Luis Enrique, entrenador del Barcelona, recordó el viernes sus visitas al campo del Espanyol como jugador azulgrana. “Nos espera un ambiente hostil y con dificultades en el juego”, avisó el técnico. Sin embargo, el Barça se encontró con una afición que se olvidó de aupar a sus jugadores —la hinchada se dedicó algunas veces a protestar más contra la directiva que a aupar a sus futbolistas— y con un conjunto de Sergio González que se olvidó del balón. Así las cosas, el fútbol se vistió de blaugrana y la grada jugó al reproche.
El derbi estaba catalogado como partido de alto riesgo y desde el club reforzaron las medidas de seguridad (se dobló el número de policías y de miembros de seguridad privada). La afición del Espanyol esperaba recibir a su equipo con un mosaico, confeti y banderas, pero horas antes del comienzo del encuentro, los Mossos d´Esquadra requisaron los cuartos donde el principal grupo de afición blanquiazul, la Curva, guardan sus pertenencias. Allí la policía encontró cinco cúteres y decidió bloquear la entrada de los hinchas a sus almacenes.
La Curva se molestó con la decisión de la policía y como señal de protesta optó por no comparecer en su lugar de siempre, el Gol Cornellà. Y cuando algunos miembros del grupo quisieron volver a sus puestos en la grada, se produjeron disturbios y golpes entre los mismos aficionados del colectivo de animación. “¡Directiva dimisión”, cantaron desde la Curva.
La policía incauta cúteres y bloquea los cuartos donde la afición guarda el material de animación
Según el club, los objetos cortantes eran utilizados para preparar el Tifo y entienden que desde la policía faltó mano izquierda para manejar la situación. Desde el Gol Prat, donde se ubica el otro grupo de aficionados estables, la Juvenil, enseñaron una pancarta que rezaba: “Nuestra ilusión, vuestra molestia. Tifo DEP”. En los despachos del Espanyol afirman que el enfado de la Juvenil era por no poder contar con el Tifo que tenían preparado.
Olvidada de alentar a los muchachos de Sergio González, una parte de la afición se dedicó a insultar al Barcelona. “Puta Barça”, “Messi subnormal”, “Piqué cabrón”. Y hasta lanzaron —según el acta del árbitro— “un palo de aluminio”, cuando Neymar se disponía a lanzar un saque de esquina. Desde la megafonía del estadio se solicitó a los espectadores que no arrojaran objetos al terreno de juego. El derbi que pretendía tener un ambiente festivo (30.253 espectadores, la mejor entrada en Cornellà en la Liga esta temporada) se convirtió en un rosario de deslices de la hinchada blanquiazul. “No nos ha afectado, pero me hubiese gustado que la gente anime un poco más a nuestro equipo”, expresó, sincero Kiko Casilla. “El jaleo de la grada sería buscar excusas”, sumó Sergio González.
Ni la afición respondió en las tribunas ni el equipo en el campo. Temeroso el cuadro de Sergio González, saltó dispuesto a esconderse en su propio campo. En los primeros 10 minutos, el partido era un tiranía del Barcelona (83% de posesión), y todo sucedía en la cancha blanquiazul (63% de localización). “No hemos estado a la altura en el inicio del partido. Da rabia porque no hemos entrado al campo como se necesitaba”, analizó Sergio González. “Hemos salido con una intensidad diferente en un partido que es muy dificil de jugar”, completó Álvaro. La impotencia del Espanyol se tradujo en Sergio García. El delantero del Buen Pastor se ganó la tarjeta amarilla por un topetazo a Busquets en la mitad del campo, en una jugada intrascendente.
Protestó el Espanyol también el segundo gol del Barça por fuera de juego de Luis Suárez. “Mateu Lahoz nos pidió perdón cuando terminó el partido porque el gol de Messi era fuera de juego”, reveló Álvaro. A falta de gestos con sus jugadores, los aficionados se acordaron de cumplir con la tradición de ovacionar a Iniesta cuando fue sustituido por Xavi, silbado en su partido 500 de Liga. El Espanyol no tuvo fútbol ni afición en el derbi.
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