Por mucho que la UEFA los resolviera con un partido a puerta cerrada, más un segundo condicionado al comportamiento posterior, y con una multa de 20.000 euros, los incidentes que se vivieron en Viena durante la disputa del Austria-Athletic, hace menos de cuatro años, merecen catalogarse entre los más bochornosos del fútbol continental. Como quiera que los provocaron los ultras locales y que el Atlético se mide mañana al equipo centroeuropeo, conviene atender a ellos para que no se repitan.
En realidad poco había en juego. El Athletic se iba a clasificar y el Austria se iba a quedar en el camino pasara lo que pasara, pero es que además el equipo de Bilbao ganó 0-3, con doblete de Llorente y diana de San José. El problema es que, mediado el partido, se produjó una invasión de césped por parte de radicales, que obligaron a detener el juego durante 25 minutos.
Los jugadores se retiraron a los vestuarios mientras las fuerzas de seguridad trataban de contener a los exaltados. Sobre el césped no hubo agresiones, algo que desgraciadamente no se repitió en la grada. Hinchas del Athletic sí sufrieron las iras de un grupo que, según se supo luego, tenía refuerzos internacionales y una fuerte intencionalidad política. De hecho se llegaron a lucir banderas españolas preconstitucionales.
Cambio de escenario
Conviene recordar, eso sí, que aquel partido se disputó en el estadio Franz Horr y que el de mañana se jugará en el Ernst Happel. El primero, utilizado habitualmente por el Austria para choques de competición doméstica, tiene un aforo mucho menor que el segundo, usado para máxima competición europea y cualquier partido que se entienda de importancia, léase por ejemplo un derbi vienés.
Conviene recordar, eso sí, que aquel partido se disputó en el estadio Franz Horr y que el de mañana se jugará en el Ernst Happel. El primero, utilizado habitualmente por el Austria para choques de competición doméstica, tiene un aforo mucho menor que el segundo, usado para máxima competición europea y cualquier partido que se entienda de importancia, léase por ejemplo un derbi vienés.
Por ahí se entiende que no habrá mayor problema en un feudo que conoce de sobra el fútbol español —fue la sede de la final de la Eurocopa 2008, con aquel gol de Fernando Torres ante Alemania—, y que lucirá sus mejores galas para recibir al Atlético, toda vez que se han vendido ya cerca de 45.000 entradas para recibir a los de Simeone.
El Austria es consciente de que apura sus opciones de clasificación tras firmar un solo punto en dos jornadas. Su hinchada también jugará. Si lo hace sin incidentes, tanto mejor.
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