Las autoridades futbolísticas italianas se reúnen el lunes para discutir las medidas dirigidas a afrontar la creciente violencia de los aficionados, desatada por la muerte accidental de un hincha del Lazio el domingo por el disparo de un policía.
Los disturbios llegaron a Roma, donde los aficionados atacaron cuarteles de la policía, así como el estadio olímpico, y las cercanas oficinas del Comité Olímpico Italiano.
Además, el partido entre el Atalanta y el AC Milan se suspendió a los siete minutos de juego, cuando los aficionados intentaron romper una barrera de cristal que les separaba del campo.
La policía y el Gobierno también tienen previsto mantener conversaciones para aclarar cómo el agente cometió tan "trágico error", e intentar detener la violencia, que recuerda a los disturbios ocurridos en febrero a la salida de un partido del Catania en Sicilia, en los que murió un policía.
Ese incidente llevó a introducir nuevas y estrictas medidas de seguridad en los estadios de fútbol, pero puede que las autoridades tengan que revisar las reglas, entre invitaciones a prohibir la entrada de los aficionados en todos los campos en el futuro.
Según un informe presentado el mes pasado, los heridos por la violencia de los aficionados habían descendido un 80 por ciento desde la temporada pasada, pero el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Giancarlo Abete, ha dicho regularmente que las autoridades de este deporte poco podían hacer para controlar los problemas lejos de los campos.
La disputa entre aficionados de Lazio y Juventus que provocó el disparo accidental se produjo en una estación de servicio de la autopista en la ciudad toscana de Arezzo, lejos de cualquier estadio. El asunto es complicado porque los aficionados de la 'Juve' en particular viven en toda Italia, no sólo en su ciudad de origen, Turín, lo que significa que los aficionados viajan enormes distancias para ver a su equipo y a menudo se cruzan con aficionados rivales en carreteras que no se suelen asociar al tráfico originado por el fútbol.
Por otro lado el agente, de nombre desconocido, que está siendo investigado por disparar la bala fatal dijo al periódico italiano Il Giornale que le parecía imposible haber alcanzado a la víctima cuando intentaba detener el disturbio.
"Estoy seguro de que disparé al aire como advertencia. Sé lo que hice, quería acabar con el disturbio. No puedo haberle alcanzado, no puedo, no puedo", dijo.
Los disturbios llegaron a Roma, donde los aficionados atacaron cuarteles de la policía, así como el estadio olímpico, y las cercanas oficinas del Comité Olímpico Italiano.
Además, el partido entre el Atalanta y el AC Milan se suspendió a los siete minutos de juego, cuando los aficionados intentaron romper una barrera de cristal que les separaba del campo.
La policía y el Gobierno también tienen previsto mantener conversaciones para aclarar cómo el agente cometió tan "trágico error", e intentar detener la violencia, que recuerda a los disturbios ocurridos en febrero a la salida de un partido del Catania en Sicilia, en los que murió un policía.
Ese incidente llevó a introducir nuevas y estrictas medidas de seguridad en los estadios de fútbol, pero puede que las autoridades tengan que revisar las reglas, entre invitaciones a prohibir la entrada de los aficionados en todos los campos en el futuro.
Según un informe presentado el mes pasado, los heridos por la violencia de los aficionados habían descendido un 80 por ciento desde la temporada pasada, pero el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Giancarlo Abete, ha dicho regularmente que las autoridades de este deporte poco podían hacer para controlar los problemas lejos de los campos.
La disputa entre aficionados de Lazio y Juventus que provocó el disparo accidental se produjo en una estación de servicio de la autopista en la ciudad toscana de Arezzo, lejos de cualquier estadio. El asunto es complicado porque los aficionados de la 'Juve' en particular viven en toda Italia, no sólo en su ciudad de origen, Turín, lo que significa que los aficionados viajan enormes distancias para ver a su equipo y a menudo se cruzan con aficionados rivales en carreteras que no se suelen asociar al tráfico originado por el fútbol.
Por otro lado el agente, de nombre desconocido, que está siendo investigado por disparar la bala fatal dijo al periódico italiano Il Giornale que le parecía imposible haber alcanzado a la víctima cuando intentaba detener el disturbio.
"Estoy seguro de que disparé al aire como advertencia. Sé lo que hice, quería acabar con el disturbio. No puedo haberle alcanzado, no puedo, no puedo", dijo.
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