En el minuto 53 de partido, el técnico del Génova, Alberto Malesani, decidió que entrase un defensor (Kaladze) por un delantero (Sculli) a pesar de que los locales perdían 0-4 y esto hizo estallar la rabia de los ultras locales.
El grupo de hinchas del Génova pasó de los fondos a la tribuna central bajo la que se encuentra la entrada a los vestuarios y se encaramaron a las vallas de contención para desde allí comenzar a lanzar bengalas y amenazar a los jugadores de su equipo.
El grupo de hinchas del Génova pasó de los fondos a la tribuna central bajo la que se encuentra la entrada a los vestuarios y se encaramaron a las vallas de contención para desde allí comenzar a lanzar bengalas y amenazar a los jugadores de su equipo.
Después de algunos minutos y como la situación no se calmaba, el árbitro y los jugadores del Siena abandonaron el terreno de juego sin problemas, mientras que los del Génova permanecieron en el centro del campo.
El capitán Marco Rossi y Giuseppe Sculli intentaron calmar al grupo de aficionados, que en un primer momento pidieron a los jugadores de su equipo que se quitaran las camisetas y las dieran a la afición.
Los jugadores del Génova llegaron incluso a quitarse las camisetas, aunque luego se las volvieron a poner y se vivieron momentos de angustia y tensión e incluso se pudo ver lágrimas en los rostros de Sculli y Giandomenico Mesto ante la situación que se estaba produciendo.
Los jugadores del Génova lograron calmar los ánimos de los hinchas y el Siena y el árbitro volvieron al campo y el encuentro se reanudó.
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