Muere un indigente bilbaíno mientras dormía a las puertas de San Mamés

Salva no pudo cumplir su sueño de viajar a América y perdió ayer la vida en su hogar accidental: la puerta 35 de San Mamés. Allí subsistía a duras penas rodeado de mantas y unos escasos enseres personales desde que, hace seis meses, iniciara su etapa como indigente. Tenía 42 años y era originario del bilbaíno barrio de Uretamendi. En los últimos días, la cirrosis hepática que padecía le jugó una mala pasada en forma de fuertes dolores abdominales y el miércoles fue trasladado en ambulancia al hospital de Basurto para ser tratado de la dolencia. Ni siquiera llegó a ser atendido. Pocos minutos después de pisar el centro sanitario, decidió regresar a 'La Catedral', donde pereció horas después mientras dormía.El cadáver de Salvador Fernández Pinedo yacía hacia las diez y media de la mañana en la calle Felipe Serrate, que da acceso a la Preferencia Norte del estadio. Decenas de hinchas del Athletic hacían cola a escasos metros para hacerse en las taquillas con una entrada del encuentro liguero del domingo en Valladolid. Dos 'sin techo' que mantenían una estrecha amistad con el hombre acudieron entonces a despertar a Salva. Le localizaron enseguida «en su rincón preferido», pero su compañero de fatigas no se movía ni respiraba.Los amigos del fallecido dieron la voz de alarma a la Ertzaintza. Los servicios de emergencia acudieron de inmediato a las inmediaciones del campo de fútbol y certificaron la muerte del mendigo. Un forense determinará en los próximos días las causas de la defunción, si bien todo apunta a que se debió a causas naturales. «No tiene signos de violencia aparentes», confirmaron fuentes policiales. El juez de guardia ha abierto, en cualquier caso, una investigación para aclarar los hechos y ha requerido por ello información al hospital de Basurto.Abdomen hinchadoSalvador acudió al sanatorio bilbaíno el miércoles por la mañana, aunque antes de ser examinado a fondo por el personal médico de Urgencias abandonó las instalaciones. «Le dijeron que esperara en una sala y cuando le llamaron para entrar, ya no estaba», explicó una portavoz de Osakidetza, que eludió aportar más datos sobre el caso al encontrarse bajo investigación judicial.La noticia de la muerte de Salvador llevó ayer la tristeza a los 'sin techo' que frecuentan San Mamés. Quienes le conocían sabían que tenía un grave problema con el alcohol. «Era un hombre muy pacífico y querido, al que siempre se le veía con un cartón de vino en la mano», describía Miguel Espadas. Era lo poco que tenía. En una ocasión, Salvador reconoció a sus allegados que había sufrido problemas familiares por el alcoholismo. Algo que le había llevado a vivir en plena calle. Apenas les dio más detalles sobre su vida, «pero jamás dijo que estuviera casado o tuviera hijos». A Josu sí le llegó a confesar su delicado estado de salud. «Tenía escalofríos y temblaba un montón».Solía ir a menudo al comedor de Cáritas en Indautxu. Allí, en el local de la calle Manuel Allende, entraba con una tarjeta de los Servicios Sociales del Ayuntamiento que certificaba su situación de indigencia. «Venía solo o acompañado por uno o dos hombres», precisaron las educadoras sociales. Ellas mismas se percataron de «lo hinchado» que tenía Salva el abdomen y le intentaron persuadir de que debía visitar con urgencia al médico. «Se lo dijimos el lunes y el martes. Tenía muy mal aspecto y nos llevamos un buen susto cuando le vimos», recordaban.La relación entre el indigente y las trabajadoras del recinto era muy cordial. Siempre se saludaban con complicidad al entrar al comedor. «Sonreía cuando le llamabas por su nombre. Le decía 'hola Salva' y parecía animarse al instante. Era muy agradecido con esas pequeñas cosas», comentó una de las empleadas, entristecida por la pérdida de una de las personas más tímidas que ha conocido en el local. Salvador era, más que nada, muy celoso de su intimidad. Hay quien pensaba incluso que no era bilbaíno, al hacer alusión con frecuencia a enclaves «de la margen izquierda y Zamora».