Los clubes y las selecciones de fútbol de Grecia podrían ser excluidos de las competiciones internacionales tras la reunión infructuosa del ministro de Deportes heleno, Stavros Kondonís, con la FIFA en la que se trató de dirimir el conflicto surgido a causa de la suspensión de la Copa: a comienzos de marzo, Kondonís suspendió la Copa de fútbol tras los graves incidentes registrados durante la semifinal entre el Paok de Salónica y el Olympiacos.
Ese partido tuvo que ser suspendido en el minuto 87, con el marcador 1-2 a favor del Olympiacos, cuando, en protesta por un supuesto penalti no señalado a favor de su equipo, aficionados del PAOK invadieron el terreno de juego y decenas de bengalas y bombas de humo fueron lanzadas desde las gradas.
La policía intervino y se enfrentó a los ultras, que también protagonizaron incidentes fuera del estadio antes del encuentro.
La Federación Griega de Fútbol (EPO) presentó sendos recursos contra la decisión de Kondonís ante el Tribunal Supremo Administrativo, la UEFA y la FIFA. Las asociaciones europeas consideraron la decisión de Kondonís desmesurada y amenazaron con excluir a los clubes y las selecciones nacionales griegas de toda competición internacional.
“La Copa de Grecia debe continuar. Hay medidas (alternativas) que podrían aplicarse”, destacó ayer el representante de la FIFA y presidente de la federación de fútbol chipriota, Kostakis Kutsokumnis, tras la reunión con Kondonís
Kutsokumnis recalcó que la FIFA podría “aceptar la suspensión de todas las competiciones nacionales si el problema es la violencia”, pero que no acepta sólo la suspensión de la Copa.
El representante de la FIFA añadió que los partidos que quedan de la Copa podrían disputarse a puerta cerrada y que la final podría ser dirigida por un árbitro extranjero. Y precisó que la FIFA dio un plazo hasta el 1 de abril para revocar la suspensión de la Copa, pero se mostró pesimista de que esto vaya a ocurrir.
El fútbol griego está afectado por la violencia de los hinchas, denuncias de manipulación de partidos y la falta de confianza crónica en los árbitros.
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