El perfil que dibujan varios colectivos de aficionados al fútbol del hombre que dirige la fábrica de alegrías y decepciones de cada fin de semana oscila entre la figura de un déspota, la de un cacique decimonónico y la de un soldado ultraderechista.
Ninguno de los tres roles suena halagador, y ninguno de ellos debería tener mucho que ver con el mundo en 2017. Pero empecemos por desgranar las quejas concretas que diversos grupos de hinchas tienen sobre el mandato de Javier Tebas, presidente de La Liga recientemente involucrado en la polémica de Zozulya.
HORARIOS "INFAMES" Y ELITISMO
La primera es la de los horarios de los partidos. O como los define la Plataforma Blanquiazul 1906 del Deportivo de A Coruña: "Infames. Dificultan una mayor afluencia a Riazor. Más del 50% de nuestros partidos han sido entre semana o en horario matinal".
"De locos" es como describen los horarios de viernes por la noche, sábados a mediodía y lunes por la noche en el colectivo atlético Señales de Humo, una queja compartida con el grupo de aficionados realistas Bihotza eta Odola, que señalan la exigencia televisiva como única razón para esos horarios, para quien los derechos audiovisuales deberían repartirse de manera más igualitaria entre clubes, al estilo de la Premier League inglesa.
"Nuestra queja fundamental —explican desde el colectivo sportinguista Tu Fe Nunca Decaiga— también tiene que ver con los horarios. No tiene sentido que cuando tú te abonas a tu equipo no tengas ni idea de qué días y a qué horas vas a ir al estadio. Nuestra afición acompaña al equipo allá donde juegue, imagínate lo que supone la organización de un viaje no sabiendo hasta tres semanas antes el día y la hora. Si lo comparas con espectáculos como el teatro o la ópera no tiene ningún sentido. Eso es todo esto, un sinsentido".
Un sinsentido, para más señas, caro. Porque la gentrificación del fútbol también está en el punto de mira del aficionado. "La gestión de Tebas —afirma el colectivo del Athletic Iñigo Cabacas Herri Harmaila— fomenta el elitismo dentro del fútbol. Los precios de las entradas son prohibitivos para amplias capas de la población. Esto convierte los estadios en espacios ajenos a la realidad social".
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