El Mallorca ya ha encontrado la solución para que la afición regrese a Son Moix: buscarse enemigos. Por mucho que la coca de trampó que se sirvió desde más de dos horas antes del inicio del choque en la explanada del Mallorcafé fuera deliciosa, a los hinchas les movió la rabia que le produce el Villarreal por aprovecharse de la exclusión de los bermellones de la Liga Europa.
La iniciativa de la Federació de Penyes fue un éxito rotundo ya que, a excepción de los choques ante el Real Madrid y el Barcelona, fue el partido con mayor ambiente de la temporada –17.924 espectadores–. Y eso ya se notaba desde muy pronto.
Ni siquiera se habían cumplido las diez de la mañana y ya había centenares de mallorquinistas con ganas de fiesta. Mientras sonaba la canción compuesta para promocionar este señalado encuentro ´Trempó per trampós´, se empezó a servir la coca tan deseada mientras se repartían las dos mil camisetas conmemorativas. No era normal que hubiera tanta gente a a esas horas, pero había un motivo: muchos de ellos querían presenciar la llegada de los equipos. El que se llevó la peor parte fue el autobús del Villarreal, que fue duchado por los constantes lanzamientos de huevos ante la estupefacción de los jugadores visitantes, pero sobre todo, de la cara del conductor porque le tocó limpiar con fuerza poco después. ´Borja Valero, p...pesetero´, ´Borja muérete´, ´Oporto´ o ´Adiós a la UEFA, adiós´ son los cánticos que algunos de los allí asistentes profirieron hacia el exfutbolista bermellón en aquel momento y que se repitieron constantemente durante el encuentro. El mediapunta fue el blanco de la ira de los hinchas, que le dedicaban una sonora pitada cada vez que tocaba el balón. En pocos meses ha pasado de ídolo a villano, aunque el propio jugador no se cansa de repetir que se marchó de la isla porque estaba cedido por el West Bromwich Albion y que el Mallorca no le ofreció la posibilidad de continuar. Es evidente que no era un partido más. Había ganas de fútbol y, sobre todo, de derrotar al ahora ya eterno enemigo. Incluso en las gradas se observaban numerosas pancartas que hacían referencia a la reciente eliminación europea de los castellonenses. ´Obrigado –gracias– Oporto´ era una de ellas, aunque ni mucho menos era tan grande como la que lució en buena parte del fondo norte. ´Un sentimiento como este nunca se puede comprar´, transmitían con orgullo los seguidores más jóvenes y bulliciosos de Son Moix.
El intenso calor que reinaba al mediodía –con una temperatura que superaba los veinticinco grados– facilitó que muchos se quitaran la camiseta, una ventaja a estas alturas de la primavera.
Además, no era extraño observar a hinchas rojillos con la camiseta del Oporto –personalizadas con el nombre de Falcao, el verdugo de los amarillos– o bufandas con el característico color azul del histórico conjunto portugués. El problema es que se quedaron con las ganas de celebrar un gol y, por supuesto, la salvación. Pero el aplauso de los jugadores del Mallorca al finalizar el encuentro fue su mejor homenaje.
La iniciativa de la Federació de Penyes fue un éxito rotundo ya que, a excepción de los choques ante el Real Madrid y el Barcelona, fue el partido con mayor ambiente de la temporada –17.924 espectadores–. Y eso ya se notaba desde muy pronto.
Ni siquiera se habían cumplido las diez de la mañana y ya había centenares de mallorquinistas con ganas de fiesta. Mientras sonaba la canción compuesta para promocionar este señalado encuentro ´Trempó per trampós´, se empezó a servir la coca tan deseada mientras se repartían las dos mil camisetas conmemorativas. No era normal que hubiera tanta gente a a esas horas, pero había un motivo: muchos de ellos querían presenciar la llegada de los equipos. El que se llevó la peor parte fue el autobús del Villarreal, que fue duchado por los constantes lanzamientos de huevos ante la estupefacción de los jugadores visitantes, pero sobre todo, de la cara del conductor porque le tocó limpiar con fuerza poco después. ´Borja Valero, p...pesetero´, ´Borja muérete´, ´Oporto´ o ´Adiós a la UEFA, adiós´ son los cánticos que algunos de los allí asistentes profirieron hacia el exfutbolista bermellón en aquel momento y que se repitieron constantemente durante el encuentro. El mediapunta fue el blanco de la ira de los hinchas, que le dedicaban una sonora pitada cada vez que tocaba el balón. En pocos meses ha pasado de ídolo a villano, aunque el propio jugador no se cansa de repetir que se marchó de la isla porque estaba cedido por el West Bromwich Albion y que el Mallorca no le ofreció la posibilidad de continuar. Es evidente que no era un partido más. Había ganas de fútbol y, sobre todo, de derrotar al ahora ya eterno enemigo. Incluso en las gradas se observaban numerosas pancartas que hacían referencia a la reciente eliminación europea de los castellonenses. ´Obrigado –gracias– Oporto´ era una de ellas, aunque ni mucho menos era tan grande como la que lució en buena parte del fondo norte. ´Un sentimiento como este nunca se puede comprar´, transmitían con orgullo los seguidores más jóvenes y bulliciosos de Son Moix.
El intenso calor que reinaba al mediodía –con una temperatura que superaba los veinticinco grados– facilitó que muchos se quitaran la camiseta, una ventaja a estas alturas de la primavera.
Además, no era extraño observar a hinchas rojillos con la camiseta del Oporto –personalizadas con el nombre de Falcao, el verdugo de los amarillos– o bufandas con el característico color azul del histórico conjunto portugués. El problema es que se quedaron con las ganas de celebrar un gol y, por supuesto, la salvación. Pero el aplauso de los jugadores del Mallorca al finalizar el encuentro fue su mejor homenaje.
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