La rivalidad entre las “barras bravas” de los cuatro mayores equipos de futbol de Río de Janeiro - Flamengo, Vasco, Botafogo y Fluminense-, está dividiendo la ciudad carioca en “territorios de dominio” y siembra el pánico entre los aficionados al “deporte rey”.
Según informa hoy el diario “O Día”, aquellos hinchas que, luciendo o no camisetas de su equipo, son identificados en una zona dominada por “enemigos”, son perseguidos, agredidos y expulsados del lugar.
Para convertirse en “víctima” -indica la versión periodística-, no es necesario ser un integrante de una “barra brava”, sino que alcanza con ser seguidor de un equipo adversario.
“Invadir territorio enemigo hoy es lo mismo que intentar atravesar la Franja de Gaza portando una bandera de Israel. Es pedir para morir”, resumió un integrante de la denominada “Fuerza Joven” del Vasco, quien por cuestiones de seguridad prefirió no identificarse.
“La rivalidad es muy grande, y todos quieren ser soberanos. Cuanto más violenta, más respetada es (la barra brava). Por eso quien ‘planta la cara’ en territorio dominado por ‘alemanes’ (adversarios), tiene que tener disposición, porque será cazado”, explicó los códigos internos de la “guerra de torcidas” un integrante de la hinchada del Fluminense “Young Flu”.
Los líderes de las “torcidas organizadas” son los llamados “guerreros”, y se caracterizan por ser peleadores y violentos.
Según el informe periodístico, justamente por su comportamiento violento, los “guerreros” reciben un trato preferencial en el seno de los grupos, y gozan de una serie de beneficios.
“Los hombres de frente son siempre los primeros en todo: en recibir entradas para los juegos, en ser llamados para los viajes cuando los partidos son realizados fuera de Río, y a veces, hasta reciben ayuda de costo para estar en la hinchada y dar apoyo en las batallas”, contó al medio un integrante de la “tropa de élite” de la hinchada “Furia Joven”, del Botafogo.
Aclaró, sin embargo, que la exigencia sobre “los guerreros” también es grande. “A la hora de los enfrentamientos, por ejemplo, no podemos ni pensar en retroceder, tenemos que ’sustentar’, si no, quedamos desmoralizados y recibimos reproches”.
Asimismo, según el relato de un ex miembro de “Young Flu”, quien desde que abandonó el grupo nunca más pisó un estadio de fútbol, la vida de “guerrero” es una camino sin vuelta. “Después de que entramos, no tenemos cómo salir.
Por más que uno intente, quedamos marcados para siempre. Yo mismo abandoné esa vida hace dos años, pero hasta hoy sé que hay ‘alemanes’ buscándome”, describió.
Según informa hoy el diario “O Día”, aquellos hinchas que, luciendo o no camisetas de su equipo, son identificados en una zona dominada por “enemigos”, son perseguidos, agredidos y expulsados del lugar.
Para convertirse en “víctima” -indica la versión periodística-, no es necesario ser un integrante de una “barra brava”, sino que alcanza con ser seguidor de un equipo adversario.
“Invadir territorio enemigo hoy es lo mismo que intentar atravesar la Franja de Gaza portando una bandera de Israel. Es pedir para morir”, resumió un integrante de la denominada “Fuerza Joven” del Vasco, quien por cuestiones de seguridad prefirió no identificarse.
“La rivalidad es muy grande, y todos quieren ser soberanos. Cuanto más violenta, más respetada es (la barra brava). Por eso quien ‘planta la cara’ en territorio dominado por ‘alemanes’ (adversarios), tiene que tener disposición, porque será cazado”, explicó los códigos internos de la “guerra de torcidas” un integrante de la hinchada del Fluminense “Young Flu”.
Los líderes de las “torcidas organizadas” son los llamados “guerreros”, y se caracterizan por ser peleadores y violentos.
Según el informe periodístico, justamente por su comportamiento violento, los “guerreros” reciben un trato preferencial en el seno de los grupos, y gozan de una serie de beneficios.
“Los hombres de frente son siempre los primeros en todo: en recibir entradas para los juegos, en ser llamados para los viajes cuando los partidos son realizados fuera de Río, y a veces, hasta reciben ayuda de costo para estar en la hinchada y dar apoyo en las batallas”, contó al medio un integrante de la “tropa de élite” de la hinchada “Furia Joven”, del Botafogo.
Aclaró, sin embargo, que la exigencia sobre “los guerreros” también es grande. “A la hora de los enfrentamientos, por ejemplo, no podemos ni pensar en retroceder, tenemos que ’sustentar’, si no, quedamos desmoralizados y recibimos reproches”.
Asimismo, según el relato de un ex miembro de “Young Flu”, quien desde que abandonó el grupo nunca más pisó un estadio de fútbol, la vida de “guerrero” es una camino sin vuelta. “Después de que entramos, no tenemos cómo salir.
Por más que uno intente, quedamos marcados para siempre. Yo mismo abandoné esa vida hace dos años, pero hasta hoy sé que hay ‘alemanes’ buscándome”, describió.
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