José Miguel Urbina Franco, “El Tortillas”, aficionado del equipo de futbol Gallos Blancos, acusado de asesinar al americanista Cristian Shair Bringas Pérez el 7 de enero 2012, fue absuelto tras permanecer recluido durante tres años y ocho meses en el penal de San José El Alto.
El crimen ocurrió a un costado de la autopista México-Querétaro, a la altura de la comunidad El Colorado, después de un partido de futbol, cuando americanistas pararon en ese lugar y pelearon con aficionados del equipo Gallos Blancos.
El procurador de Querétaro, Arsenio Durán Becerra, “resolvió” el homicidio en cuatro días al enviar a Urbina Franco a la cárcel –en aquel entonces de 18 años– justo cuando medios nacionales difundían el choque entre porristas del América y de Gallos Blancos en Querétaro.
“Es justo reconocer el esfuerzo y la capacidad demostrados del Ministerio Público, peritos e investigadores del delito, en el esclarecimiento de estos hechos que presentaban un alto grado de complejidad”, alardeó Durán Becerra.
En esa misma conferencia realizada el jueves 12 de enero, en la que estuvo acompañado por personal de la dependencia, el procurador dio detalles de la confesión de José Miguel Urbina, quien incluso fue presentado luciendo una playera de Gallos Blancos que, según su madre, no portaba cuando fue detenido.
“Agregó (el detenido) que al finalizar el partido tuvo un altercado con seguidores del equipo América, incluso, intercambió golpes con uno de ellos, posteriormente se trasladó hacia la comunidad de El Colorado, pero acordó con sus amigos que aguardarían cerca de la carretera, en caso de que algún grupo de aficionados se detuviera en la comunidad, como había ocurrido en alguna ocasión anterior. Más tarde dos camiones de porristas se pararon en el lugar y comenzaron a hacer de palabras con el imputado y su grupo, lo cual desató la riña”, narró el procurador.
Días después, la madre de Miguel, Ofelia Franco Muñoz, reveló que su hijo en realidad confesó haber sido el asesino porque fue torturado por elementos de la Procuraduría General de Justicia de Querétaro, al darle toques eléctricos en los testículos.
“Ellos querían un culpable y como sabían que mi esposo acababa de fallecer y le dijimos –nosotros tontos– a (los agentes) Fernando (e) Iván que estábamos él y yo solos, entonces han de haber dicho: ‘de este tarugo nos agarramos’”.
Franco Muñoz explicó que su hijo hizo una declaración el 8 de enero que simplemente desapareció del expediente.
En el expediente también hay la declaración de un adolescente que aseguró haber atestiguado el crimen, quien señala a otro hombre como el asesino de Cristian, e incluso, dice saber dónde vive.
Pese a lo anterior, Franco, quien se dedicaba a la venta de comida, tuvo que vender su casa para poder costear la defensa de su hijo, pese a que no tuvo éxito con algunos abogados que la atendieron.
Su actual defensor, Arnulfo Moya Vargas, dijo que simplemente no había pruebas que incriminaran a Miguel, sino sólo la presión mediática sobre un hecho que conmocionó a la opinión pública.
“Se trataba de satisfacer a una opinión pública presentando de forma rápida a una persona que respondiera de los hechos, que conmocionaron a la opinión pública nacional y estatal. Se trataba de enviar un mensaje al público de que en Querétaro no hay impunidad y se castigan los delitos de forma eficaz. Se trató de pasar la prueba de la opinión pública, no la prueba de la justicia”, afirmó.
Durante todo este tiempo, los jueces que llevaron en algún momento el proceso penal 15/2012 fueron Arturo Ugalde Rojas (actual juez), Consuelo Rosillo (hoy magistrada) y Óscar Mancilla (ahora juez Cuarto).
Las irregularidades fueron muchas y tres años y ocho meses después el asesino permanece libre.
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