EL fútbol es un espejo de la sociedad. Un fiel reflejo de la fauna que puebla las calles. Las gradas de los estadios respiran el mismo oxígeno que rodea a las personas fuera de sus recintos. Fútbol es igual a sociedad. Y dado que esta puede verse impregnada en todas sus facetas de agresiones, el balompié no podía ser diferente. Solamente que en el mundo del deporte el amor a los colores le añade, de manera explosiva, una implicación de identidad que satisface las necesidades de los movimientos extremistas. Esta violencia, inherente al ser humano, se remonta a los orígenes ingleses del fútbol. La diferencia, tan única como relevante, es la impresión de valores ideológicos y culturales a dichos movimientos en las últimas décadas, masificándolos en colectivos que se concentran en los graderíos de los campos. Este anidamiento no se circunscribe únicamente a las máximas categorías, sino que también impregna a equipos de menor escala. Solamente hay que rememorar los tristes acontecimientos que rodearon el choque entre el Austria Viena y el Athletic para darse cuenta de la ferocidad de los aficionados que acuden a los campos.
Los escenarios
De la crisis de los 80 hasta la actualidad
"Estamos observando que se están agravando todas estas circunstancias que rodean a los grupos ultras", explica Esteban Ibarra, del Movimiento por la Igualdad. Este tipo de actuaciones, como la que sucedió en Viena o la de Gijón en la que se retaron ultras del Sporting y Atlético de Madrid ante los del Sevilla y Deportivo, están repuntando en los últimos meses. Uno de los factores que inciden en el repunte violento es la situación económica mundial. Hay que remontarse tres décadas atrás para ver un descalabro monetario de gran calibre en el Reino Unido. Fue la época en la que las Islas cargaban con el apelativo de Hombre Enfermo de Europa. Por aquel entonces el British National Party se introdujo en los grupos de aficionados para encontrar un caldo de cultivo fanático para sus fines partidistas, creando un clima favorable desde el anonimato. Hooligans los llamaron con un acento inglés exquisito. Gamberros a la enésima potencia que disfrazaban de colores sus intenciones fascistas. "Hay ultras de extrema derecha y de extrema izquierda, pero en el ámbito del comportamiento violento no hay ninguna diferencia entre ellos. Sin embargo, el neonazi va a hacer del racismo su bandera. El problema son los ultras antisemitas, xenófobos, racistas y con proyección internacional, que tienen el proyecto de acabar con la convivencia democrática", remite Ibarra.
Esta infección se extendió como una enfermedad por toda Europa hasta penetrar en el Estado español, donde se ahogaban los últimos ecos del franquismo. Ultras Sur y Frente Atlético, en Madrid, se convirtieron en el máximo exponente del extremismo derechista. Las banderas preconstitucionales se hicieron hueco entre las gradas. Casualmente, durante la década de los 80, los problemas financieros en España fueron gravísimos. Similar al clima actual.
Otro ejemplo fue la crisis de los Balcanes. Los altercados entre croatas y serbios eran fiel reflejo del clima reinante. "En el fútbol estamos observando cómo durante este año está habiendo un repunte de la violencia ultra. Por otro lado, desde 2008 se ha dado un crecimiento general del neofascismo y de la xenofobia política", añade.
el ecosistema neonazi
Violencia escolar y agresiones
El entendimiento de este tipo de movimientos no hay que focalizarlo únicamente en el mundo del deporte. "Hay que interpretar este problema como un ecosistema", manifiesta Ibarra. La violencia, verbal y física, que el fútbol extrae de algunas personas, no es más que la personificación en un escenario concreto de los sentimientos del propio individuo. "Esto se proyecta a nivel urbano en muchos lugares, en los que no se puede explicar muy bien ese nivel de brutalidad", espeta. La voz de la experiencia extrapola estos focos de violencia a otro tipo de facetas de la vida: "También repercute en agresiones por las noches, en las escuelas... La violencia escolar no será completamente explicada hasta que no nos hagamos eco de este tipo de grupos", remacha Ibarra. Asimismo, el trato machista a la mujer se corresponde como una de las señas de identidad de estos extremistas disfrazados. En la mente repican tambores de difícil explicación si no se observa el mundo que rodea a estos grupos. Sin embargo es imposible diseccionar la materia gris de los ultras. "Adjudicar el patrón a alguna clase social es un error habitual. El rasgo fundamental es que son violentos, agresivos y viven su identidad de una manera excluyente muy compulsivamente", analiza Ibarra.
italianización y argentinización
Bada Bing, Atlético de Madrid o Betis
"Estamos en un proceso de italianización y argentinización de los grupos. Lo primero se observa en estos dos últimos actos vandálicos y lo segundo en las presiones mafiosas e inaceptables que han hecho los ultras de Betis y Atlético de Madrid a los propios jugadores", sostiene Ibarra. Estas conversiones son consecuencia de la propia globalización que se deduce en todos los ámbitos.
El giro italiano de estos grupos se observa en varios puntos de la identidad de los ultras. Para ver la progresión de esta mentalidad transalpina hay que darse cuenta del calado en divisiones menores del fútbol estatal de los extremistas. El 10 de enero pasado, jugadores del Bada Bing, que milita en Tercera Regional barcelonesa, apalearon a otro equipo compuesto por suramericanos. El pasado octubre la justicia condenó con penas de hasta seis años de cárcel, lo máximo pedido por la fiscalía, a seis miembros del equipo con nombre de club de striptease de Los Soprano, por agredir, llevados por su "excitación" racista, a los jugadores del club rival.
En la sentencia, el titular del juzgado penal número 22 de Barcelona recoge casi en su totalidad las peticiones de la fiscalía, por lo que impone las penas más duras a los dos principales implicados, los hermanos I. M. G. y V. M. G., que cuentan con un largo historial delictivo.
A este hecho hay que sumar las agresiones y destrozos causados por los ultras del Talavera, club de Tercera División, que supusieron más de medio millón de euros en gastos. Los Ultras Tala eran conocidos por haber destrozado una caseta de feria perteneciente a Izquierda Unida o haberse citado por el móvil para apalear a un inmigrante.
Por otro lado, también se observa la argentinización del fútbol. "Esto es algo inaceptable y que debemos de eliminar del mundo del deporte", explica Ibarra. En 2005, unos encapuchados invadieron el campo de entrenamiento del Atlético de Madrid para increpar a los jugadores. "Chantajean con prácticas mafiosas y coartan y coaccionan a los jugadores para conseguir sus intereses", dice. Salta a la vista, en esta temporada, el caso del Betis. Los jugadores verdiblancos, en un entrenamiento vespertino, sufrieron la acometida de una treintena de aficionados que les increparon, calificándoles de "mercenarios".
Otro de los rasgos mafiosos de este tipo de organizaciones viene dada por la logística de la que disponen. Es el caso del orden asociativo de ultras existente entre los seguidores de la Lazio. Los Irriductibili (Irreductibles) se jerarquizan como una entidad, más cercana a lo militar que a lo puramente deportivo. Preside la organización un capo, que está secundado por dos vicecapos. A continuación, cinco personas más se encargan de terminar de componer la dirección de los ultras. Los cargos son renovados cada año entre los 2.000 integrantes del grupo, aunque pueden llegar a los 6.000 en partidos clave. Los Irriductibili son hermanos de los extremistas colchoneros, de los Ultras Sur, de los Ligallos (Zaragoza) y de las Brigadas Blanquiazules (Espanyol), que están importando aspectos del movimiento. "Esto viene a demostrar la proyección internacional y de la coordinación a nivel europeo que tienen los grupos ultras", concluye Ibarra.
Permisividad e internet
Peleas desde el Facebook
En el Sevilla-Sporting, ultras de Sporting y Sevilla se retaron a través de Facebook para pelearse. A ellos se añadieron seguidores del Deportivo y del Atlético. Uno para cada bando. Un ultra andaluz tuvo que ser atendido al sufrir heridas de gravedad. "Continuamente vemos mensajes violentos, hay que estar atentos a las redes sociales y a los foros". El pilar reside en el anonimato que ofrecen las nuevas tecnologías: "Es la clave de la impunidad. Es la base sobre la que orbita", espeta Ibarra.
En esa exención de responsabilidades legales también colaboran las directivas de algunos clubes y los gobiernos. "Desde ciertos clubes se intuye un apoyo silencioso, pero son prácticas muy objetivas. ¿Por qué un grupo ultra tiene asignada una zona en el estadio? ¿Tienen un precio especial? ¿Les dan invitaciones? ¿Por qué siempre viajan con los equipos? Son preguntas que se les debe hacer a los equipos y que las directivas no contestan", remata con dureza. "En el Estado se está produciendo una irresponsabilidad legal de la ley por parte de los clubs, ya que hay una exigencia que plantea el registro de grupos dentro de los estadios de fútbol y una indolencia gubernativa del CSD, que es el que tiene hacer cumplir la ley", finaliza Ibarra.
Los escenarios
De la crisis de los 80 hasta la actualidad
"Estamos observando que se están agravando todas estas circunstancias que rodean a los grupos ultras", explica Esteban Ibarra, del Movimiento por la Igualdad. Este tipo de actuaciones, como la que sucedió en Viena o la de Gijón en la que se retaron ultras del Sporting y Atlético de Madrid ante los del Sevilla y Deportivo, están repuntando en los últimos meses. Uno de los factores que inciden en el repunte violento es la situación económica mundial. Hay que remontarse tres décadas atrás para ver un descalabro monetario de gran calibre en el Reino Unido. Fue la época en la que las Islas cargaban con el apelativo de Hombre Enfermo de Europa. Por aquel entonces el British National Party se introdujo en los grupos de aficionados para encontrar un caldo de cultivo fanático para sus fines partidistas, creando un clima favorable desde el anonimato. Hooligans los llamaron con un acento inglés exquisito. Gamberros a la enésima potencia que disfrazaban de colores sus intenciones fascistas. "Hay ultras de extrema derecha y de extrema izquierda, pero en el ámbito del comportamiento violento no hay ninguna diferencia entre ellos. Sin embargo, el neonazi va a hacer del racismo su bandera. El problema son los ultras antisemitas, xenófobos, racistas y con proyección internacional, que tienen el proyecto de acabar con la convivencia democrática", remite Ibarra.
Esta infección se extendió como una enfermedad por toda Europa hasta penetrar en el Estado español, donde se ahogaban los últimos ecos del franquismo. Ultras Sur y Frente Atlético, en Madrid, se convirtieron en el máximo exponente del extremismo derechista. Las banderas preconstitucionales se hicieron hueco entre las gradas. Casualmente, durante la década de los 80, los problemas financieros en España fueron gravísimos. Similar al clima actual.
Otro ejemplo fue la crisis de los Balcanes. Los altercados entre croatas y serbios eran fiel reflejo del clima reinante. "En el fútbol estamos observando cómo durante este año está habiendo un repunte de la violencia ultra. Por otro lado, desde 2008 se ha dado un crecimiento general del neofascismo y de la xenofobia política", añade.
el ecosistema neonazi
Violencia escolar y agresiones
El entendimiento de este tipo de movimientos no hay que focalizarlo únicamente en el mundo del deporte. "Hay que interpretar este problema como un ecosistema", manifiesta Ibarra. La violencia, verbal y física, que el fútbol extrae de algunas personas, no es más que la personificación en un escenario concreto de los sentimientos del propio individuo. "Esto se proyecta a nivel urbano en muchos lugares, en los que no se puede explicar muy bien ese nivel de brutalidad", espeta. La voz de la experiencia extrapola estos focos de violencia a otro tipo de facetas de la vida: "También repercute en agresiones por las noches, en las escuelas... La violencia escolar no será completamente explicada hasta que no nos hagamos eco de este tipo de grupos", remacha Ibarra. Asimismo, el trato machista a la mujer se corresponde como una de las señas de identidad de estos extremistas disfrazados. En la mente repican tambores de difícil explicación si no se observa el mundo que rodea a estos grupos. Sin embargo es imposible diseccionar la materia gris de los ultras. "Adjudicar el patrón a alguna clase social es un error habitual. El rasgo fundamental es que son violentos, agresivos y viven su identidad de una manera excluyente muy compulsivamente", analiza Ibarra.
italianización y argentinización
Bada Bing, Atlético de Madrid o Betis
"Estamos en un proceso de italianización y argentinización de los grupos. Lo primero se observa en estos dos últimos actos vandálicos y lo segundo en las presiones mafiosas e inaceptables que han hecho los ultras de Betis y Atlético de Madrid a los propios jugadores", sostiene Ibarra. Estas conversiones son consecuencia de la propia globalización que se deduce en todos los ámbitos.
El giro italiano de estos grupos se observa en varios puntos de la identidad de los ultras. Para ver la progresión de esta mentalidad transalpina hay que darse cuenta del calado en divisiones menores del fútbol estatal de los extremistas. El 10 de enero pasado, jugadores del Bada Bing, que milita en Tercera Regional barcelonesa, apalearon a otro equipo compuesto por suramericanos. El pasado octubre la justicia condenó con penas de hasta seis años de cárcel, lo máximo pedido por la fiscalía, a seis miembros del equipo con nombre de club de striptease de Los Soprano, por agredir, llevados por su "excitación" racista, a los jugadores del club rival.
En la sentencia, el titular del juzgado penal número 22 de Barcelona recoge casi en su totalidad las peticiones de la fiscalía, por lo que impone las penas más duras a los dos principales implicados, los hermanos I. M. G. y V. M. G., que cuentan con un largo historial delictivo.
A este hecho hay que sumar las agresiones y destrozos causados por los ultras del Talavera, club de Tercera División, que supusieron más de medio millón de euros en gastos. Los Ultras Tala eran conocidos por haber destrozado una caseta de feria perteneciente a Izquierda Unida o haberse citado por el móvil para apalear a un inmigrante.
Por otro lado, también se observa la argentinización del fútbol. "Esto es algo inaceptable y que debemos de eliminar del mundo del deporte", explica Ibarra. En 2005, unos encapuchados invadieron el campo de entrenamiento del Atlético de Madrid para increpar a los jugadores. "Chantajean con prácticas mafiosas y coartan y coaccionan a los jugadores para conseguir sus intereses", dice. Salta a la vista, en esta temporada, el caso del Betis. Los jugadores verdiblancos, en un entrenamiento vespertino, sufrieron la acometida de una treintena de aficionados que les increparon, calificándoles de "mercenarios".
Otro de los rasgos mafiosos de este tipo de organizaciones viene dada por la logística de la que disponen. Es el caso del orden asociativo de ultras existente entre los seguidores de la Lazio. Los Irriductibili (Irreductibles) se jerarquizan como una entidad, más cercana a lo militar que a lo puramente deportivo. Preside la organización un capo, que está secundado por dos vicecapos. A continuación, cinco personas más se encargan de terminar de componer la dirección de los ultras. Los cargos son renovados cada año entre los 2.000 integrantes del grupo, aunque pueden llegar a los 6.000 en partidos clave. Los Irriductibili son hermanos de los extremistas colchoneros, de los Ultras Sur, de los Ligallos (Zaragoza) y de las Brigadas Blanquiazules (Espanyol), que están importando aspectos del movimiento. "Esto viene a demostrar la proyección internacional y de la coordinación a nivel europeo que tienen los grupos ultras", concluye Ibarra.
Permisividad e internet
Peleas desde el Facebook
En el Sevilla-Sporting, ultras de Sporting y Sevilla se retaron a través de Facebook para pelearse. A ellos se añadieron seguidores del Deportivo y del Atlético. Uno para cada bando. Un ultra andaluz tuvo que ser atendido al sufrir heridas de gravedad. "Continuamente vemos mensajes violentos, hay que estar atentos a las redes sociales y a los foros". El pilar reside en el anonimato que ofrecen las nuevas tecnologías: "Es la clave de la impunidad. Es la base sobre la que orbita", espeta Ibarra.
En esa exención de responsabilidades legales también colaboran las directivas de algunos clubes y los gobiernos. "Desde ciertos clubes se intuye un apoyo silencioso, pero son prácticas muy objetivas. ¿Por qué un grupo ultra tiene asignada una zona en el estadio? ¿Tienen un precio especial? ¿Les dan invitaciones? ¿Por qué siempre viajan con los equipos? Son preguntas que se les debe hacer a los equipos y que las directivas no contestan", remata con dureza. "En el Estado se está produciendo una irresponsabilidad legal de la ley por parte de los clubs, ya que hay una exigencia que plantea el registro de grupos dentro de los estadios de fútbol y una indolencia gubernativa del CSD, que es el que tiene hacer cumplir la ley", finaliza Ibarra.
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