Mi hijo tiene un boquete en la cabeza. ¡Qué más quiere que le diga! ¡Le han abierto un boquete!». Josefina, la madre de Iñigo Cabacas Liceranzu no encuentra consuelo. Y mucho menos una explicación al estado en que se encuentra su hijo, herido el jueves en los incidentes que tuvieron lugar en el centro de Bilbao, tras el partido que enfrentó al Athletic con el Schalke 04. Desde entonces, el joven, de 28 años, se debate entre la vida y la muerte. «El paciente persiste en su estado de coma, intubado y conectado a ventilación mecánica. Sin cambios importantes en el resto de constantes. Persiste el pronostico muy grave», dice el parte médico de esta misma mañana del hospital de Basurto.
«Los médicos nos dicen que hay que esperar. No quiero ni pensar en que se muera», reflexiona en alto el padre. «Igual le tienen que inducir el coma para que el cerebro no se inflame más», cuenta Manuel. Algo más entero que su esposa, el hombre enmudece un segundo para volver a hablar, de su único hijo. «Como para cualquier padre, es un chaval modelo. Es sano, deportista, le encantan las olas (el surf), jamás ha estado metido en líos de política». Que quede bien claro. Dentro del dolor que le consume, Manuel Cabacas recalca este aspecto para negar cualquier intento de vincular a Iñigo con ambientes radicales y la 'kale borroka', dado que los incidentes ocurrieron junto a la herriko taberna de María Díaz de Haro.
Manuel Cabacas regenta un bar en Licenciado Poza, la calle donde se festejan las victorias de 'los leones'. Porque sabe lo que ocurre en las jornadas de partidos calientes, decidió que lo mejor era no abrir el negocio. «Prefiero ganar menos a tener problemas», comenta a EL CORREO. Guiado por un sexto sentido, el hombre no cejó en 'sermonear' a su hijo: «Le dije 'Iñigo, cuidado. Es un día difícil. Sé lo que pasa, hay gente que calienta el ambiente y luego se lía, así que en cuanto veas jaleo, para otro lado'». Después de los consejos, el hombre y su esposa se encaminaron a Laredo para disfrutar de la jornada festiva. La premonición acerca de que en un «encuentro de alto riesgo» puede pasar algo se hizo realidad en los primeros minutos del Viernes Santo cuando los amigos «de toda la vida» de Iñigo les llamaron para decirles que el joven estaba en Basurto.
Con la consciencia perdida
Al otro lado del teléfono, Javi López les contó por encima lo que había ocurrido. Él fue con Iñigo al hospital y él clamó a la Ertzaintza para que llamara una ambulancia porque su amigo, tumbado en el suelo, con la consciencia perdida, chorreaba sangre por la cabeza. El bilbaíno Javi y los basauritarras, Iván Repes, José Antonio Aja y Koldobika Gutiérrez son de la cuadrilla del joven herido.
Tras el partido, los cinco habían quedado en María Díaz de Haro. «Es una buena zona de bares, pero para nosotros no tiene ninguna connotación política. Estábamos en la calle, junto a la herriko taberna. A eso de las once y media, vimos cómo dos tipos discutían y se peleaban, pero nada del otro mundo. No le dimos importancia. Un cuarto de hora después, llegaron varios furgones de la Ertzaintza, un despliegue importante. Varios de nosotros -relata Iván- les dijimos que no pasaba nada, pero nos retiraron y empezaron a disparar pelotazos. En ese momento, hubo gente que tiró botellas. No estaban en nuestro grupo, pero les pedimos que no lo hicieran para que no se liara más».
Pero se lió. «La gente comenzó a dispersarse por donde podía. Con nosotros estaba una chica, estaba muy nerviosa, lloraba, e Iñigo trataba de calmarla. Cada uno corrimos por donde pudimos», añade Iván. Minutos después, Koldo vio a una persona en el suelo y pidió una ambulancia sin saber quién era el herido. José Antonio sí se apercibió de que se trataba de su amigo. «Le vi sangrando por la zona de la oreja. Fui a un ertzaina, le pedí una ambulancia y me puso hasta arriba de porrazos. Voy a poner una denuncia», anuncia el joven al tiempo que muestra la fotografía de sus piernas llenas de hematomas y el parte médico que acredita sus palabras.
Mientras una chica utilizaba una bufanda rojiblanca para empapar la herida de la cabeza, Javi sacó valor y se dirigió a otro agente: «¡Que venga una ambulancia!», gritó. «Estaba insconsciente, le daban convulsiones, espamos», recuerda, todavía muy impresionado.
Versión de Interior
Los cuatro jóvenes están convencidos de que una pelota de goma es la causante del estado en que se encuentra su amigo. Y no dudan en calificar de «injustificada y desproporcionada» la actuación policial. «Fueron decididos a hacer daño. Estábamos en una especie de plazoleta que hay junto a María Díaz de Haro. Disparaban pelotazos a menos de veinte metros», aseguran.
El Departamento vasco de Interior ha abierto una investigación para esclarecer lo ocurrido. Según la versión oficial, la Ertzaintza recibió el jueves «varias llamadas» en las que se comunicaba que había una persona herida, «semiinconsciente y sangrando de la cabeza», en la calle María Díaz de Haro, «junto a la herriko taberna. Cuando varias dotaciones acudieron al lugar, un grupo numeroso de personas lanzó botellas y piedras contra los vehículos policiales, por lo que los agentes utilizaron material antidisturbios para dispersarlos». El portavoz de la Policía autónoma añade que después tuvieron conocimiento del traslado de un herido al hospital. «No está claro si las lesiones se deben a un pelotazo disparado por un agente en esos disturbios o se trata del herido del que se informaba en las llamadas iniciales hechas a la Policía vasca», señaló.
«Los médicos nos dicen que hay que esperar. No quiero ni pensar en que se muera», reflexiona en alto el padre. «Igual le tienen que inducir el coma para que el cerebro no se inflame más», cuenta Manuel. Algo más entero que su esposa, el hombre enmudece un segundo para volver a hablar, de su único hijo. «Como para cualquier padre, es un chaval modelo. Es sano, deportista, le encantan las olas (el surf), jamás ha estado metido en líos de política». Que quede bien claro. Dentro del dolor que le consume, Manuel Cabacas recalca este aspecto para negar cualquier intento de vincular a Iñigo con ambientes radicales y la 'kale borroka', dado que los incidentes ocurrieron junto a la herriko taberna de María Díaz de Haro.
Manuel Cabacas regenta un bar en Licenciado Poza, la calle donde se festejan las victorias de 'los leones'. Porque sabe lo que ocurre en las jornadas de partidos calientes, decidió que lo mejor era no abrir el negocio. «Prefiero ganar menos a tener problemas», comenta a EL CORREO. Guiado por un sexto sentido, el hombre no cejó en 'sermonear' a su hijo: «Le dije 'Iñigo, cuidado. Es un día difícil. Sé lo que pasa, hay gente que calienta el ambiente y luego se lía, así que en cuanto veas jaleo, para otro lado'». Después de los consejos, el hombre y su esposa se encaminaron a Laredo para disfrutar de la jornada festiva. La premonición acerca de que en un «encuentro de alto riesgo» puede pasar algo se hizo realidad en los primeros minutos del Viernes Santo cuando los amigos «de toda la vida» de Iñigo les llamaron para decirles que el joven estaba en Basurto.
Con la consciencia perdida
Al otro lado del teléfono, Javi López les contó por encima lo que había ocurrido. Él fue con Iñigo al hospital y él clamó a la Ertzaintza para que llamara una ambulancia porque su amigo, tumbado en el suelo, con la consciencia perdida, chorreaba sangre por la cabeza. El bilbaíno Javi y los basauritarras, Iván Repes, José Antonio Aja y Koldobika Gutiérrez son de la cuadrilla del joven herido.
Tras el partido, los cinco habían quedado en María Díaz de Haro. «Es una buena zona de bares, pero para nosotros no tiene ninguna connotación política. Estábamos en la calle, junto a la herriko taberna. A eso de las once y media, vimos cómo dos tipos discutían y se peleaban, pero nada del otro mundo. No le dimos importancia. Un cuarto de hora después, llegaron varios furgones de la Ertzaintza, un despliegue importante. Varios de nosotros -relata Iván- les dijimos que no pasaba nada, pero nos retiraron y empezaron a disparar pelotazos. En ese momento, hubo gente que tiró botellas. No estaban en nuestro grupo, pero les pedimos que no lo hicieran para que no se liara más».
Pero se lió. «La gente comenzó a dispersarse por donde podía. Con nosotros estaba una chica, estaba muy nerviosa, lloraba, e Iñigo trataba de calmarla. Cada uno corrimos por donde pudimos», añade Iván. Minutos después, Koldo vio a una persona en el suelo y pidió una ambulancia sin saber quién era el herido. José Antonio sí se apercibió de que se trataba de su amigo. «Le vi sangrando por la zona de la oreja. Fui a un ertzaina, le pedí una ambulancia y me puso hasta arriba de porrazos. Voy a poner una denuncia», anuncia el joven al tiempo que muestra la fotografía de sus piernas llenas de hematomas y el parte médico que acredita sus palabras.
Mientras una chica utilizaba una bufanda rojiblanca para empapar la herida de la cabeza, Javi sacó valor y se dirigió a otro agente: «¡Que venga una ambulancia!», gritó. «Estaba insconsciente, le daban convulsiones, espamos», recuerda, todavía muy impresionado.
Versión de Interior
Los cuatro jóvenes están convencidos de que una pelota de goma es la causante del estado en que se encuentra su amigo. Y no dudan en calificar de «injustificada y desproporcionada» la actuación policial. «Fueron decididos a hacer daño. Estábamos en una especie de plazoleta que hay junto a María Díaz de Haro. Disparaban pelotazos a menos de veinte metros», aseguran.
El Departamento vasco de Interior ha abierto una investigación para esclarecer lo ocurrido. Según la versión oficial, la Ertzaintza recibió el jueves «varias llamadas» en las que se comunicaba que había una persona herida, «semiinconsciente y sangrando de la cabeza», en la calle María Díaz de Haro, «junto a la herriko taberna. Cuando varias dotaciones acudieron al lugar, un grupo numeroso de personas lanzó botellas y piedras contra los vehículos policiales, por lo que los agentes utilizaron material antidisturbios para dispersarlos». El portavoz de la Policía autónoma añade que después tuvieron conocimiento del traslado de un herido al hospital. «No está claro si las lesiones se deben a un pelotazo disparado por un agente en esos disturbios o se trata del herido del que se informaba en las llamadas iniciales hechas a la Policía vasca», señaló.
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