Miles de hinchas españoles celebraron hoy en el centro de Viena la victoria en la final de la Eurocopa 2008 por 1-0 contra Alemania con fuegos de artificio y gritos júbilo, baile y los cantos típicos de los aficionados futboleros.
La avenida del "Ring", donde están los edificios más significativos de la capital, estaba prácticamente tomada por españoles una vez terminado el encuentro en el estadio Ernst Happel, que se llenó hasta el último de los 51.428 asientos.
Apenas el árbitro italiano Roberto Rossetti dio el pitido final, la afición española empezó a dar saltos de alegría por las calles vienesas, por las que durante el día ya había amenizado a los transeúntes locales con los cánticos clásicos de la hinchada.
"Que viva España" y otras tonadillas conocidas por millones de alemanes y austríacos que visitan como turistas España se oían en muchas esquinas de la zona peatonal vienesa, que ha sido escenario de pacíficas manifestaciones de júbilo en los siete partidos disputados en el estadio Ernst Happel en la Eurocopa.
Por el contrario, los seguidores germanos de Joachim Low mostraban caras largas y se les habían pasado las ganas de celebrarlo, tras manifestar una euforia más que evidente desde ayer en las cervecerías y locales del centro histórico.
La policía estimó que unos 15.000 visitantes de España se habían concentrado en el interior y alrededores de "la milla de los aficionados" creada para ver los partidos en directo en gigantes pantallas electrónicas, frente a unos 40.000 alemanes. En los primeros desplazamientos desde esa zona no se registraron incidentes.
Hoy el estadio rugió, para hacer honor una vez más a este tópico, pese a que los españoles estaban en clara inferioridad numérica respecto a los germanos, que tienen la ventaja de la cercanía geográfica a Viena.
Algunos austríacos, cuya selección nacional no llegó a cuartos de final, pese a ser este país alpino anfitrión de la Eurocopa, junto con Suiza, exteriorizaron una mal disimulada alegría al ver perder a sus "hermanos mayores" y vecinos.
Pero en términos generales, poco antes de medianoche, la fiesta había transcurrido pacíficamente mientras muchos hinchas españoles se resistían a abandonar "la milla de los aficionados" e intentaban consolar a sus colegas alemanes a los que saludaban amistosamente.
La avenida del "Ring", donde están los edificios más significativos de la capital, estaba prácticamente tomada por españoles una vez terminado el encuentro en el estadio Ernst Happel, que se llenó hasta el último de los 51.428 asientos.
Apenas el árbitro italiano Roberto Rossetti dio el pitido final, la afición española empezó a dar saltos de alegría por las calles vienesas, por las que durante el día ya había amenizado a los transeúntes locales con los cánticos clásicos de la hinchada.
"Que viva España" y otras tonadillas conocidas por millones de alemanes y austríacos que visitan como turistas España se oían en muchas esquinas de la zona peatonal vienesa, que ha sido escenario de pacíficas manifestaciones de júbilo en los siete partidos disputados en el estadio Ernst Happel en la Eurocopa.
Por el contrario, los seguidores germanos de Joachim Low mostraban caras largas y se les habían pasado las ganas de celebrarlo, tras manifestar una euforia más que evidente desde ayer en las cervecerías y locales del centro histórico.
La policía estimó que unos 15.000 visitantes de España se habían concentrado en el interior y alrededores de "la milla de los aficionados" creada para ver los partidos en directo en gigantes pantallas electrónicas, frente a unos 40.000 alemanes. En los primeros desplazamientos desde esa zona no se registraron incidentes.
Hoy el estadio rugió, para hacer honor una vez más a este tópico, pese a que los españoles estaban en clara inferioridad numérica respecto a los germanos, que tienen la ventaja de la cercanía geográfica a Viena.
Algunos austríacos, cuya selección nacional no llegó a cuartos de final, pese a ser este país alpino anfitrión de la Eurocopa, junto con Suiza, exteriorizaron una mal disimulada alegría al ver perder a sus "hermanos mayores" y vecinos.
Pero en términos generales, poco antes de medianoche, la fiesta había transcurrido pacíficamente mientras muchos hinchas españoles se resistían a abandonar "la milla de los aficionados" e intentaban consolar a sus colegas alemanes a los que saludaban amistosamente.
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