Una legión de jóvenes detenidos colapsó ayer, durante unas horas, la comisaría central de Barcelona, en Les Corts. La mayoría de los 104 arrestados por causar disturbios durante la celebración del Barça -casi el doble que en el título de Liga de 2009- abandonaron la comisaría a media tarde. En próximos días deberán responder de sus actos ante el juez. Pero para los comerciantes, que en esta ocasión no fueron los principales afectados -la mayor parte de daño se la llevó el mobiliario urbano- no es suficiente: exigen que la minoría violenta pague de su propio bolsillo los daños. A escote, si es necesario.
"Hay que conseguir que un grupo no enturbie una celebración que se desarrolló con normalidad durante tres horas", explicó Ramon Lamazares, presidente de la Asociación de Amigos, Vecinos y Comerciantes de La Rambla. Entre las nueve (cuando el Barça se proclamó campeón) y la medianoche (cuando los enfrentamientos entre policía y aficionados alcanzaron su cénit) 40.000 personas se congregaron en los puntos de celebración: la plaza de Catalunya y la fuente de Canaletes.
El año pasado, la euforia descontrolada por la consecución de la primera Liga de la era Guardiola se saldó con 63 detenciones. Los incidentes comenzaron entonces a las tres de la madrugada. El domingo, todo ocurrió con gran celeridad y los antidisturbios apenas dejaron margen de maniobra a los vándalos para que arremetieran contra los comercios. Sólo una tienda de moda resultó gravemente dañada. Más de 100 personas, entre aficionados y policías, resultaron heridos leves.
Los jefes del dispositivo hallaron su casus belli en el momento preciso, antes de que los alborotadores se hicieran con el control: 10 jóvenes se subieron a un andamio instalado en el número 142 de La Rambla y, tras romper las lonas que cubren la estructura, quemaron los trozos. Los bomberos tuvieron que sofocar el incendio y, para ello, precisaron protección policial. Los constantes ataques al mobiliario urbano, el lanzamiento de botellas y objetos a la línea policial y la desatención a los avisos por megafonía (con un equipo de 30.000 vatios de potencia) acabaron de decidir la carga inmediata.
Agentes de paisano
La acción policial, rápida y contundente para evitar la reorganización de los grupos violentos, obligó a multitud de personas ajenas a los disturbios a dispersarse en dirección al paseo de Gràcia y la Rambla de Catalunya. Los agentes de paisano, algunos de ellos vestidos como auténticos miembros de los Boixos Nois (los ultra del Barça) les facilitaron el camino con la detención de decenas de jóvenes.
Los Mossos detuvieron a 81 personas. La Guardia Urbana, a otras 23. Un puñado de ellos son menores de edad. A la espera de poner en orden los atestados tras una noche intensa de trabajo, la policía autonómica sospecha que algunos de ellos ya han participado en incidentes similares. Pero, ¿quiénes son los que quiebran las fiestas culés? "Hay de todo: desde miembros de clubes ultra a antisistema, pasando por chavales sin ninguna adscripción ideológica que buscan emociones fuertes", señalaron fuentes policiales. "Hemos de aislar social y políticamente a esta minoría", subrayó la concejal de Seguridad, Assumpta Escarp.
La ingesta de alcohol tampoco ayuda, aunque la intervención de la policía -que retiró diversas mesas con alcohol y evitó la llegada de dos camiones cargados con latas de cerveza- evitó que corriera con libertad un detonador de incidentes.
El año pasado, la euforia descontrolada por la consecución de la primera Liga de la era Guardiola se saldó con 63 detenciones. Los incidentes comenzaron entonces a las tres de la madrugada. El domingo, todo ocurrió con gran celeridad y los antidisturbios apenas dejaron margen de maniobra a los vándalos para que arremetieran contra los comercios. Sólo una tienda de moda resultó gravemente dañada. Más de 100 personas, entre aficionados y policías, resultaron heridos leves.
Los jefes del dispositivo hallaron su casus belli en el momento preciso, antes de que los alborotadores se hicieran con el control: 10 jóvenes se subieron a un andamio instalado en el número 142 de La Rambla y, tras romper las lonas que cubren la estructura, quemaron los trozos. Los bomberos tuvieron que sofocar el incendio y, para ello, precisaron protección policial. Los constantes ataques al mobiliario urbano, el lanzamiento de botellas y objetos a la línea policial y la desatención a los avisos por megafonía (con un equipo de 30.000 vatios de potencia) acabaron de decidir la carga inmediata.
Agentes de paisano
La acción policial, rápida y contundente para evitar la reorganización de los grupos violentos, obligó a multitud de personas ajenas a los disturbios a dispersarse en dirección al paseo de Gràcia y la Rambla de Catalunya. Los agentes de paisano, algunos de ellos vestidos como auténticos miembros de los Boixos Nois (los ultra del Barça) les facilitaron el camino con la detención de decenas de jóvenes.
Los Mossos detuvieron a 81 personas. La Guardia Urbana, a otras 23. Un puñado de ellos son menores de edad. A la espera de poner en orden los atestados tras una noche intensa de trabajo, la policía autonómica sospecha que algunos de ellos ya han participado en incidentes similares. Pero, ¿quiénes son los que quiebran las fiestas culés? "Hay de todo: desde miembros de clubes ultra a antisistema, pasando por chavales sin ninguna adscripción ideológica que buscan emociones fuertes", señalaron fuentes policiales. "Hemos de aislar social y políticamente a esta minoría", subrayó la concejal de Seguridad, Assumpta Escarp.
La ingesta de alcohol tampoco ayuda, aunque la intervención de la policía -que retiró diversas mesas con alcohol y evitó la llegada de dos camiones cargados con latas de cerveza- evitó que corriera con libertad un detonador de incidentes.
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