La frase más manida de la actual historia del Sporting, por lo menos en el último año, es la de que «diez años en Segunda es mucho tiempo para un equipo como éste». Esta afirmación cada día tiene más sentido y, sobre todo, si se tiene en cuenta esta temporada, en la que el equipo de Preciado ha tenido un apoyo con el que no cuentan muchos equipos de Primera. Por eso, la celebración que se prepara esta noche, en caso de que finalmente el equipo logre el ascenso, promete ser de órdago. Los nervios están a flor de piel y Gijón puede convertirse en el escenario de un desahogo multitudinario.
La ciudad ya se ha preparado para ello desde el inicio de la semana. Con ropa de gala. Y unas ganas que se han ido acumulando durante toda una década. Cuando el gallego Amoedo Chas pite el final del partido, siempre y cuando el Eibar no haya logrado su objetivo de obstaculizar el ascenso de los rojiblancos, Gijón será el epicentro de una gran fiesta rojiblanca.
Mucha gente, con previsión, ya se ha pedido el día siguiente libre. El lunes habrá escasez de efectivos en muchos puestos de trabajo y los que estén en su oficina, en el andamio o al otro lado de la barra arrastrarán consigo la resaca de una fiesta difícil de repetir y que será recordada durante muchos años. El impensable desenlace de la jornada pasada le ha concedido al ascenso del Sporting un punto más de épica. El conjunto de Preciado permanecerá, durante muchos años, en el recuerdo.
Protagonistas empapados. Camisetas rojiblancas. Imágenes de un éxtasis total. Y, en definitiva, recuerdos de una noche de verano mágica.
A tenor de las peticiones llegadas desde diversos colectivos solciales relacionados con el Sporting, la temida invasión, que ya fue una realidad en Castalia, no se producirá en principio, aunque los nervios y las emociones que se vivirán en El Molinón no permiten asegurarlo.
La fiesta la comenzarán los jugadores en el campo. Los héroes darán una vuelta de honor al coliseo gijonés para dedicarle la victoria a los miles de aficionados que han sufrido, han llorado y han reido con el Sporting este año.
Baño de multitudes
Tras festejar en el vestuario por todo lo alto el objetivo más ansiado de la última década, la plantilla se dirigirá hasta el Ayuntamiento. Allí se dará un baño de multitudes, que concluirá con Pelayo, santo y seña de los astures, ataviado de sportinguista. Después, los aficionados recogerán el testigo y saldrán a la calle para festejar hasta el amanecer el retorno a Primera, aunque antes de soñar hay que dejar fuera de juego al Eibar.
La ciudad ya se ha preparado para ello desde el inicio de la semana. Con ropa de gala. Y unas ganas que se han ido acumulando durante toda una década. Cuando el gallego Amoedo Chas pite el final del partido, siempre y cuando el Eibar no haya logrado su objetivo de obstaculizar el ascenso de los rojiblancos, Gijón será el epicentro de una gran fiesta rojiblanca.
Mucha gente, con previsión, ya se ha pedido el día siguiente libre. El lunes habrá escasez de efectivos en muchos puestos de trabajo y los que estén en su oficina, en el andamio o al otro lado de la barra arrastrarán consigo la resaca de una fiesta difícil de repetir y que será recordada durante muchos años. El impensable desenlace de la jornada pasada le ha concedido al ascenso del Sporting un punto más de épica. El conjunto de Preciado permanecerá, durante muchos años, en el recuerdo.
Protagonistas empapados. Camisetas rojiblancas. Imágenes de un éxtasis total. Y, en definitiva, recuerdos de una noche de verano mágica.
A tenor de las peticiones llegadas desde diversos colectivos solciales relacionados con el Sporting, la temida invasión, que ya fue una realidad en Castalia, no se producirá en principio, aunque los nervios y las emociones que se vivirán en El Molinón no permiten asegurarlo.
La fiesta la comenzarán los jugadores en el campo. Los héroes darán una vuelta de honor al coliseo gijonés para dedicarle la victoria a los miles de aficionados que han sufrido, han llorado y han reido con el Sporting este año.
Baño de multitudes
Tras festejar en el vestuario por todo lo alto el objetivo más ansiado de la última década, la plantilla se dirigirá hasta el Ayuntamiento. Allí se dará un baño de multitudes, que concluirá con Pelayo, santo y seña de los astures, ataviado de sportinguista. Después, los aficionados recogerán el testigo y saldrán a la calle para festejar hasta el amanecer el retorno a Primera, aunque antes de soñar hay que dejar fuera de juego al Eibar.
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