El aumento del precio del suelo supone un incentivo para que los clubes hagan caja con la venta de sus estadios.
Comparar la religión con el fútbol es un recurso habitual. Se dice, parafraseando a Karl Marx, que el fútbol es el opio del pueblo. El presidente del FC Barcelona fue un paso más allá en la analogía y definió a los estadios como las catedrales del siglo XXI. Cada domingo catedrales y estadios de fútbol aglutinan a millares de fieles, pero hay una diferencia importante. Ni en la costa levantina han osado derruir iglesias para construir pisos, como sí sucede con viejos templos del fútbol. Es el caso de San Mamés, donde juega el Athletic de Bilbao o Mestalla, cuna del Valencia.
La ecuación es sencilla. Se aprovecha la revalorización de terrenos para vender el estadio y los clubes se desplazan a otras zonas, normalmente a la periferia, donde el suelo es más barato, y construyen allí un nuevo estadio. En este sentido, el Espanyol de Barcelona fue pionero. Sus deudas alcanzaron un nivel insostenible y se vieron obligados, en 1997, a vender Sarrià. Terminaron de alquiler en el Estadio Olímpico. Otros equipos, como el F.C. Barcelona, el Sevilla, y antes el Betis, han optado por reformar sus ya viejos estadios. En el extranjero, el Arsenal estrenó recientemente el impresionante Emirates Stadium y el Liverpool dejará el mítico Anfield y construirá un nuevo campo que, siguiendo la tendencia actual, es probable que se bautice con el nombre de una marca comercial.
La relación que establecen los aficionados con su estadio alcanza una dimensión mística. En Inglaterra es habitual que se esparzan las cenizas de aficionados difuntos por el manto verde del campo. Lo malo es que tal y como están las cosas, uno no sabe si las cenizas permanecerán en el campo o servirán de abono para levantar un supermercado donde antes hubo un estadio. Para muchos, el fútbol no es sólo un juego, es algo más trascendental. 'Algunos creen que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. Les puedo asegurar que es mucho más importante que eso'. La frase, del entrenador del Liverpool Bill Shankly, ilustra la verdadera dimensión de este deporte.
El 'nou' Camp Nou, un donut gaudiniano de colores
La ecuación es sencilla. Se aprovecha la revalorización de terrenos para vender el estadio y los clubes se desplazan a otras zonas, normalmente a la periferia, donde el suelo es más barato, y construyen allí un nuevo estadio. En este sentido, el Espanyol de Barcelona fue pionero. Sus deudas alcanzaron un nivel insostenible y se vieron obligados, en 1997, a vender Sarrià. Terminaron de alquiler en el Estadio Olímpico. Otros equipos, como el F.C. Barcelona, el Sevilla, y antes el Betis, han optado por reformar sus ya viejos estadios. En el extranjero, el Arsenal estrenó recientemente el impresionante Emirates Stadium y el Liverpool dejará el mítico Anfield y construirá un nuevo campo que, siguiendo la tendencia actual, es probable que se bautice con el nombre de una marca comercial.
La relación que establecen los aficionados con su estadio alcanza una dimensión mística. En Inglaterra es habitual que se esparzan las cenizas de aficionados difuntos por el manto verde del campo. Lo malo es que tal y como están las cosas, uno no sabe si las cenizas permanecerán en el campo o servirán de abono para levantar un supermercado donde antes hubo un estadio. Para muchos, el fútbol no es sólo un juego, es algo más trascendental. 'Algunos creen que el fútbol es una cuestión de vida o muerte. Les puedo asegurar que es mucho más importante que eso'. La frase, del entrenador del Liverpool Bill Shankly, ilustra la verdadera dimensión de este deporte.
El 'nou' Camp Nou, un donut gaudiniano de colores
Como diría Alfonso Guerra, al Camp Nou no lo va a reconocer ni la madre que lo parió. El nuevo diseño de Norman Foster, que ha levantado más elogios que ataques, convertirá el Camp Nou en un estadio moderno y multicolor y, como suelen decir los presidentes de los clubes cuando presentan el proyecto de su nuevo estadio, será el mejor campo del mundo. Los niños, que carecen de pretensiones artísticas, definieron al Camp Nou como un donut de colorines. El azul y el grana de la bandera del Barça y el rojo y amarillo de la senyera se alternarán en la estructura exterior del campo, cuyo diseño se ha calificado de gaudiniano. Para acometer la reforma, que costará unos 250 millones de euros, el club azulgrana deberá desprenderse del miniestadi, el campo donde juegan las categorías inferiores del club. De hecho, la remodelación del campo costará más que lo que pagará el Atlétic de Bilbao o el Espanyol por la construcción de un estadio completamente nuevo. El viejo Camp Nou, construido hace 50 años por el arquitecto catalán Francesc Mitjans Miró, puede presumir de haber visto jugar a Kubala, Suárez, Maradona, Cruyff, Romario, Ronaldo y, ahora, al maradoniano Messi.
Estadios singulares. Desde el que alberga el asiento más caro hasta el conocido por una tragedia
Los estadios aspiran a convertirse en únicos. Algunos lo consiguen. El nuevo Wembley, ideado por Norman Foster, es por el momento el estadio más caro del mundo. Maracaná, mítico estadio brasileño, dejó de ser el campo más grande cuando se vio obligado a realizar reformas para cumplir la normativa de la FIFA. A día de hoy, el estadio Rungnado May Day de Corea del Norte es el único con capacidad para 150.000 personas. Aun así, es más conocido por sus impresionantes mosaicos que pretenden ilustrar una imaginaria adhesión popular al régimen comunista que por los partidos de fútbol. Hay otros, como el estadio de Heysel, que no ha logrado quitarse el estigma de haber sido el escenario de una de las grandes tragedias del fútbol, cuando 39 personas murieron en la final de la Copa de Europa de 1985. Esta semana se ha conocido que el Ayuntamiento de Bruselas derruirá el estadio.
El más caro, Wembley
Dicen que es uno de los mejores estadios del mundo. Faltaría más. Ha costado unos 1.170 millones de euros, mucho más de lo que en principio se había presupuestado.
El más viejo, el Lansdowne Road
Situado en Dublín, Irlanda, el Lansdowne Road es el campo de fútbol más viejo del mundo. Se construyó en 1872 y alberga partidos de fútbol y rugby. Actualmente lo están remodelando.
El más pasional, la Bombonera
Su nombre oficial es Alberto J. Armando, pero se conoce como la Bombonera, donde juega el Boca Juniors. Dicen que cuando Boca salta al césped se puede notar como la estructura vibra.
El más trágico, Heysel
En Heysel (Bruselas), 39 aficionados, la mayoría de la Juventus, fallecieron cuando radicales del Liverpool provocaron una avalancha. Era la final de la Copa de Europa del 85 y ganó la Juve.
Anfield se prepara para su último grito
Los que han jugado allí aseguran que pocas experiencias hay más emocionante que escuchar como Anfield ruge el You'll never walk alone (nunca caminarás sólo), el himno del Liverpool. 'This is Anfield' reza una placa en el túnel de vestuarios para que el rival se acuerde de donde está y el jugador del Liverpool no olvide que está defendiendo una camiseta histórica. Sin embargo, incluso el Liverpool sucumbe a los cánones del fútbol moderno. Dos millonarios estadounidenses compraron el club, construirán un nuevo estadio y Anfield Road desaparecerá. Quizá para ellos Anfield sea un estadio como tantos hay en el mundo, pero el buen aficionado sabe que no es un campo más. Entre otras cosas porque allí permanece una de las gradas más fieles y pasionales de Europa, la Kop, bautizada en memoria de los muchos hombres de Liverpool que fallecieron durante la guerra de los Boérs en la Spinion Kop, una colina de Sudáfrica. Sus señas de identidad: nunca insultan a la afición rival -a excepción de la del Manchester United-, aplauden al portero visitante, no cesan de animar y nunca llevan banderas inglesas. La leyenda dice que cuando el Liverpool ataca, la Kop, situada en la grada sur, sopla para empujar el balón en el fondo de la red. En España, otro campo mítico, San Mamés, se convertirá en escombros. Desaparecerá así uno de los pocos estadios que nunca ha visto jugar a su equipo en segunda división. Junto a San Mamés, el Vicente Calderón, quizás el campo que más sufre y anima, también desaparecerá.
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