Ata fuerte los cordones de sus deportivas, se enrosca una bufanda negra en el cuello, camina hasta la puerta de casa, coge una chaqueta, se pone una gorra y sale a la calle. Hoy va al Camp Nou. Luce estética 'casual', igual que hacían, desde los años ochenta, los 'hooligans' del 'Inter City Firm', seguidores del equipo londinense West Ham United. Vestían polos Stone Island y no se arropaban entre colores, bufandas y camisetas que les identificaran por lo que eran, como también hacen muchas bandas en España.
Todo empezó cuando, con 15 años, se incorporó a los 'Boixos Nois', agrupación de hinchas radicales nacida a finales de 1981 en el Gol Sur del estadio del Futbol Club Barcelona (FCB). Recuerda que estuvo nueve años con ellos, pero cuando cumplió 26 se desmarcó del grupo porque no era compatible con su vida personal. Ahora, asegura que no se siente parte de ningún colectivo. Pero se junta con varios, incluidos los 'Boixos Nois', ya que hay buena relación con todos y, además, es importante tenerles detrás cuando hay una pelea.
"27 años como 'hooligan', más de media vida por el Barça"
Hoy llega pronto al parque que hay junto al estadio, los Jardins de Bacardí. Se sienta en el banco más cercano, junto a un amigo, y con una cerveza en mano explica el comportamiento de algunos conjuntos ultras en momentos previos y posteriores al partido. Comenta que varios miembros de la banda vigilan puntos concurridos por 'hooligans' y observan si hay alguno del equipo contrario. Si es así, van a buscar al resto y vuelven en manada a por el adversario. "Cuando esto ocurre en el Camp Nou, las agrupaciones locales presentes nos unimos y vamos a por ellos. Todos a una", describe al mismo tiempo que toquetea la cerveza que tiene en sus manos.
Especifica que en las peleas abundan porras extensibles, botellas de cristal y puños americanos, impulsados por las insaciables ganas de defender su escudo. Informes de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte incluyen datos de todas las comunidades autónomas excepto de Catalunya. El de la temporada 13/14 señala que se impusieron 313 sanciones por promover o participar en altercados en los alrededores del estadio. Por su parte, la Comissió contra la Violència en l'Esport de Catalunya no ha publicado estudios que constaten esta realidad. De hecho, fuentes del Consell Català de l'Esport, que no quieren revelar su identidad, aseguran que hace más de dos años que los miembros de este órgano no se reúnen y, por tanto, que su actividad es nula.
El hincha reconoce que este mundo puede parecer violento, pero para él no hay alternativa. ¨Si no ayudara a mis compañeros me acusarían de traición, dirían que podrían haber muerto por mi culpa¨, admite. Y acto seguido, explica que los 'Boixos Nois' suelen decir en estas circunstancias: "¡Quién corra lo cogemos después!". Se hace el silencio, mira a su alrededor y recuerda que este mismo parque ha sido escenario de varias peleas. De días en los que pelearon con seguidores del Paris Saint Germain (PSG), del Athletic Club de Bilbao y del Chelsea F.C., entre otros. "Esto es lo que ocurre aquí, todos saben lo que hay. Si no les gusta que no vengan", sentencia. De hecho, él es capaz de pelear porque en su opinión: "El futbol, el Barça, significa la vida". A esto, su amigo añade: "Somos los soldados del Barça, el ejército blaugrana que defiende esta tierra. Barcelona es de los catalanes y los 'culés' y aquellos que vienen a molestar no pueden marcharse de rositas".
"¡Quién corra lo cogemos después!"
En 2005, el expresidente del FCB, Joan Laporta, prohibió a los 'Boixos Nois' la entrada al Camp Nou. El seguidor radical garantiza que desde entonces no se les ha visto más en el Gol Sur como colectivo, exceptuando la final de la última Copa del Rey, que disputaron el Athelic Club de Bilbao y el FCB. Por su parte, el intendente portavoz de los Mossos d'Esquadra, Xavier Porcuna, confirma que los 'Boixos Nois' continúan entrando en el campo, aunque de forma individual. Comenta que en cada partido hay entre 40 y 50 componentes de la agrupación y que han perdido fuerza dentro de las instalaciones. Pero admite que fuera sí que están organizados, con, aproximadamente, 400 miembros en la ciudad.
Sin embargo, asegura que el nivel de violencia del movimiento va a la baja. El jefe y miembros destacados de los 'Casuals', fracción más violenta de la banda, están en la cárcel por amenazas, extorsiones, tráfico de drogas y atracos violentos, entre otros delitos. Por esta razón, insiste que no se pueden comparar con otros que no tienen historial criminal. Datos del mismo informe de la Comisión Estatal contra la Violencia en el Deporte constatan una reducción de las sanciones impuestas, a nivel español, – sin referencias de Catalunya - en el interior y en el exterior del campo, 1.284, 152 menos que en la temporada anterior.
"En cada partido hay entre 40 y 50 miembros de la agrupación"
Tiran las botellas a la papelera, dejan atrás el parque y caminan hacia el Camp Nou. Pasan dos controles de seguridad, bajan unas escaleras a toda prisa y toman otras que les llevan a las gradas del Gol Sur. Brazos al cielo, gritos en el aire, banderas flameando, una pelota y el amor incondicional de una afición. Amigos, conocidos y miembros de grupos ultras, como Supporters Puyol, Supporters Barça y Grup Fidel, entre otros, que esta noche de Champions vienen a apoyar al Barça. El juego empieza y la gradería, sin intención de sentarse, anima a los jugadores desde el minuto cero.
Él se detiene un momento y subraya que en su vida personal no hay violencia, pero esto es un mundo aparte. Un lugar en el que puede descargar adrenalina y desatarse, por noventa minutos, de la rutina y de ese ser racional que cada día va uniformado a trabajar. "Esto es un vicio", reconoce. Esta misma adicción es retratada en la película Futbol Factory a través de la experiencia de su protagonista, Tommy Johnson, un 'hooligan' seguidor del Chelsea F.C. Un joven de 30 años que encuentra alivio peleando, festejando y, sobre todo, viviendo por su equipo.
"Esto es un vicio"
En un pequeño viaje a sus memorias más lejanas, recuerda que todo empezó mucho antes, cuando con ocho años iba con su abuelo a ver los partidos del FCB. Al principio todo iba bien, disfrutaban cada semana del futbol que les regalaba su equipo, pero con el tiempo se percató de otra realidad. Una que revive días en los que fueron apedreados por hinchas del equipo contrario en distintas ciudades, como Madrid y Valencia, entre otras. Una serie de episodios que quedaron grabados en la mirada de un niño que después se hizo mayor y, en consecuencia, le llevaron por la senda de la defensa acérrima de sus colores. Unos sucesos que reflejan cómo la violencia es el perfecto caldo de cultivo para engendrar más violencia. Una conducta, avivada por una pasión sin límites, que hoy es el motor que le da fuerzas para que sus gritos de ánimo no se ahoguen hasta el pitido final. El marcador señala el minuto noventa + cinco minutos; el partido ha terminado pero su entrega desenfrenada pervive. Hasta aquí un miércoles más de fútbol.
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