El sábado está en juego en el Sánchez Pizjuán un puesto en la Liga de Campeones, pero fuera de él también hay riesgo de otra disputa, y ésta no sólo deportiva. El Sevilla y el Atlético de Madrid se vuelven a encontrar, y sus seguidores radicales, también.
Los últimos enfrentamientos entre el Sevilla y el Atlético de Madrid, ya sean en la capital andaluza o en la madrileña, han trascendido el terreno futbolístico y hasta el legal. Además de la rivalidad existente entre los dos equipos, acrecentada en los últimos años de manera poderosa por ciertas circunstancias –acusaciones de Joaquín Caparrós a los colchoneros en Segunda división, caída de objetos, botella de whisky incluida, en el área de Palop, pelea por la Liga de Campeones–, los grupos radicales de ambos clubes se han desafiado constantemente llegando a protagonizar lamentables episodios.
Sin duda, los hechos se han recrudecido en los más recientes enfrentamientos. En la última comparecencia del Atlético en el Ramón Sánchez Pizjuán radicales colchoneros y nervionenses se enzarzaron en una pelea en las inmediaciones del estadio. Allí, un seguidor del Atlético fue perseguido, apalizado e incluso herido de arma blanca por varios seguidores sevillistas. El hecho adquirió además publicidad porque la persecución fue incluso grabada por un móvil y colgada luego en internet, en youtube, con su consiguiente repercusión mediática. Algunas versiones apuntaban a que esta agresión fue resultado de una anterior de un ultra del Atlético de Madrid a un sevillista, aunque la policía no llegó a tener constancia de ella, “aunque eso no significa que no se produjera”, notificó en un comunicado.
El último triste episodio de estas confrontaciones radicales tuvo lugar el pasado mes de septiembre, antes de la visita sevillista al estadio Vicente Calderón. En Madrid, 18 aficionados ultras sevillistas fueron detenidos después de que la policía les incautara 42 bates de béisbol, dos armas blancas, tres bengalas, cuatro cohetes y un spray cuando se dirigían al estadio del Manzanares. Fue el 28 de septiembre, tres días antes del encuentro entre el Atlético y el Olympique de Marsella en la Liga de Campeones. En principio, el arsenal confiscado por la policía iba destinado a los seguidores marselleses, enemigos, como los ultras sevillistas, del Frente Atlético. De hecho, durante todo el proceso del hincha del Olympique detenido en España por los incidentes del Calderón en aquel encuentro ante el Atlético, los Biris han mostrado pancartas de apoyo a Santi (Santos Mirasierra) y pidieron su libertad públicamente.
Este sábado vuelve el enfrentamiento, deportivo, entre el Sevilla y el Atlético, pero sigue habiendo riesgos de que haya otro enfrentamiento, no deportivo, de forma paralela entre seguidores radicales de ambos equipos. Por lo pronto, el Frente Atlético, peña ultra colchonera, ya ha anunciado que viajará a Sevilla y que acudirá al Sánchez Pizjuán para presenciar el encuentro en directo.
Quizás por todos estos precedentes la Comisión Antiviolencia ha decidido declarar el encuentro de este fin de semana de alto riesgo, según confirmó ayer el club nervionense. Esta medida supone, como mínimo, el aumento de efectivos de seguridad.
Los últimos enfrentamientos entre el Sevilla y el Atlético de Madrid, ya sean en la capital andaluza o en la madrileña, han trascendido el terreno futbolístico y hasta el legal. Además de la rivalidad existente entre los dos equipos, acrecentada en los últimos años de manera poderosa por ciertas circunstancias –acusaciones de Joaquín Caparrós a los colchoneros en Segunda división, caída de objetos, botella de whisky incluida, en el área de Palop, pelea por la Liga de Campeones–, los grupos radicales de ambos clubes se han desafiado constantemente llegando a protagonizar lamentables episodios.
Sin duda, los hechos se han recrudecido en los más recientes enfrentamientos. En la última comparecencia del Atlético en el Ramón Sánchez Pizjuán radicales colchoneros y nervionenses se enzarzaron en una pelea en las inmediaciones del estadio. Allí, un seguidor del Atlético fue perseguido, apalizado e incluso herido de arma blanca por varios seguidores sevillistas. El hecho adquirió además publicidad porque la persecución fue incluso grabada por un móvil y colgada luego en internet, en youtube, con su consiguiente repercusión mediática. Algunas versiones apuntaban a que esta agresión fue resultado de una anterior de un ultra del Atlético de Madrid a un sevillista, aunque la policía no llegó a tener constancia de ella, “aunque eso no significa que no se produjera”, notificó en un comunicado.
El último triste episodio de estas confrontaciones radicales tuvo lugar el pasado mes de septiembre, antes de la visita sevillista al estadio Vicente Calderón. En Madrid, 18 aficionados ultras sevillistas fueron detenidos después de que la policía les incautara 42 bates de béisbol, dos armas blancas, tres bengalas, cuatro cohetes y un spray cuando se dirigían al estadio del Manzanares. Fue el 28 de septiembre, tres días antes del encuentro entre el Atlético y el Olympique de Marsella en la Liga de Campeones. En principio, el arsenal confiscado por la policía iba destinado a los seguidores marselleses, enemigos, como los ultras sevillistas, del Frente Atlético. De hecho, durante todo el proceso del hincha del Olympique detenido en España por los incidentes del Calderón en aquel encuentro ante el Atlético, los Biris han mostrado pancartas de apoyo a Santi (Santos Mirasierra) y pidieron su libertad públicamente.
Este sábado vuelve el enfrentamiento, deportivo, entre el Sevilla y el Atlético, pero sigue habiendo riesgos de que haya otro enfrentamiento, no deportivo, de forma paralela entre seguidores radicales de ambos equipos. Por lo pronto, el Frente Atlético, peña ultra colchonera, ya ha anunciado que viajará a Sevilla y que acudirá al Sánchez Pizjuán para presenciar el encuentro en directo.
Quizás por todos estos precedentes la Comisión Antiviolencia ha decidido declarar el encuentro de este fin de semana de alto riesgo, según confirmó ayer el club nervionense. Esta medida supone, como mínimo, el aumento de efectivos de seguridad.
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