Fiesta. Ambientazo. Emocionante. Hermanamiento. Cualquiera de estas palabras valen para definir lo ocurrido ayer en El Sadar. Tanto las dos aficiones como el Club lograron crear un gran ambiente de fútbol para todos en el que destacó la vuelta de Rojillo. Por supuesto, los aficionados de Osasuna terminaron más contentos, pero todos los presentes vivieron un día para recordar.
Corrían las 11.45 horas cuando Miguel Flaño, sancionado, aparecía en el césped del Sadar con una bandera de Osasuna. Se dirigía al centro del campo donde estaba colocado un contenedor. De ahí resurgía un renovado Rojillo, catorce años después de ser arrojado a la basura, para levantar a todo el estadio. La mascota estuvo por el campo durante el calentamiento, en el que también se pasearon por el césped unos zampanzares para seguir animando la fiesta.
Una vez saltaron los jugadores al campo, la mascota se retiró fuera del césped para evitar multas y otras sanciones. Tanto al descanso, con rondo incluido con los jugadores, y al final del encuentro, Rojillo volvió a salta al césped para animar a la grada.
KALEJIRA, RIAU-RIAU... Pero la fiesta había comenzado mucho antes de la aparición de la mascota. Poco más tarde de las 10.00 horas, empezaba a llenarse la Plaza de los Fueros con aficionados de ambas entidades. Muchos niños con camisetas de Osasuna y del Alavés jugaban entre ellos ejemplificando lo que es este derbi entre estos dos conjuntos. Cuando la Plaza ya estaba a rebosar, comenzó a bajar la kalejira con destino al Sadar, con el grupo de zampanzar que luego entrarían al campo, encabezando la manifestación. Mientras tanto, en el campo se abrían las puertas, menos las de Graderío Sur, y comenzó a entrar gente que recibía su correspondiente bufanda. Quince minutos después de que se abriesen las puertas del resto del campo, lo hacían las de Graderío Sur, con su respectiva cola ya formada.
Con las bufandas entregadas y tras la aparición de la mascota, se produjo un momento lleno de magia. Los aficionados desplegaron sus bufandas para entonar al unísono un precioso riau-riau respetado escrupulosamente por los aficionados visitantes. Una vez el colegiado señaló el inicio del encuentro, cada afición comenzó a animar a su equipo, pero siempre con respeto por el rival.
En el minuto 12, como ya habían anunciado, Indar Gorri dio la espalda al campo en forma de protesta. En ese momento se oyeron cánticos contra el presidente de la LFP, Javier Tebas. Al final del encuentro se volvieron a escuchar, pero esta vez más atronadores. También la afición visitante, la del Alavés, lanzó cánticos de ánimo a Indar Gorri durante varios momentos del encuentro.
Cuando acabó el partido, ambos equipos se dirigieron a la grada para aplaudir a todos los aficionados. Ganó Osasuna, pero todos los presentes se llevaron la sensación de haber vivido un encuentro que en pocos sitios se produce, con dos aficiones que reafirman su hermandad. Una fiesta total y un ejemplo para quienes quieren convertir el fútbol en otro asunto mucho más triste y rígido.
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