El gobernador del estado de Bahía, Jacques Wagner, anunció este lunes el cierre del estadio Fonte Nova de Salvador hasta conocer las causas del accidente que provocó el domingo la muerte de siete aficionados al derrumbarse parte de una grada, en la peor tragedia futbolística de la historia del país que albergará el Mundial de 2014. Aunque en principio se anunció que habían fallecido ocho personas, según fuentes oficiales los muertos fueron siete: seis en el momento de desplomarse la grada y otro en el hospital. La polémica surgió inmediatamente al desvelarse que un estudio divulgado este mes por el Sindicato Nacional de Empresas de Arquitectura e Ingeniería (Sinaenco) demostró que el estadio Fonte Nova era el que se encontraba en peor estado de Brasil, de un total de 29 evaluados en 18 ciudades. "El Fonte Nova presentaba problemas de mantenimiento", confirmó este lunes el presidente del Sinaenco, José Roberto Bernasconi. "El debilitamiento de las estructuras por falta de mantenimiento se combina con el comportamiento de los hinchas hoy, que hacen coreografías, danzan, saltan y cantan, causando una vibración continua que exige más de las estructuras", añadió el dirigente del sindicato empresarial. Aun así, reconoció que nadie podía imaginarse "que pudiese haber una tragedia de tal magnitud". Lo que se pone en evidencia, estimó Bernasconi, es una situación que Brasil debe afrontar con vistas al Mundial de 2014: que gran parte de sus estadios, excluyendo los grandes como Morumbí (Sao Paulo), Maracaná y Joao Havelange (Río de Janeiro), Arena da Baixada (Curitiba) y Mangueirao (Belén), tienen problemas de falta de mantenimiento.
Donde más se salta
El responsable de la seguridad del Fonte Nova, el mayor Edmílson Tavares, declaró tras la tragedia que "probablemente la estructura estaba dañada". "Ocurrió en el lado donde los hinchas más saltan. Seguramente eso influyó", subrayó. El gobernador Wagner informó recientemente que los ingenieros indicaron que el estadio de Fonte Nova no reunía las condiciones para ser reformado, y que si Brasil pretendía utilizarlo para la Copa del Mundo debería ser demolido y construirse uno nuevo, según divulgó un periodista de la radio CBN. El accidente, que también se salí con decenas de heridos, se produjo cuando estaba acabando el partido entre el Bahía y el Vila Nova de Goiás (0-0). Los hinchas del equipo local festejaban el ascenso a la segunda división, se produjo una invasión de campo y parte de la grada del estadio cedió. En un estadio en el que había más de 60.000 espectadores, medio centenar de personas cayó desde una altura de más de 20 metros a la calle frente a una escuela.
Reformas obligadas para el Mundial
La tragedia del estadio de Fonte Nova de Salvador pone en evidencia la urgente necesidad de reformas en las instalaciones deportivas del país que acogerá el Mundial de 2014. El 95% de los estadios brasileños requieren mejoras, y el 80% necesitan reparaciones estructurales, según revela el estudio del Sindicato Nacional de Empresas de Arquitectura e Ingeniería (Sinaenco), que ha evaluado 29 instalaciones de todo el país. El estudio, cuyos números fueron revelados este lunes, concluye que el 30% de los estadios presentan arquitectura con "aspecto agresivo", por ejemplo, con inseguras rejas acabadas en punta para separar a las hinchadas. El 95% de los estadios brasileños tienen baños en "estado pésimo", el 85% vestuarios inadecuados, el 82% no tiene asientos que respondan a las exigencias de la FIFA, y el 60% presenta puntos ciegos, es decir, donde la visibilidad está comprometida. La elección de Brasil como sede de la Copa del Mundo de 2014 ha generado en el país la brutal competencia de sus ambiciosos estados por acoger los partidos, pero al mismo tiempo, ha desvelado las necesidades de reformas que tienen los estadios en el país. "Lamentablemente hemos tenido una tragedia que ha anticipado ese problema", ha declarado el presidente del Sinaenco, José Roberto Bernasconi. "La falta de mantenimiento es un problema más o menos constante" en los estadios brasileños, afirmó Bernasconi. Para el Sinaenco, el problema tiene solución: "Brasil tiene siete años antes del Mundial para adecuar sus estadios, tiempo suficiente para reformar y construir los que haga falta".
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