Un carrusel de emociones embargó ayer el Ciutat de València. El bochorno sufrido en Granada todavía escocía y gran parte de la afición del Levante transmitió su disgusto al equipo en los prolegómenos del encuentro ante el Athletic. Sin embargo, al sonar el pitido inicial, se abrió una tregua que se rompió cuando el fútbol volvió a tornarse en pesadilla. San José puso el empate en el tiempo de descuento y la grada de Orriols explotó de indignación y rabia. «Jugadores, mercenarios» fue el cántico de despedida a una plantilla que, salvo milagro, perdió el último tren de la permanencia.
Pero la primera pitada se oyó cuando los jugadores saltaron al césped antes del inicio del encuentro. Hubo una equilibrada división de opiniones en el Ciutat. Todos los futbolistas recibieron una mezcla de silbidos y aplausos mientras sus nombres se anunciaban por megafonía, pero la mayor ración de críticas se la llevó Rubi.
En esos instantes, la grada de animación estaba prácticamente despoblada. Con el encuentro ya en marcha, el silencio de escepticismo imperaba en el Ciutat de València. Incluso Zouhair Feddal realizó un gesto con las manos pidiendo aliento. Sin embargo, Levante Fans, el grupo de hinchas más activo, no entró en el estadio hasta el minuto 25. Apareció con una significativa pancarta que rezaba: «Nosotros el Nº12. ¿Y los 11 que faltan?». Una protesta por la falta de actitud que hubo en Granada.
«El Levante somos nosotros», corearon los integrantes de la grada de animación. La durísima derrota padecida en Los Cármenes pasó factura. Pese a que estaban repartidas todas las entradas para el duelo con el Athletic, finalmente asistieron 15.263 espectadores. La herida continuaba abierta.
Levante Fans optó por la discreción durante la primera parte, pero tras el descanso empezó a encabezar las acciones de apoyo. Los de Rubi estaban mostrando su mejor cara y conservan el 1-0 en el marcador. Un resultado que, siempre que la jornada acompañase, podía servir para reavivar el sueño. Entonces el entrenador catalán decidió retirar del campo a Cuero, el futbolista azulgrana más desequilibrante ayer pese al cansancio. La grada, irritadísima, abucheó al técnico. «Burro, burro», gritaron. Sólo tres minutos después, Deyverson entró en detrimento de Casadesús. El brasileño escuchó unos pitos de reprobación por la polémica salida nocturna.
Al borde del final, se produjo la debacle. La estocada definitiva. En el minuto 88, Susaeta recortó distancias, aunque la afición siguió arengando a los futbolistas. Ya en el tiempo de descuento, San José puso las tablas. Rubi, hundido, se tapó la cara con la chaqueta. Levante Fans, inmediatamente, volvió a desplegar la pancarta mientras coreaba «jugadores, mercenarios».
Al concluir el choque, la bronca se disparó. Algunos futbolistas se dirigieron hacia el sector de Levante Fans para agradecer el aliento, pero al comprobar el ostensible enojo de los aficionados tomaron el camino de los vestuarios.
El Levante afronta las tres jornadas restantes en una situación agónica. En cualquier caso, de cara a la visita al Málaga, los de Rubi perderán a Jefferson Lerma por acumulación de tarjetas amarillas. Ayer se produjo una curiosa imagen en la banda. Emilio Nadal, jefe de prensa del club, hizo las funciones de delegado del equipo, ya que Andrés Garcerá cumplió el primero de los dos encuentros de sanción.
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