Los prolegómenos del partido entre el FC Barcelona y el Chelsea correspondiente a la vuelta de los octavos de final de la Champions League estuvieron marcados por la tranquilidad. La presencia de unos 5.000 seguidores ingleses en Barcelona creó cierta inquietud, pero tanto en las calles de la ciudad como en la entrada al Camp Nou imperó la tranquilidad. Los últimos sucesos de violencia en el fútbol, como los ocurridos con los hinchas del PSG o en el fútbol griego, obligaron a tomar medidas de seguridad estrictas, pero el comportamiento tanto de los hinchas 'blues' como barcelonistas estuvo marcado por la corrección.
Los seguidores del Chelsea entraron por la calle Maternitat, a través de una pasarela montada para la ocasión, con registros individuales. Los supporters pasaban uno a uno sin provocar el mínimo altercado y accedían a su zona habilitado en la parte más alta del gol sur del Camp Nou. El talante y morfología de los aficionados se alejaba mucho de los tópicos del 'hooliganismos'. La mayoría vestidos correctamente, educados y sin mostrar que los efectos del alcohol los estuviera afectando en exceso.
Los hinchas 'blues' corearon a sus jugadores cuando empezaron el calentamiento, pero sin provocar tampoco un ruido excesivo. Su entrada paulatina por los controles, retrasando que estuvieran juntos hasta poco antes del inicio del choque.
Por su parte, los aficionados del Barça también tardaron en ingresar al Estadi. Los clásicos atascos en los partidos en días laborables de la Champions League provocaron que las gradas tardaran en llanarse. Eso sí, en los aledaños se respira el ambiente de gran encuentro.
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