Además de los grupos radicales propiamente dichos, las Fuerzas de Seguridad controlan, solo en la demarcación de la Policía y la Guardia Civil -todo el territorio nacional salvo Cataluña y País Vasco-, 45 peñas radicales, algunas de las cuales mantienen vínculos con grupos de extrema derecha o extrema izquierda en función de su orientación.
Como en el caso de las otras tramas, se trata de un fenómeno eminentemente urbano y con dientes de sierra en su actividad. Ejemplo claro de ello es el crimen de Jimmy, el seguidor de los Riazor Blues que perdió la vida en un enfrentamiento masivo con individuos del Frente Atlético. El suceso llevó a la detención de más de un centenar de individuos por parte de la Brigada de Información de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, quizá la más especializada en la lucha contra los grupos radicales, incluidos los que se mueven alrededor del fútbol.
Precisamente esta Brigada ha intentado en dos ocasiones, sin éxito, la ilegalización de dos de las peñas que actúan en Madrid, los Ultras Sur y los Bukaneros -el primero con conexiones con la extrema derecha y el segundo con la extrema izquierda-, con el argumento de que son grupos que hacen llamamientos sistemáticos a la violencia.
La aplicación de una medida de este tipo, perfectamente posible con arreglo al actual Código Penal, sería decisiva para poder erradicar casi por completo este tipo de delincuencia. Los dos informes policiales presentados por la Brigada de Información de Madrid no han tenido la respuesta esperada, que quizá solo llegue después de que se produzca un nuevo suceso especialmente grave y que provoque la indignación de la opinión pública.
En cualquier caso hay que decir que en estos momentos estos grupos tienen una actividad muy baja, están muy controlados por las Fuerzas de Seguridad y en el caso del Frente Atlético, por ejemplo, prácticamente ha desaparecido de la grada del estadio Vicente Calderón tras las citadas detenciones.
En la actualidad, uno de los principales focos de tensión se está produciendo en capital andaluza, donde los radicales del Sevilla y los del Betis están teniendo enfrentamientos.
Las conexiones de estas peñas ultras con los grupos radicales son importantes, hasta el punto de que son frecuentes los casos de doble militancia. Incluso, una de las principales fuentes de financiación de los de extrema derecha es la que les proporciona el fútbol.
En cuanto a sus miembros, la gran mayoría es gente joven -la incorporación se produce entre los 16 y los 18 años-, que busca el respaldo en el grupo. Habitualmente hay uno o dos cabecillas, un segundo escalón de 4 ó 5 personas próximas a ellos, y luego está el resto, que obedece sus dictados.
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