Es habitual pero no por ello impresiona menos. Dos mil béticos apoyaron a su equipo ayer en Montilivi, un estadio en el que los de Velázquez se sintieron casi como en casa. Al igual que sucedió en Sabadell y pasará en Palamós, donde la Llagostera juega como local, y en el Miniestadi. Porque la colonia de béticos en Cataluña, la novena provincia, sigue dando ejemplos de incuestionable fidelidad. El equipo no se ha venido mostrando nada fiable en las últimas jornadas y la afición se ha llevado importantes decepciones frente a la Ponferradina en El Toralín y una semana después en el Villamarín contra el Albacete, pero el sentimiento bético, más si cabe a mil kilómetros de la capital hispalense, va más allá de resultados y clasificaciones y ayer se volvió a demostrar en Girona. Durante el encuentro frente al equipo gerundense, los béticos fueron un ejemplo y corearon tanto a su equipo como a Rubén Castro, el ídolo goleador. Venció el Betis en Sabadell y volvió a hacerlo ayer en Girona, ante el hasta ayer intratable equipo local.
Antes, desde por la mañana los béticos se acercaron al hotel de concentración del equipo en un alto número (unos 400), donde Rafael Gordillo, el canterano Caro y el vicepresidente Fernando Casas les atendieron. Además, muchos aprovecharon para sacarse el carnet “Béticos por el Mundo” y participaron en el sorteo de unas entradas.
La felicidad inundó la grada bética, algo que incluso tuvo su constatación en el acta del colegiado Valdés Aller, quien señalaba que “una vez concluido el partido, entraron en el terreno de juego aficionados cuyo número no pudimos determinar y que identificamos como seguidores del Real Betis Balompié por las camisetas que portaban para animar a su equipo, sin provocar ningún incidente”. Los futbolistas béticos agradecieron el apoyo de su gente al término del encuentro, en otra demostración de una fidelidad inquebrantable que hace que el Betis se sienta como en casa en Cataluña.
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