conducta del interesado le autoriza a ir al campo. Entonces, de manera instantánea, la notificación de la compra viajará informáticamente hasta el ordenador central del estadio respectivo, donde quedará archivado. El día del partido, el espectador deberá pasar dos controles, uno en las cercanías del estadio y otro en la puerta de acceso, y en ambos casos, su salvoconducto no será el comprobante que le dio el cajero, sino la huella digital registrada en el padrón. "Si al poner el dedo, el sistema no lo reconoce, no podrá pasar. Además", se entusiasma Fraga, "de este modo acabaremos con la reventa y cortaremos una de las principales vías de recaudación de las barras bravas".
Mario Gallina, titular del Comité Provincial de Seguridad Deportiva de Buenos Aires, ve la novedad con buenos ojos: "Para nosotros será una herramienta valiosa, porque conoceremos con nombre y apellido a todo el que esté en el estadio, y a quien se porte mal le podremos aplicar el derecho de admisión, es decir, bajarlo del padrón y así sancionarlo con la prohibición de volver a la cancha por un tiempo".
El primer paso para lograrlo será abrir un padrón de hinchas en el que deberá apuntarse todo aquél que quiera entrar a ver un partido, incluyendo vendedores de bebidas, dirigentes, periodistas y hasta policías destinados al operativo de seguridad. Habrá sitios habilitados a tal efecto en los clubes, las peñas oficiales y los principales hoteles internacionales, en este caso para facilitar el acceso de los turistas. El interesado tendrá que aportar sus datos personales y laborales, foto, firma y, por supuesto, su huella digital. "Allí se hará la primera limpieza, porque muchos no se atreverán a apuntarse, y a quienes tengan antecedentes de violencia o penales sencillamente no les daremos de alta", señala Fraga. A partir de ese momento desaparecerán las entradas tal como se las conoce hasta ahora. Quien quiera adquirir una localidad tendrá que hacerlo en los cajeros automáticos de las redes bancarias, que estarán conectados a la base de datos, y sólo la expedirán después de confirmar que la conducta del interesado le autoriza a ir al campo. Entonces, de manera instantánea, la notificación de la compra viajará informáticamente hasta el ordenador central del estadio respectivo, donde quedará archivado. El día del partido, el espectador deberá pasar dos controles, uno en las cercanías del estadio y otro en la puerta de acceso, y en ambos casos, su salvoconducto no será el comprobante que le dio el cajero, sino la huella digital registrada en el padrón. "Si al poner el dedo, el sistema no lo reconoce, no podrá pasar. Además", se entusiasma Fraga, "de este modo acabaremos con la reventa y cortaremos una de las principales vías de recaudación de las barras bravas".
Mario Gallina, titular del Comité Provincial de Seguridad Deportiva de Buenos Aires, ve la novedad con buenos ojos: "Para nosotros será una herramienta valiosa, porque conoceremos con nombre y apellido a todo el que esté en el estadio, y a quien se porte mal le podremos aplicar el derecho de admisión, es decir, bajarlo del padrón y así sancionarlo con la prohibición de volver a la cancha por un tiempo".
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