La sensación de que los “hooligans” son los dueños del fútbol italiano es cada vez más fuerte después que las cadenas televisivas repitieran una y otra vez las imágenes de cientos de hinchas provocando destrozos en numerosas ciudades del país.Los violentos fueron quienes, con sus actos, acabaron decidiendo qué partidos se juegan y cuáles no en un nuevo domingo de luto para “il calcio”. No es la primera vez que sucede: la muerte, los disturbios y el caos están demasiado presentes en el máximo espectáculo deportivo italiano. Y no parece que sea fácil terminar con eso.Expertos en violencia, comentaristas y políticos buscan a tientas una solución para el problema, que ya ha causado tres muertes este año llevando a 18 la cantidad de víctimas fatales relacionadas con el fútbol desde que un hincha muriera en un estadio en 1963, por causa de una bala perdida.La última muerte, la de Gabriele Sandri, un hincha de la Lazio que viajaba a Milán para ver el choque de su equipo con el Inter por la Serie A, también parece ser consecuencia de la torpeza de un policía, que asegura que la pistola se le disparo mientras corría tras unos hinchas que estaban peleándose entre sí en el área de descanso en una autopista.Lo que siguió fue un domingo aún más triste, con “hooligans” interrumpiendo por un lado partidos en Bérgamo y Taranto, y por otro asaltando comisarías y causando tumultos en grandes metrópolis como Milán y Roma.
El forum virtitula “Vivereultras”, que reúne a los hinchas más violentos de todos los clubes, dio su propia interpretación de los hechos: denominó a la muerte de Sandri como “asesinato a sangre fría” y justificó el enojo de los “ultras” por el hecho de que “un amigo fue asesinado por la negligencia de un agente”.El jefe “ultra” de Bérgamo Francesco Palafreni, de 52 años, dijo a la policía que “el partido (Atalanta-Milan) no tendría que haberse jugado porque el mensaje que se estaba dando es que si un hincha mata a un policía el fútbol para, pero que si ocurre lo contrario una demora de diez minutos es suficiente”.Su declaración compara la violenta muerte del efectivo policial Filippo Raciti en el marco de disturbios ocurridos afuera del estadio del Catania, en febrero, con la muerte del hincha de la Lazio. Igual interpretación fue la de cientos de simpatizantes que desde las gradas corearon las palabras “Asesinos, asesinos” en los restantes partidos disputados ese domingo.El ministro del Interior italiano, Giuliano Amato, dijo ante el Congreso que el hincha “no estaría muerto si el policía no hubiera disparado, lo cual es imperdonable, pero tampoco estaría muerto si los hinchas de diferentes clubes se encontraran en un área de descanso a tomar café juntos en lugar de pelearse”.Las estrellas del fútbol italiano se echan las manos a la cabeza. “Con todos estos actos de violencia se corre el riesgo de distanciar a los mejores jugadores de la Serie A”, dijo el brasileño Kaká, figura del Milan, en la “Gazzetta dello Sport”.El italiano Fabio Cannavaro, capitán de la selección italiana y actualemente en el Real Madrid, confesó sentirse “afortunado” por no jugar más en su país. “No logramos controlar el deporte más bello que tenemos, no logramos frenar a los violentos”, lamentó.“Esto da náuseas”, graficó el seleccionador de la “Azzurra”, Roberto Donadoni.Al igual que en el pasado, luego de otros fines de semana trágicos en el fútbol, el ministerio trata de contener la violencia de los “ultras” a través de nuevas medidas anti hooligans.Actualmente se están contemplando los ejemplos de países como Alemania e Inglaterra, que tuvieron más éxito que Italia en sus esfuerzos por contener el “hooliganismo”La ministra de Deportes, Giovanna Melandri, señaló su satisfacción por el hecho de que la federación italiana de fútbol (FIGC) adoptara recientemente medidas para mejorar el control del acceso a los estadios y para premiar el comportamiento correcto de los hinchas.De todas formas, en Italia el problema podría ser más grave que en otros países europeos, y con raíces que van mucho más allá del fútbol. Informes policiales citados por el diario “La Reppublica” dan cuenta de que son 80.000 los hinchas que son controlados o investigados por su participación en episodios de violencia.Un cuarto de esa cifra consiste en integrantes de pequeños grupos que aparentemente no sólo dirigen su violencia contra la policía, sino que también tienen como objetivo instituciones deportivas y cadenas televisivas.De esto hubo nueva evidencia en el último domingo trágico, en los disturbios que se produjeron en Roma y Milán, donde “hooligans” atacaron los cuarteles de policía y la sede del Comité Olímpico Italiano (CONI), además de golpear a un camarógrafo de la emisora Sky TV, algo que ya había sucedido en Turín en septiembre.Además de los grandes grupos de hinchas propensos a la violencia, la policía cree que el peligro más acuciante proviene de cerca de 60 grupos derechistas, compuestos por un total de 15.000 simpatizantes, además de otros 5.000 que participan en fracciones izquierdistas.“Estas personas son una minoría que no puede asesinar el mejor espectáculo en el mundo (el fútbol)”, dijo un funcionario de la policía citado por “La Reppublica”.La decisión de la Fiscalía romana de acusar en el futuro a los “hooligans” de cometer actos de terrorismo parece ir en esa dirección, la de agravar las condenas contra los violentos, que hasta el momento sólo han sufrido la prohibición de entrar a los estadios, como la más dura pena.
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