Domingo por la noche, cuarto partido de la final de la Liga griega en el pabellón de La Paz y la Amistad, la cancha del Olympiacos. El Panathinaikos vence 2-1 y está a un triunfo del título. El duelo arranca con varios piques entre jugadores (en un choque previo Diamantidis había escupido al provocador Teodosic) y cuando el Pana se escapa por ocho puntos (42-52) una bengala cae junto a su banquillo, los jugadores se apartan y entonces explota, dando a Zeljko Obradovic un enorme susto. Lo siguiente es el lanzamiento de objetos, que obliga al pívot local Burusis a pedir calma a los hinchas por megafonía.
El partido, parado, no se reanuda hasta 70 minutos después, con el pabellón desalojado casi en su totalidad. Es la una de la madrugada.
El Panathinaikos mantiene la ventaja y, cuando toca el título (69-76, a 1:03), vuelven a entrar hinchas radicales y la emprenden a bengalazos contra los jugadores verdes. El duelo se suspende y el Pana es, en principio, el campeón. Pero el bochorno sacude a Grecia, la imagen del país, aún más dañada. Giannakis, el técnico perdedor, afirma: "Estoy decepcionado con nuestro baloncesto". Pero su club optaba por quejarse de los árbitros y amenazar con no participar en la próxima Liga.
El Panathinaikos mantiene la ventaja y, cuando toca el título (69-76, a 1:03), vuelven a entrar hinchas radicales y la emprenden a bengalazos contra los jugadores verdes. El duelo se suspende y el Pana es, en principio, el campeón. Pero el bochorno sacude a Grecia, la imagen del país, aún más dañada. Giannakis, el técnico perdedor, afirma: "Estoy decepcionado con nuestro baloncesto". Pero su club optaba por quejarse de los árbitros y amenazar con no participar en la próxima Liga.
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